San Martín: el líder que cambió el destino de América
Este 25 de febrero se recuerda el nacimiento de José de San Martín. Aquí lo recuerda en su gran dimensión el docente y ensayista Juan Marcelo Calabria, autor del libro "San Martín, Modelo de Líder Americano".
La experiencia adquirida durante 20 años en los ejércitos europeos, con la inspiración de los más destacados estrategas y políticos de la época, bajo el influjo de las ideas de libertad e igualdad prodigadas por la Revolución Francesa y difundidas por las sociedades secretas, permitieron a José Francisco de San Martín adquirir competencias de liderazgo, conducción, experiencias de guerra, sociedad y política que harán del pequeño niño de las misiones guaraníes, nacido el 25 de febrero de 1778, un completo conductor de hombres y naciones prudente, visionario, austero, valiente y comprometido, con la nueva causa de la humanidad: La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Las nuevas ideas calaron hondo en José; y como muchos otros americanos, impulsados por las palabras y el accionar en pos de la Libertad de América del Precursor Francisco de Miranda: San Martín se sumó en Cádiz y en Londres a la idea de emancipación de las colonias sudamericanas propiciada por las Logias y/o Sociedades Políticas de la época tales como: La Sociedad de los Caballeros Racionales y la Gran Reunión Americana, entre las más destacadas surgidas a la luz de la prédica y accionar del gran patriota venezolano.
Las vivencias y experiencias adquiridas en la guerra de independencia española contra el "Gran Corso" Napoleón Bonaparte, la decadencia de la clase dirigente peninsular corrompida y traidora a su patria representada por el absolutismo monárquico de Carlos IV y su hijo Fernando VII, más la anarquía y descomposición social de las clases dirigentes, en contraposición a la gran atracción que generaba el sistema político inglés de la moderada y atemperada Monarquía Constitucional, forjaron en los americanos residentes en Europa la idea de que un "Nuevo Mundo" era posible, en tanto que los errores de la decadente España podían ser corregidos en la promisoria América, y hacia allí partirían con la ilusión de un mundo libre y soberano.
Como miembro de aquella élite de hombres ilustrados y libres pensadores San Martín llegó a América sin más que ofrecer que su experiencia y sus servicios a la causa de América que ya había comenzado y que tenía en Manuel Belgrano su máximo exponente. El mismo San Martín años después comentaba su presentación en Buenos Aires: "Fui recibido por la junta gubernativa de aquella época, por uno de los vocales con favor y por los dos restantes con una desconfianza muy marcada". El gran interrogante que daba vueltas en las mentes de los hombres destacados de Buenos Aires era: ¿Qué motivó al coronel español a abandonar los ejércitos europeos y la tierra de sus padres para aventurarse a la América Revolucionaria? Interrogante que el propio San Martín debeló al explicar este paso trascendental de su vida y providencial para el destino del nuevo continente diciendo muchos años después: "...Una reunión de americanos, en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos, acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno a nuestro país de nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar."
Como es conocido, a partir de su rápida inserción en los cuadros dirigentes de la revolución San Martín mostró sus dotes de conductor y líder, logrando el 03 de Febrero de 1813 la primer acción destaca junto a sus muchachos - el Regimiento de Granaderos a Caballo -, aquel que siguiendo los pasos de su comandante y creador llenarán de orgullo y de honor las páginas de la historia argentina destacándose en infinidad de acciones hasta el combate final por la independencia de América librado en Ayacucho el 9 de Diciembre de 1824 por los ejércitos bolivarianos a las órdenes de Sucre; habiendo paseado su gloria y su estandarte por los actuales territorios de Argentina, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador.
El vaticinio que Manuel Belgrano había realizado en una carta escrita al mismo San Martín el 25 de Diciembre de 1813 desde Jujuy, poco antes de que se encontraran personalmente, se había cumplido: "Crea usted que he tenido una verdadera satisfacción con la suya del 06 de este mes, que ayer recibí, y que mi corazón toma un nuevo aliento cada instante que pienso que usted se me acerca, porque estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria...".
Y así fue: San Martín sumó a la revolución su profesionalismo en el campo de batalla que complementó con la constante preocupación por evitar derramamiento de sangre entre hermanos; su esmero por dotar de símbolos patrios (banderas, escudos e himnos, etc.) a las naciones independizadas y garantizar la fidelidad de los soldados a su mando a dichos símbolos, normas, reglamentos e instituciones de las nacientes repúblicas; y fundamentalmente su preocupación por promover la ilustración a través de las letras, las artes y las ciencias como principal sostén de la libertad (aún más que las armas), a los efectos de vencer a la ignorancia como columna principal del despotismo.
Concluida su tarea en América, en Febrero de 1824 el Libertador José Francisco de San Martín dejó Buenos Aires y emprendió su ostracismo. Luego de agitadas negociaciones en Inglaterra desde Mayo de 1824 y hasta los primeros meses de 1825, comenzará su derrotero por Europa, primero por los Países Bajos hasta llegar a Francia donde se instalará definitivamente. Allí concretará la obra de educar a su única hija Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada y tendrá la alegría de presenciar su matrimonio con el joven Mariano Balcarce, hijo de un antiguo camarada de armas y amigo.
La vida de José transcurrirá apacible rodeado por el afecto de su familia, en la que se cuentan dos nietas: María Mercedes y Josefa Dominga, quienes serán el centro de atención de aquel sencillo hogar en el que la Familia San Martín y Balcarce acompañará hasta sus últimos días al "abuelo inmortal". La vida familiar y la visita constante de amigos y compatriotas de distintos rincones de América, se complementarán con un nutrida correspondencia y un análisis y preocupación constante de la realidad de las Repúblicas por él libertadas, pues lejos de olvidarse de su lejana tierra, a través de sus encuentros con: Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Francisco José de Paula Santander, Juan Manuel Iturregui, Felix Frías, Florencio Varela, o en su profusa correspondencia con Tomás Guido, Goyo Gómez, Bernardo O' Higgins y otros antiguos camaradas, América será el tema central de conversación y su palabras llegarán a través de los hombres de la política, de las ciencias y de las letras a todos los rincones del nuevo continente.
En aquellos momentos donde la palabra remplazó a la espada en su lucha por el progreso y bienestar de América, y ya en sus últimos años de vida, San Martín comenzará a recibir los honores que la "maledicencia y falsa chismografía" le habían negado. Allá lejos en Francia lo alcanzarán los honores decretados por los gobiernos de los países que "ayudó a fundar"; y así un artículo aparecido el 11/02/1841 en el Mercurio de Chile titulado "12 de Febrero de 1817" escrito por Domingo Faustino Sarmiento bajo el seudónimo de "Un teniente de artillería" retempló los ánimos de los hermanos trasandinos y trajo a la memoria los grandes servicios prestados por el viejo libertador.
Poco después un nuevo artículo del sanjuanino titulado "Los dieciocho días de Chile: desde la derrota de Cancha Rayada hasta la victoria de Maipú" terminaron por atizar los sentimientos patrióticos y el gobierno de aquel país lo invitó a trasladarse a sus costas en calidad de ilustre residente, finalmente el 6 de Octubre de 1842 el Congreso Nacional de Chile aprobaba un decreto que establecía: "Al general José de San Martín se le considerará por toda su vida como en servicio activo en el ejército y se le abonará el sueldo íntegro correspondiente a su clase aun cuando resida fuera del territorio de la República".
También en Argentina otro tanto ocurría en la Legislatura Porteña donde en 1844 el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas había hecho una importante relación de las glorias del Gran Capitán en América, lo que San Martín agradeció en carta del 30 de Junio de 1845 al Gobernador de Buenos Aires quien a su vez le expresaba: "la gratitud de la Confederación Argentina y la América, nunca puede olvidar a usted: lo seguirá a su retiro y siempre honrará su memoria". Poco a poco las honras al primero de los americanos se levantaban desde los distintos rincones de la "Patria Grande" y el 9 de Diciembre de 1848 los líderes de la Sociedad Patriótica, Fraternidad, Igualdad y Unión del Perú le enviaban su reconocimiento nombrando al Fundador de la Libertad del Perú, tal el título que San Martín ostentaba desde 1822, como su "miembro nato fundador".
Estos tardíos pero merecidos reconocimientos arrancaron del Libertador las siguientes palabras: "La mayor recompensa que todo hombre público puede desear es la aprobación de su conducta por sus contemporáneos; así es que, a pesar de una vejez y una salud sumamente quebrantadas y sobre todo próximo a perder la vista por cataratas, mi existencia en medio de estos males recibe consuelos que los hacen más soportables, recordando que los actuales gobiernos del Perú, Chile y la Confederación Argentina me dan con frecuencia pruebas inequívocas del aprecio que les merezco y por este medio veo recompensado con usura los cortos pero bien intencionados servicios que la suerte me proporcionó rendir a estas repúblicas en la guerra de nuestra independencia".
La gloria lo alcanza en la última parte de su vida; luego de persecuciones, descalificaciones y olvidos producto de rencores e intereses mezquinos; sin embargo con el equilibrio y la entereza que lo había caracterizado toda su vida, recibía con alivio y alegría los encomios de las generaciones que lo siguieron y reconocieron en el "viejo guerrero" al primero de sus ilustres fundadores. Al decir del General Juan Gregorio de Las Heras con motivo de la inauguración del monumento al General San Martín en Santiago de Chile el 05/04/1863: "Hubo una época, época gloriosa en la historia de este continente, en que todos los americanos éramos compatriotas, unidos por el doble vínculo de nuestro común infortunio y nuestros comunes esfuerzos por la independencia. A esa época pertenece el varón ilustre el capital general de los ejércitos de Chile, a cuya memoria Chile, agradecido, levanta hoy este monumento".
Como hombre de acción, pero también como un intelectual ilustrado, Gobernante ordenado y progresista, y ciudadano comprometido con su tiempo: San Martín fue, sin duda, el máximo Líder de su tiempo que logró cambiar el destino de América.
(*) Fuente: "San Martín, Modelo de Líder Americano". Edición Digital Ebook, Mendoza. Setiembre 2020.
EL AUTOR. Marcelo Calabria es miembro correspondiente por Mendoza de la Academia Nacional Sanmartiniana, miembro Adherente del Instituto Nacional Belgraniano. Docente de la Universidad Nacional de Cuyo y autor del libro "San Martín: Modelo de Líder Americano", entre otros.
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