Tras no poder dirigir el BID, Béliz será parte de la "intelligentsia" del Vaticano
El actual secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación, perseguido durante el kirchnerismo -como Bergoglio-, arranca en una nueva etapa bajo el mando del obispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales de la Santa Sede.
Fue crucificado en su camino predicando por un Banco Interamericano de Desarrollo latinoamericano, católico y peronista. Pero el Vaticano le otorgó la resurrección política: Gustavo Béliz es ahora miembro de la centenaria Casina Pio VI, la Pontificia Academia de Ciencias Sociales de la Santa Sede.
Comparte espacio con la Pontificia Academia de las Ciencias, en donde se reúnen los Premios Nobel afines a la religión católica y alguna vez acordó el encuentro entre el papa Francisco y el fallecido científico ateo Stephen Hopkins. Es un ámbito al que podría llamarse como la "intelligentsia", "una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos", según la definición concreta.
Se dice que "solo llegan los elegidos", pero hay que considerar -para el caso del actual secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación- que los que eligen están bastante lejos de ser figuras espirituales. Son dos argentinos los que debían ponerse de acuerdo, y los dos son peronistas: Jorge Mario Bergoglio y Marcelo Sánchez Sorondo.
Béliz siempre fue considerado un "hombre de la Iglesia", aunque más vinculado a sectores que están en la vereda de enfrente de sus ahora jefes. De todos modos, queda demostrado un camino similar al del Papa, que estuvo enfrentado por los Kirchner durante gran parte de su década de gloria y ahora trabajan de consuno. No hace falta recordar que Béliz, exministro de Néstor, tuvo que autoexiliarse en Estados Unidos tras mostrar en TV la cara del espía Stiuso, por entonces aliado del gobierno, y al temer por su vida y la de su familia.
El funcionario nacional fue uno de los armadores que tuvo el ahora presidente Alberto Fernández a la hora de constituir equipos y desde su cargo al frente del Instituto de Integración Latinoamericana, el Intal del BID, armó una base técnica de sustento propio y para el estudio de los nuevos tiempos de robotización y digitalización del trabajo, que llegaron de golpe empujados por la pandemia.
Dos veces vino Béliz en los últimos años por tierras cuyanas, traído por el Foro Diplomático en Mendoza y ofreció conferencias en el Hyatt y en la UTN, y se lo vio con referentes locales tales como Arturo Lafalla, Gustavo Gutiérrez, Laura Montero y Carlos Abihaggle.
Impuso su mirada sobre la necesidad de comprender la dimensión de la sustitución del empleo humano por el tecnológico, pero no pudo influir en el gobierno nacional ante el peso específico de los gremios que impiden discutir una legislación laboral que abra a nuevas formas de trabajo, en lugar de negar -como Pedro a Jesús- tantas veces como quieran que el futuro ya llegó y que la intransigencia de los capos del sindicalismo argentino solo hace que se pierdan oportunidades, con tal de que sus empresas gremiales sigan recaudando.
Béliz ha resucitado. Se codeará de lleno con Sánchez Sorondo, el hombre que Hugo Moyano y la CGT tienen como auspiciante de numerosas acciones vinculadas a la "lucha antimafia", por ejemplo y podrá demostrar si está en este nuevo puesto para facilitar normas de vanguardia o conservarlas intactas, tal como están.
El gatopardismo histórico de "cambiar algo para que nada cambie", acecha siempre a las relaciones de la conservadora Iglesia y los empresarios sindicales que quieren conservar sus privilegios. Resta conocer su agenda y si seguirá o no trabajando en Argentina part time con la Casina Pio VI, y si un cargo empujará las decisiones del otro, o no.