Gabriel Rolón, y la necesidad de hablar del miedo a morir y el contagio de la pena en pandemia
Una pausa a los temas políticos y económicos para hablar de nuestra existencia y nuestra inexistencia con Gabriel Rolón, autor de "El Duelo". El miedo a morir en la pandemia como eje central de la entrevista. Rolón: "La peste esta develando las almas malas y las buenas también".
"El Duelo" es el título del nuevo libro de Gabriel Rolón y nunca podría haber sido más oportuno su aporte para comprender cómo encarar un proceso de superación de las pérdidas, personales, sociales, económicas y de todo tipo que la pandemia está dejando como una marca a fuego en todos.
El libro está dividido en dos partes y el autor recurre magistralmente a los clásicos literarios para abordar un tema espinoso y por qué no, tabú: la muerte.
¿Por qué no hablar de la muerte en tiempos en que el miedo a perder la vida por acción de un virus condiciona los comportamientos casi en forma generalizada?
Rolón habló con Memo y fue una charla no solo interesante, sino útil. Fue mediante una transmisión en vivo de un Zoom, pero decidimos desgrabarla para que su fin se concrete.
- ¿Está bien que la gente hable de la muerte?
-Está muy bien, ¿cómo no hablar de pérdidas en este momento? Ahora se habla mucho y está bien que se hable. Lo peor que puede hacerse es quitarle las palabras al dolor de la pérdida. Una de las cosas más difíciles que tenemos que aceptar, sobre todo a esas personas que han perdido un ser querido, es que se han prohibido todos los funerales y reuniones, y eso nos ha dejado sin ritos, sin esa herramienta de simbolización del dolor, sin esa palabra de aliento del que se arrima, te pone una mano en el hombro. Entonces, creo que esta situación es excesivamente cruel y traumática, porque ese primer paso que tenemos que dar ante la pérdida no lo podemos dar.
Yo creo como analista me voy a encontrar con duelos traumáticos dentro de muy poco tiempo, nos vamos a encontrar con personas que no pudieron darle la mano a un ser querido, que no pudieron despedirse, entonces me parece que al menos que podamos hablar está muy bien. Y es cierto, que los medios repiten cifras, cantidad de contagios, muertos, pero no tienen la función de darnos alguna herramienta para comprender lo que nos está pasando. Sería mucho pedirles igual, ni los profesionales mismos tenemos las herramientas, ninguno está preparado para esto, que rompe con toda nuestra cultura de cómo se lleva adelante una perdida.
- ¿Considerás que la pena termina siendo también algo contagioso?
- Allí aparece un proceso que se llama identificación, en la que uno se hermana en esta situación. Por lo general, uno tiende a desviar la mirada de la muerte. Entonces vos te parás en un semáforo y al lado tuyo se para un coche fúnebre y vos seguís escuchando la radio, seguís tu vida. Yo creo que este proceso pandémico nos hace pensar que ese que está ahí podría ser nuestro padre, nuestro hermano, podríamos ser nosotros mismos, porque estamos todos siendo atacados por este virus, entonces nos ha permitido realizar un proceso de identificación mucho más amplio, habitualmente tratamos de quitarle peso a esa muerte. En esta situación no podemos evitar hacer una mirada interna. Eso es lo que tienen estos fenómenos de muerte masiva, yo creo que por eso vamos todos un poco ensombrecidos. Y en este proceso todos hemos perdido algo, o un familiar querido, o un sueño, o ahorros, o un abrazo.
Repasá la entrevista a Gabriel Rolón hablando de su libro "El Duelo"
La humanidad está en duelo y pérdida, y nosotros, por ejemplo, que tan poca empatía tenemos con los ingleses, miramos los muertos que hay en Londres y nos conmovemos, porque nos tocó estar del lado de los humanos, y en ese sentido nos hermanamos como especie.
- ¿Vos notas que a la pandemia se le puede acreditar ese proceso de duelo completo, en lo político, en lo sanitario, en todo lo demás?
- Yo creo que la pandemia desnuda ciertas injusticias y se pone en movimiento desde lo más noble de nosotros. Por ejemplo, un enfermero que gana dos pesos con cincuenta y pone todos los días su vida en riesgo, hasta lo más canallesco de nosotros que es algo que trata de sacar algo político o económico de esto. Albert Camus dice que "lo malo de las pestes no es que se llevan algunas vidas, si no que develan todas las almas" y a mí me parece muy fuerte. Nuestras almas están desveladas y el que es miserable lo muestra y el que es buena persona, también. Esta pandemia demuestra de que estamos hechos todos nosotros, y se ve también en las casas, uno se da cuenta si esta con alguien solidario, comprensivo o con alguien que por el contrario es un egoísta, yo esto lo veo con mis pacientes. Los momentos de duelo nos definen. En ese sentido la pandemia pone todo de manifiesto, entonces no me asombran ni los heroísmos, ni las bajezas de la especie humana en esta situación.
- Y ahora que estamos todos encerrados, ¿se pone en riesgo toda la cultura familiar?
- Yo creo que, estos nos ha obligado a encontrar organismos y defensas nuevas, nos ha obligado a estar muchas más horas juntos de lo que nos hubiera gustado, nos ha obligado a muchas cosas, intentar una solución nueva es obligatorio. Enfrentar problemas nuevos con armas antiguas no sirve, y en eso también están los vínculos internos. Hay parejas que han descubierto lo importante que es el abrazo, el cariño, la palabra, el erotismo y el sexo también como generador de placer en una época que todo es dolor. Creo que vivir es enfrentar dificultades azarosas e imprevistas, seria buenísimo que aprovecháramos este tiempo para sacar soluciones y conclusiones, para bien o para mal, para reforzar amores o para disolver vínculos que ya no nos importan.
- ¿Por qué hiciste un libro que se llama "El duelo" y por qué decidiste abordar esos temas?
- Porque hay dos temas que recorren mi vida, el amor y la muerte. Del amor ya había escrito. Yo tenía dos ensayos uno del amor y otro de la pasión, y sentía que me faltaba de alguna manera exponer lo que perdía. No existe un ser humano que no haya perdido. Nacer es perder. Para nacer tenemos que perder un mundo protector, intrauterino, donde había necesidad, no tenía necesidad de esforzarme para nada. Entonces creo que no hay mejor manera que la vida nos pueda demostrar que se va a tratar toda la existencia de superar perdida tras perdida y de construir sueños a pesar de lo perdido. Y en general tenemos asociado al duelo y a la muerte, y yo quise escribir este libro para darle un lugar de respeto al duelo, porque para mí el duelo es la manifestación más fuerte de la vida, es la prueba tremenda y dura de alguien que no se quiere morir con sus muertos, alguien que no quiere desvanecerse con sus pérdidas, el duelo me parece como un noble trabajo que estamos invitados a hacer todos los que estamos atravesando una perdida. Es aquello que nos va a ayudar a sacarnos de encima tanta tristeza y tanto padecimiento, uno cuando sale de un duelo no es el mismo del que entro, tiene algo de menos y algo de más. Yo quise decir eso en el libro, que tenemos que aceptar que tenemos que morir un poco con lo que perdemos, para no morir del todo, y que tenemos que aprender a crear algo que no sabíamos que necesitábamos.
- ¿Por qué creés que duele tanto la muerte?
- Bueno ,porque lo inexplicable deja un vacío de sentido, lo que duele es no entender, es no saber. La religión ha sido un intento de solucionar esa angustia existencial, que venga alguien y nos diga, ´"bueno quedate tranquilo porque ahora está en los brazos de Dios". Intenta protegernos ante un vacío existencial, si uno tiene suerte, tiene fe y por ahí eso un poco lo calma, los que no tenemos esa suerte, nos tenemos que ver cara a cara con una realidad insensata, injusta e inabordable. Me ha ocurrido con la muerte de mi padre, que es la más fuerte que me ha tocado vivir hasta ahora, que me he tenido que levantar a la madrugada en una angustia impotente de no poder creer que ya no tengo la posibilidad de volver a verlo. Y se instala un vacío angustioso que duele como no duele nada, excepto la idea de que nosotros alguna vez también estaremos en ese vacío. Yo creo que la muerte de los seres queridos son como un anticipo, es como si la vida nos dijera "toma un traguito del gran trago que vas a tomar en algún momento, anda viendo como es" y es espantoso, es horrible y como no va a doler si es inexplicable, no hay forma de abordar con palabras o con pensamientos semejante vacío, por eso duele tanto.
- ¿Por qué te dedicaste a esto?
- Porque desde muy chico estuve en contacto con gente que había sufrido mucho, yo tuve una infancia muy rodeada de ensombrecidos, de gente con infancias muy duras, las personas más importantes de mi vida tenían en el rostro y en la mirada las marcas de las perdidas. Entonces, yo siempre me sentí inclinado a intentar escuchar a aquel que ha sufrido mucho, pero desde muy chico, te digo de los cinco seis años yo me sentaba a escuchar las pérdidas de mis padres, abuelos. Me sentía convocado porque sentía que al escucharlos, a ellos les dolía un poco menos, yo absorbía un poco ese dolo. Y entendí después de adulto y de estudiar mucho, que de eso se trata el psicoanálisis, de poder estar allí para poder vibrar con el dolor del paciente, asumirlo, compartirlo, para que después ese dolor insensato se vuelva un dolor simbolizable. A mí me sigue conmoviendo mucho me cuesta mucho cuando veo a alguien que está sufriendo, siento que me recorre esa pasión por la angustia del otro, me acerco a esa angustia para intentar contenerla y darle un sentido, y sabiendo que nunca va a dejar de doler, intentar que duela un poco menos. Los seres humanos nunca vamos a vivir sin dolor, pero tenemos que intentar que duela un poco menos, así dejamos un lugar para los sueños.
Dato extra: "El Duelo" va a ser presentado por el periodista Andrés Gabrielli en el marco del ciclo de presentaciones organizado por Grupo Planeta y Grupo América, este lunes a las 19 vía streaming, y transmitido por Canal 7 el domingo próximo también a las 19.