San Martín y Sarmiento: punto de encuentro
A pocos días de conmemorarse un nuevo aniversario de la muerte de José de San Martín, Gustavo Capone se centra en esta nota en torno al mensaje que dejó Domingo Sarmiento sobre el prócer máximo argentino.
Encuentros en "la quinta". La actualidad nos sigue dando motivos para revisar relevantes sucesos históricos. A días de conmemorar el 171º aniversario del fallecimiento de San Martín, creo conveniente poner en valor un hecho que muchas veces pasó inadvertido en el marco de los trascendentes momentos de nuestra historia nacional. Primero, porque rompe claramente con aquel mito que vincularía a San Martín en "una vereda" distinta a Sarmiento. Y si así hubiera sido, y `por distintas circunstancias hubiesen tenido posiciones encontradas en determinados puntos, cuál sería el problema de encontrarse a dialogar. He aquí la primera enseñanza. Un veterano San Martín, gladiador de mil batallas bélicas y políticas, recibió en su casa al joven intelectual y apasionado Sarmiento. Fue en 1846. Dos iconos de la historia nacional, sentados frente a frente y conjeturando sobre los nuevos tiempos. La experiencia y el porvenir se escucharon mutuamente.
Lo otro circunstancial, e inminentemente coyuntural, es que hay espacios físicos y geográficos que vuelven a ser noticias: una "quinta" y Paris. No es la residencia presidencial argentina, "la quinta de Olivos", hoy noticia por otro tipo de visitas. Es "la quinta de Grand Bourg", residencia del General San Martín desde 1834, adquirida gracias a la generosidad de Alejandro Aguado. Y es el mismo Paris, hoy convulsionado por la llegada de Messi al PSG, y ayer "en llamas" ante los albores de los sucesos revolucionarios de 1848 que terminarán derrocando al rey Luis Felipe I, y provocando que San Martín se mudara a Boulogne Sur Mer buscando la tranquilidad que sus últimos años de vida requerían.
Los días de Grand Bourg
En realidad, el General pasaba en esta residencia de Grand Bourg gran parte del año. La quinta estaba situada en las afueras de Paris, precisamente en la comuna de Èrvy que se dividía en dos tradicionales barrios: el Petit y el Grand Bourg. Será además en esta quinta donde quedará plasmado a través de su correspondencia el cariño y añoranza por Mendoza. "Amigo, soy feliz aquí. A pesar de esto, ¿creerá usted si le aseguro que mi alma encuentra un vacío? Y ¿sabe usted cuál es? El no estar en Mendoza. Prefiero la vida que hacía en mi chacra (Los Barriales) a todas las ventajas que presenta la culta Europa"; le escribía a Tomás Guido.
10 de Agosto de 1814: San Martín, designado Gobernador Intendente de Cuyo
Será en esa quinta también, donde en mayo de 1846, ese San Martín de ya 68 años, recibió a Sarmiento. Un joven sanjuanino de 35 años, que viajaba por el mundo, exiliado por problemas políticos con el "rosismo". El objetivo de los viajes de Sarmiento, representando al gobierno de Chile, era estudiar y conocer los nuevos sistemas educativos imperantes en Europa y EE.UU., vivencias y aprendizajes que luego desarrollará fértilmente en nuestra patria y gran parte de América.
En el marco de ese contexto se produjo aquel histórico encuentro. Dos exiliados, por distintas circunstancias, reflejando una postal del destino cruel que persiguió siempre a nuestros grandes. Una clara foto de esa capacidad autodestructiva que pareciera no abandonarnos jamás.
"Mi padre fue su soldado"
José Clemente Cecilio Sarmiento fue el padre de Sarmiento, y uno de los primeros cuyanos en plegarse al movimiento patrio apoyando las campañas de Belgrano y San Martín. Más aún, fue San Martin quien lo nombró Capitán del Ejército libertador. Con ese grado asistió al triunfo de la Batalla de Chacabuco y fue el encargado de llevar el parte de la victoria a su provincia natal, además de custodiar a 300 prisioneros realistas.
Este hecho fue claramente recordado y ponderado por San Martín, quien emocionado le reconoció a Domingo Faustino que tenía muy presente la figura de su padre. En ese marco, Sarmiento le hizo saber a San Martín que sobre la Batalla de Chacabuco había escrito un artículo en diario "El Mercurio" (1841), con repercusiones muy favorable. "Veinticuatro años han transcurrido apenas, desde que aquel memorable día alumbró en Chacabuco, y ya no se mentan los nombres ilustres que lo inmortalizaron. ¿Qué nos queda de tanta gloria? Escuchemos los juicios de esta generación ingrata que nos ha sucedido. Un día la historia recogerá con avidez los nombres de todos los que lidiaron en Chacabuco"; sostenía Sarmiento reivindicando al General.
Un granadero mendocino en Boulogne-sur-Mer
En la charla además salieron nombres, como el de Gregorio de Las Heras, residente por ese tiempo también en Chile, quien entre otras cosas le había contado por cartas a San Martín de la prédica de Sarmiento para que el gobierno chileno devolviera su grado militar y parte de los sueldos atrasados. Tal fue la repercusión del escrito de Sarmiento que el entonces presidente chileno, Manuel Bulnes, envió al Congreso chileno un proyecto pidiendo la justa reivindicación de San Martín.
Sintetizando ese encuentro con San Martín, Sarmiento en carta a Aberastain, mezcla de angustia y admiración, sostendrá: "No lejos de la margen del Sena, vive olvidado José de San Martín, el primero y el más noble de los emigrados. Hay en el corazón de este hombre una llaga profunda que oculta a las miradas extrañas. (...) Ha esperado sin murmurar cerca de treinta años la justicia de aquella posteridad a quien apelaba en sus últimos momentos de vida política. (...) He pasado con él momentos sublimes que quedarán grabados en el espíritu". Sarmiento observo por ese entonces lo que muchos se negaban a ver: el exilio de treinta años lo había apesadumbrado.
San Martín y Bolívar, en la voz de Sarmiento
Sarmiento además buscó en esa reunión tomar de primera mano lo acaecido en aquel mentado encuentro de Guayaquil (1822) entre Bolívar y San Martín. La charla de 1846 le servirá de base para su exposición ante la Academia de Historia de Francia. La magistral conferencia brindada giró sobre la entrevista de Guayaquil y el renunciamiento patriótico de San Martín. Fue meses después de aquel encuentro en Grand Bourg. Entre los notables asistentes, había un testigo protagónico y emblemático de la situación: José de San Martín.
"Sanmartinmanía": imitar y no solo idolatrar
"Con vigorosa elocuencia trazó un paralelo entre el argentino y el venezolano. El primero era el paradigma del patriota grande y desinteresado que había sacrificado sus ambiciones personales en pos de cerrar el ciclo de la independencia, el segundo representaba el egoísmo y la obsesión por el poder sin límites. La presencia de San Martín constituía un aval tácito a las manifestaciones de Sarmiento, por lo que no pocos historiadores consideraron el discurso de París como una de las piezas fundamentales para sostener la teoría del patriótico renunciamiento". (Martín Blanco - Instituto Nacional Sanmartiniano)
La visión de los cóndores
En sus últimos momentos de vida, San Martín le escribirá a Las Heras tras haber conocido a Sarmiento: "la aplicación e instrucción de este joven compatriota lo hacen acreedor a toda consideración, pudiendo asegurarse, desde ahora, que tendrá un porvenir distinguido". Los años venideros le darán una vez más la razón al General. Mientras tanto, ese mismo Sarmiento que a los años sería presidente, escribía en 1857 aludiendo al ilustre héroe de la causa independentista: "San Martín ha sobrevivido a sí mismo y sentado en las playas que limitan el mar proceloso de la historia, ha podido oír lo que vienen diciendo de él las generaciones futuras".
Será justicia
San Martín y Sarmiento. Dos generaciones. Dos momentos históricos. Un solo ideal: el bienestar de la patria.
"Le cabe a Sarmiento el noble mérito de haberlo evocado en un momento muy particular, donde inexplicablemente la insigne figura del Libertador estaba ensombrecida por la crueldad del olvido y la ingratitud. No obstante, las adversidades y la incomprensión de muchos de sus contemporáneos, el Padre del Aula, con pasión sanmartiniana luchó con la espada, con la pluma y la palabra, para encauzar y poner en la palestra de la gloria el nombre del General San Martín". (M. Blanco)
Será también Sarmiento el que recibió con todos los honores, junto al Presidente Avellaneda, la repatriación de los restos mortales de San Martín en 1880. "Me cabe el privilegio al recibir las cenizas del Capitán General D. José de San Martín, que aseguró la Independencia de nuevas repúblicas"; sostuvo en su discurso Sarmiento ese día. "La educación es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la Independencia". Fueron palabras de San Martín, cuarenta años antes de conocer a Sarmiento.