Eduardo Da Viá, médico desde siempre: "Primero, el paciente; después, los honorarios"
Al hablar con el Dr. Eduardo Da Viá se comprende la dimensión de lo que realmente es "ser médico". Escuchar, parece ser la clave, y es lo que proponemos con esta nota, escucharlo y saludar a todos los que son médicos de cuerpo, mente y alma en su día.
Eduardo Da Viá es médico desde chico. Sí: desde chico, leyó bien.
Muy pequeño, cuando jugaba con los autitos alrededor de la mesa, le confesó a su padre: "Papá, soy médico". Su padre pretendió corregirlo: "No sos médico; querés y vas a ser médico". "No, soy médico", ratificó Eduardito.
Es que era seguidor de las carreras de automovilismo y jugaba a que en sus autitos iban Fangio o Gálvez. Y les hacía la revisión sanitaria. "Fangio tiene colitis, no va a poder correr hoy", diagnosticó el niño, cierta vez, ante la mirada atónita de los adultos de la casa.
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Y sí: allí estaba creciendo el futuro Dr Da Viá que muchos conocen que, además, se apasionó por una rama de la Medicina que es la cirugía. "A los 20 años realicé una operación de apendicitis", le contó a Memo esta mañana en su casa, un verdadero santuario de sus pasiones a las que sumó, con el paso de los años, la de escribir y contar, la de hacer cosas manuales y la jardinería.
A los 83 años no está activo: está hiperactivo, junto a su esposa. Las tardes las pasa en su taller "Davianci", una mezcla de Da Viá con Da Vinci. Su estudio y biblioteca conserva las fotos de sus maestros y compañeros de estudio que ya no están. Y las maquetas lo acompañan en todas las habitaciones, habilidad heredada de su abuelo.
"Seamos viejos dignos", propone, a sus 84. "No nos hagamos los jóvenes, pero tampoco nos quedemos quietos apoyados en una silla. Seamos viejos felices".
Hablamos con él en una charla que da gusto escuchar y que recomendamos compartir. Sus aprendizaje y ejercicio de la Medicina y un mensaje a los jóvenes que quieren ser médicos.