Vuelta de Obligado, identidad y desarrollo nacional
El historiador Pablo Lacoste da una versión panorámica de lo que considera consecuencias de la batalla de la Vuelta de Obligado, que se conmemora el 20 de noviembre.
Al terminar la I Guerra Mundial, Francia e Inglaterra, desoyendo las recomendaciones del idealista presidente de EEUU Woodrow Wilson, se propusieron humillar a Alemania, con una serie de cláusulas vejatorias. Una de ellas fue, justamente, imponer la libre navegación de los ríos interiores de Alemania. Esta medida fue parte del paquete punitorio impuesto a Alemania en el Tratado de Versalles. El consenso de la Teoría de las Relaciones Internacionales reconoce estas prácticas como el tipo de actitud que no contribuye a la concordia entre las naciones. Veinte años más tarde estallaba la II Guerra Mundial.
El nuevo aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado genera la oportunidad de repensar el papel en el Mundo de América Latina en general y Argentina en particular. Algunos observadores, entre ellos el diputado Gustavo Cairo, tienen ciertas aprehensiones con esta fecha y dudan de su sentido e interés como Día de la Soberanía Nacional. Esto es comprensible y valioso, porque abre el debate, lo cual puede resultar estimulante y enriquecedor para todos.
En la base de la duda se encuentra el tradicional centralismo y abuso de poder del puerto de Buenos Aires sobre el desarrollo del país. También desata sospecha la polémica figura de Juan Manuel de Rosas, utilizada muchas veces por los grupos radicalizados y extremistas para fundamentar sus proyectos autoritarios, violentos y sectarios. Pero también podemos renovar el enfoque, para situar este tema en el contexto global y la historia universal.
Después de revisar los debates parlamentarios en Francia durante el bloqueo anglo francés a Buenos Aires de los años 1830, 40 y 50, juntamente con los documentos de Rosas, y de profundizar las acciones que entonces realizaban las Grandes Potencias en el resto del mundo, incluyendo África y Asia, particularmente en la Guerra del Opio, he podido detectar algunos elementos interesantes.
En primer lugar, la pretensión de las flotas de Guerra de Francia e Inglaterra, de imponer a la Argentina la libre navegación de los ríos interiores, no era una propuesta inocente ni un hecho aislado. Fueron parte de un proceso mayor, que incluyó otras acciones hostiles como bombardear Rosario y Magdalena; tomar a viva fuerza la isla Martín García; capturar la flota de guerra argentina; realizar desembarcos de fuerzas militares y realizar incursiones depredadoras en las costas argentinas; firmar alianzas con provincias rebeldes contra el gobierno de la Confederación Argentina; entregar armas y dinero a los grupos insurgentes para promover la guerra civil argentina y su virtual pulverización, tal como ocurrió con la Confederación Centroamericana, la Confederación Peruano-Boliviana y la Gran Colombia.
Todos sabemos que Rosas tenía costados oscuros y autoritarios, totalmente indefendibles; pero hay que reconocer que logró un objetivo clave: salvó la unidad de la Argentina, evitando su balcanización y fragmentación. Ellos mantuvieron unido un país que estaba a punto de partirse en múltiples partes menores, débiles e intrascendentes. Sin Rosas, sus leales y los héroes de la Vuelta de Obligado, no hubiera existido el milagro argentino de Sarmiento, Mitre, Roca y la Generación del 80; no hubiéramos construido los 40.000 km de ferrocarriles ni hubieran llegado los 6,5 millones de inmigrantes, entre ellos, los abuelos de la mayoría de los argentinos actuales. Jamás hubiera existido ese pasado épico que hoy, se lucha por recuperar.
Por eso es importante abrir la mente y reconocer los aportes de cada liderazgo en su momento histórico.
Además, la experiencia de la Vuelta de Obligado nos abre un mundo nuevo, hasta ahora inexplorado, de contacto con la mitad del mundo, con la cual nunca hemos construido lazos de cercanía y confianza: China.
En efecto, en tiempos de la Vuelta de Obligado, estuvimos en la misma trinchera que los hermanos del Celeste Imperio; ambos fuimos agredidos por las flotas de guerra de Francia e Inglaterra. En ese tiempo, los ingleses tomaron posesión de Hong Kong en China y de las Malvinas en Argentina. Ellos atacaron, bombardearon, destruyeron y trataron de abrir mercados para su comercio. Débiles entonces, nosotros debimos soportar de la mejor manera posible esos ataques, para salir adelante. Nosotros. Es decir, los sudamericanos y los chinos, en el mismo bando.
Si la industria del cine pudiera representar esos sucesos en una película o una serie para streaming, tendríamos la oportunidad de salir de nuestras limitadas miradas, y acercarnos más a la cultura china, para comenzar a descubrir todo lo que tenemos en común. Poco a poco, nuestra mirada comenzará a acostumbrarse a la oscuridad que actualmente nos impide verlo.
El patrimonio cultural de China es todavía un misterio para la inmensa mayoría de los latinoamericanos. Casi nadie sabe que, después de Italia (58), China es el país que tiene mayor cantidad de sitios reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad (56). Es un mundo de belleza por descubrir.
Qué hermoso sería abrir la mente y comenzar a construir un vínculo cultural con China y descubrirnos mutuamente. Como resultado, podríamos generar flujos de intercambio cultural y turístico. En vez de estar tan obsesionados por Europa o los mercados de turismo chatarra de Baradero, Cancún, Isla Margarita, Punta Cana y similares, podríamos abrir la mente y descubrir la riqueza del legado cultural chino. E invitar a ese pueblo a venir a América Latina a conocer nuestra identidad y patrimonio; nuestras fiestas y gastronomía; nuestros artistas y paisajes culturales.
Más allá de las polémicas históricas, la batalla de la Vuelta de Obligado puede ser el vórtice que nos ayude a crecer y activar nuevas ramas de la economía, como el turismo receptivo, lo cual puede marcar una diferencia importante para desarrollar el país, a partir del legado cultural de nuestros héroes.