La Ley Micaela y por qué #NoMásReinas
"No me cabe aún en la cabeza que Mendoza dude si sostener o no la elección de las reinas vendimiales", dice la autora de esta nota, Verónica Piñol.
Todas las mañanas tengo una rutina (no muy sana por cierto) de recorrer las noticias por varios diarios digitales. Temo abrir y encontrar una noticia de niñas, niñes, mujeres, personas desparecidos/as, una joven que no encuentran, grupos de whatsapp que explotan porque una amiga no volvió a casa, y la peor de todas que la mujer que anunciaban ayer como desaparecida hoy está muerta.
Muere en la Argentina una mujer cada 22 horas (enero 2021) y lo que no me cabe aún en la cabeza que Mendoza dude si sostener o no la elección de las reinas vendimiales, reducto de una de las violencias madre de todas que es la simbólica, porque en sus entrañas se encuentran la dominación, la discriminación y la desigualdad más sutil y naturalizada de nuestra sociedad.
Peor aún un Estado que ha decidido transversalizar el género a través de la Ley Micaela, no puede poner en duda que esto es necesario.
Guaymallén le quiere poner fin a la monarquía vendimial
El Estado provincial que ser precia de ser un Estado que ahorra y achica, podría pensar también cuánto del presupuesto provincial y municipales asignan al mantenimiento de esta estructura monárquica y mentirosa de representantes del pueblo.
Ya que estamos podríamos pensar todas las estructuras estatales caducas que sostienen a nuestra industria principal el vino, que sabemos que las manejan unos pocos que imponen la agenda de la política vitivinícola. Tocar a las reinas, a sus majestades, es poner en cuestión muchas tradiciones caducas, actores y actoras que defienden lo rancio, lo obsoleto. Inclusive pienso que los defensores de sostener, resistir a los cambios para defender estas tradiciones deberían conocer los argumentos de las violencias.
Sería oportuno, que con el marco de la Ley Micaela de apoyo, pudiéramos observar cuántos de esos paladines (funcionarios/as, empleados/as estatales) no tienen en sus legajos alguna denuncia por violencias o alguna prohibición de acercamiento, el no cumplimiento de cuotas alimentarias, y otros, además del paso obligatorio por la capacitación de esta ley.
Una Vendimia acorde a los nuevos tiempos
Sólo así podemos sentar las bases para comenzar un diálogo sobre si queremos o no la elección de reinas vendimiales. En tal sentido, un Estado presente y comprometido en la lucha contra la violencia que día a día sufren las mujeres, se contradice a sí mismo cuando autoriza y financia concursos de belleza o elecciones de reinas.
Sabemos del peso de las tradiciones, pero no podemos dejar de insistir en que las elecciones de reinas en fiestas populares representan una de las formas de violencia simbólica más naturalizadas por parte de los organismos gubernamentales en nuestro país.
Hay antecedentes nacionales que han terminado con esta discusión. Que las reinas, virreinas, princesas y otros títulos sostengan un circo turístico (para pocos) sobre el vino, parece honesto decirlo, pero que sus majestades sostengan esta posición como privilegio por sobre otres para ocupar espacios representativos es poco razonable. Fue el Día del Trabajador Vitivinícola y la Trabajadora Vitivinícola ¿Alguna de ellas salió a ponerle voz allí? Sólo algunas imágenes amigables para sostener la industria.
A diferencia de la violencia física, difícilmente discutible, la violencia simbólica no se ejerce directamente, sino que consiste en la imposición cultural de sujetos dominantes hacia sujetos dominados, mediante la naturalización del dominio y las jerarquías así como de los roles y estereotipos de género. Estos modelos sociales son eficaces no sólo para los sujetos hegemónicos, sino que son reproducidos con la participación de los propios sujetos dominados.
No quiero más elecciones de reinas, princesas de ningún tipo, ni quiero mujeres empoderadas en un concurso de belleza o de lo que sea.
No nos merecemos puntajes, miradas, favores políticos para representar una industria que en los lugares claves sólo hay hombres decidiendo. Ocupemos espacios representativos en los lugares de decisión, en dónde podemos cambiar políticas.
Apoyo la fiesta, la celebración, de todos/as/es.
La cultura que nos promueve como personas, pero estoy obligada a manifestarme porque la ley Micaela nos invitó desde que se implementó en Mendoza a pensarnos en nuestras prácticas cotidianas para evitar más muertes, más discriminaciones, y desigualdades. No a la elección de reinas provinciales, municipales y de lo que sea.
Sí a ocupar espacios por nuestras capacidades, habilidades, y merecimientos.
LA AUTORA. Verónica Piñol. Capacitadora de la Ley Micaela.