El Gobierno espera crecimiento, pero no tiene un plan para lograrlo

El presidente anunció metas ambiciosas de creación de empresas y trabajos, pero sin ningún plan que respalde esos deseos. El análisis semanal de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El discurso del presidente Alberto Fernández del martes pasado mostró un mandatario cargado de voluntarismo. Como corolario de sus anuncios por los acuerdos con el FMI, se largó a predecir tasas de crecimiento, creación de 10.000 empresas por año y 200.000 puestos de trabajo nuevos por año. Nunca dijo cómo lo haría.

Más allá de que los términos finales del acuerdo con el FMI se están conociendo, está claro que las exigencias del Fondo estarán centradas en controlar el déficit fiscal, la tasa de interés y la actualización del tipo de cambio al ritmo de la inflación. Sobre esta, el Gobierno admitió que puede superar el 48% este año y que bajará gradualmente hasta 2024.

Está claro que en la estrategia del gobierno no se podrá cumplir con el FMI si la economía no crece, pero no se sabe cómo se hará. Con las definiciones actuales es imposible pensar en crecimiento sólido. Tampoco el vuelco de recursos públicos en obras públicas alcanzará a darle solidez al crecimiento. Y es que hay problemas estructurales que no se han tocado ni se piensan tocar.

Las condiciones del Fondo

Los técnicos del Fondo, como buenos técnicos burócratas, les están pidiendo bajar el déficit fiscal en un tiempo prudencial, lo que asegura mantener altas tasas de inflación. Pero a su vez, le piden al Gobierno que aumente la tasa de interés para sea positiva, es decir, que el nivel de la tasa sea superior a la inflación esperada. Pero hará crecer el costo de los créditos a las empresas.

Con este aumento de la tasa de interés se busca que los ahorristas e inversores no se vayan al dólar en todas versiones paralelas. Y esto se consigue por entre los ahorristas colocando en los bancos y el Estado tomando dinero vía nuevos bonos a los inversores, la plaza se secará de pesos y se producirá más recesión, y se agravará la hiperestanflación. ¿Alguien piensa que habrá empresarios dispuestos a invertir y crear nuevos puestos de trabajo?

En realidad, con este panorama es muy difícil pensar en que la economía crezca y que puedan nacer 10.000 empresas por año y que se creen 200.000 puestos de trabajo genuinos. Esto es, al menos voluntarismo o inocencia, aunque algunos hablan de manipulación mentirosa de la población.

Teóricamente, la rebaja del déficit fiscal debería presionar menos a la inflación y las tasas elevadas deberían competir con el dólar como inversión. Ante esto, la otra mirada del FMI estará centrada en la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. Se ha planteado el objetivo que el valor del dólar oficial se actualice al ritmo de la inflación. Por supuesto, esta devaluación puede favorecer a algunos exportadores, pero perjudica a los importadores alimenta la inflación.

Aún no se entiende bien porqué, ante la escasez de dólares, no se comienza a liberar el mercado cambiario para que todos los dólares que están en los cochones o cajas de seguridad puedan volcarse al mercado. ¿Porque esto es necesario? Por que los importadores no pueden hacerse de divisas para mantener su ritmo productivo. En muchos casos son importaciones de partes de bienes que luego serán exportados, con lo cual, para cuidar las divisas, se terminan pegando un tiro en el pie porque demoran u obstaculizan exportaciones y eso aumenta la restricción de divisas.

Falta un plan concreto que genere credibilidad

Hasta ahora se han conocido las cosas que demanda el FMI y que auditará para hacer desembolsos. Es interesante recordar que, según lo acordado, el FMI refinanciará el total de los US$ 45.000 millones y le devolverá a la Argentina los montos que ya fueron pagados para que, con esos recursos, vuelvan apagarle al FMI. Esto vale para cuotas de capital, ya que los intereses se deberán pagar con capital propio.

Pero se sigue reclamando un plan concreto, que no son 3 o 4 medidas aisladas sino un conjunto de decisiones que debería tomarse para generar confianza. Uno de ellos es programa concreto de disminución del gasto público, para que el ajuste no vuelva a apretar solo al sector privado, como siempre. El sector público nunca se ajustó y este es el gesto de honestidad moral que se le reclama al sector político.

Tampoco se avizora iniciar un debate serio la reforma laboral y la previsional. El tema fundamental es reconocer la necesidad de actualizar leyes que no están a todos con los modelos productivos actuales. En materia previsional hay que discutir el modo de financiamiento del sistema, la forma de ingresar al sistema para no debilitarlo y la forma de pago de los beneficios. No se quería el sistema de capitalización, pero volvimos a un sistema de reparto que intenta pagar como si fuera el anterior. Tampoco hay decisiones sobre el sostenimiento de los regímenes de privilegio

Hay muchas cosas que deben ser debatidas seriamente en el parlamento, más allá de las críticas de algunos sectores, entendiendo que, si con estas normas hemos llegado a este punto, habría que probar hacerlo distinto para poder mejorar. Lo actual, lo viejo, ha fracasado

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