Lo bueno, lo malo y lo feo del proceso para conseguir vacunas en Argentina, según Diarios América
El Grupo de Diarios América analizó las campañas de vacunación de los países de Latinoamérica y destacó cómo la Argentina desperdició oportunidades de acceso más expedito a distintos inoculantes, entre otros problemas.
Las campañas de vacunación contra el Covid-19 en los países de América Latina encuentran muchos puntos en común, pero hubo algunos que lo hicieron mejor que otros.
El Grupo de Diarios América analizó los procesos para conseguir vacunas en el continente, calificó qué fue lo bueno, lo malo y lo feo del proceso, además de analizar lo ocurrido en cada país durante la emergencia sanitaria.
En general, el informe explica que sólo en algunos países fue necesaria una ley o un decreto para la adquisición de las vacunas, en casi todos se aceptaron las cláusulas de confidencialidad en los contratos con los laboratorios, la compra se hizo a través del Estado -con algunas ligeras variantes, como en el caso de Brasil- sin dar intervención directa a los privados, y en la mayoría de los países las compañías farmacéuticas realizaron ensayos clínicos de las vacunas en miles de voluntarios.
El informe, que responde a 11 preguntas específicas, toma en cuenta tres etapas del proceso: la negociación por las vacunas, los contratos con las compañías farmacéuticas y si éstas realizaron ensayos clínicos con voluntarios en el país antes de la campaña de vacunación.
En el caso de la Argentina, dice que:
Lo bueno fue la respuesta de los trabajadores sanitarios, la distinción de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la respuesta a la pandemia en los barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires, y el avance ordenado y rápido de la campaña de vacunación en algunos distritos del país, para lograr primero la cobertura de la población más expuesta al riesgo de contagio, como los adultos mayores y el personal que presta servicios esenciales, como salud, seguridad o educación.
Lo malo fueron las negociaciones para la adquisición de vacunas, que desaprovecharon oportunidades de acceso más rápido a dosis de distintos productores y favorecieron a productores con problemas de producción conocidos; la administración de la cuarentena, que afectó en el tiempo las actividades productivas, la escolaridad, la atención de otras enfermedades y la salud emocional y psicológica de la población sin lograr evitar en el tiempo nuevas olas de contagios; la compra y uso de insumos esenciales para una gestión eficiente de la pandemia, como los testeos para la detección oportuna y el aislamiento de casos y contactos.
Lo feo fueron los más de 100 mil fallecidos por covid-19, un relato oficial sobre la gestión de la pandemia con una comunicación deficiente del gobierno durante una emergencia sanitaria, en especial del Ministerio de Salud de la Nación, y el escándalo por un circuito paralelo de vacunación de funcionarios, militantes, familiares y allegados del poder en lo que se conoció como el Vacunatorio Vip y favoreció el desvío de vacunas.