Entrar o no en la Promoción

Es un parche incluir a Mendoza en el régimen de promoción del empleo que crearon para el norte luego de haberlo desmentido. Lo que hace falta es un rumbo económico claro para todo el país y con todas las provincias dentro, sin loterías ni condicionamientos.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El debate se ha instalado por estas horas y tal vez no dure mucho tiempo. La Nación creó un régimen de fomento del empleo para el denominado Norte Grande del país, San Juan pataleó porque le picaba cerca y la incluyeron. Mendoza le había creído al gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, de que su propuesta de una nueva "promoción industrial" había quedado en el pasado y hasta fue recibido aquí con los brazos abiertos, mientras volvía sobre sus dichos y los negaba. Claro, tenía los dedos cruzados y nadie lo advirtió. El régimen promocional, aunque muy distinto al que destruyó la economía de Mendoza entre 1973 y 2011, sí existía.

 Con los hechos consumados, unos quieren aplicar una vuelta más a la rosca de la crítica a la exclusión que hace torpemente de Mendoza el gobierno nacional y otros, sacar ventaja de su cercanía, anticipándose a anuncios que no se han hecho y tratando de dejar en off side o como desinformados o paralizados a los protagonistas locales de la gestión. Y puede haber una cuota de razón y otra, de cinismo: un cóctel berreta, pero de moda, al fin y al cabo.

La cuestión es que la solución planteada no es tal. La puja es por incluir a Mendoza en el chorizo de provincias bajo esa promoción del empleo que crearon para el norte del país, pero esa no es solución alguna. Las políticas públicas vinculadas a la economía resultan desastrosas cuando se aplican como parche o bien, como remedo a reclamos de una u otra. Terminan generando desequilibrios con el resto para alimentar solo con sus tira y afloja al momento político. Y promueve un sistema que muy poco técnicamente podría llamarse "el que no llora no mama", poniendo una vez más al gobierno federal más como feudal que como lo que debiera ser.

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Aceptar este escenario de discusiones deja de lado la principal, desde que el electorado castigó al gobierno anterior para buscar a alguno que fijara un rumbo económico como país. Lo único que se logra sumando o restando provincias, o tentándolas a que se quejen para sumarlas luego y facturarles el hecho después es un sistema de subordinación al poder central.

Dicho de otro modo: primero se pone en riesgo la situación provincial (ya delicada) generando ventajas comparativas a su alrededor; se pide ser incluidos en ese sistema de ventajas (aunque muchos otros estados no lo estén) y se termina siendo parte de un club cuya cuota de ingreso es más cara que los servicios que podría prestar. Consecuencia: una trampa en la que lo que se pierde es autonomía.

¿Qué otras cosas podrían hacerse? Probablemente en el actual contexto económico pocas son las opciones y muchas provincias estén entrampadas en la enredada maneja nacional, como Mendoza. De allí que el gobierno de Rodolfo Suarez haya decidido apelar a acciones reclamatorias de largo plazo, como recurrir a la Justicia, de modo de dejar un precedente y poner un hito en una negociación de carácter superior, condicionada como está la provincia por múltiples factores.

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Pero en el fondo, subsiste el gran problema: no hay un rumbo cierto económico, señales que indiquen cuál es el modelo de país. 

La pandemia lo mancha todo y también pone en situación difusa las alternativas porque tampoco se sabe muy bien qué hay afuera, en el resto del mundo.

Pero los tiempos del "ensayo y error" se agotan sin anotar algún acierto. Los parches se caen, tarde o temprano.

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