Centenario de la visita real a Mendoza: el rey de Italia Umberto II
El historiador Pablo Lacoste trae a la memoria la visita, hace 100 años, de Umberto II de italia, y cuenta el contexto político y económico mendocino de la época.
Se cumplen cien años de la visita a Mendoza del príncipe Umberto de Savoia, más tarde coronado Rey de Italia como Umberto II.
Esta visita (agosto de 1924) se vio facilitada por las ágiles conexiones ferroviarias que Mendoza tenía entonces, tanto con Buenos Aires (F.C. BAP) como con Chile (F.C. Trasandino).
Su Alteza real fue recibida por las autoridades de la provincia de Mendoza, el gobernador Carlos Washington Lencinas y el vice, Bautista Gargantini.
Esta visita es parte del legado que dejaron los dirigentes de Mendoza Este a la provincia, por el papel que le cupo al vicegobernador y referente del departamento de Rivadavia, Bautista Gargantini, representante del ala alvearista del gobierno de Mendoza, quien se comprometió con el éxito de esta gestión. La educación recibida en Europa le entregó las competencias necesarias para valorar el significado social que podía tener, a futuro, la presencia de la realeza europea en la provincia, y se dispuso a aprovechar esta oportunidad.
Entre otros preparativos previos, el vicegobernador impulsó el mejoramiento de las instalaciones y equipamiento de la Legislatura, incluyendo muebles traídos desde Inglaterra para crear el ambiente adecuado para recibir a la realeza europea, estilo que el palacio legislativo de Mendoza ha mantenido hasta la actualidad.
La presencia del futuro rey despertó gran interés en el público, que se movilizó junto a estaciones ferroviarias, calles, avenidas y edificios públicos que sirvieron de sedes para las diferentes actividades de la agenda.
El príncipe participó de una serie de actividades oficiales. Hubo una ceremonia en la Plaza Italia, especialmente dedicada a la comunidad de inmigrantes de ese país (Figura 2).
Mayor solemnidad tuvo la visita a la Legislatura de Mendoza, donde se brindó una recepción en la cual fueron invitadas también autoridades civiles, religiosas y militares (Figuras 3 y 4).
También se asistió a una recepción en los palacios de Giol y Gargantini de Maipú (Figura 5).
Esta visita generó un rico patrimonio a través de los registros captados por los reporteros gráficos. Muchas de esas fotografías se atesoraron y publicaron en un álbum conmemorativo de aquella visita (Figura 1).
Esta feliz experiencia trascendió a través de las redes de la realeza europea y otros príncipes se interesaron en realizar el mismo recorrido. En efecto, al año siguiente, fue el turno de Eduardo de Windsor, príncipe de Gales y heredero al trono de Inglaterra (setiembre de 1925). Pero esta vez, Mendoza no tenía gobernador: estaba intervenida por el poder central y en su lugar se encontraba un comisionado, lo cual fue notado y manifestado por el príncipe de Gales. En efecto, a diferencia de lo ocurrido antes, esta vez el príncipe no tuvo ningún interés en visitar al interventor; simplemente lo ignoró; se limitó a hacer el trasbordo en la estación ferroviaria, para bajarse del BAP, subirse al Trasandino y continuar su viaje a Chile. Días después regresó a Mendoza en el Trasandino, y se limitó a reunirse con la comunidad británica, ignorando nuevamente al interventor.
En este centenario de la visita del futuro rey de Italia a Mendoza, queda la reflexión sobre la visión de sus impulsores. Ellos vieron que, para la proyección futura de Mendoza, para el desarrollo de su marca en el mundo, era relevante recibir a un príncipe europeo, dada la atracción social que se genera en torno a estas figuras, cargadas de leyendas y mitos.
En esta reinterpretación que estamos haciendo de la historia de Mendoza, con la incorporación de los aportes del Este provincial, lo interesante ahora reconocer que estos conceptos fueron pensados desde el departamento de Rivadavia; desde aquellos paisajes culturales de viñedos y olivares, se pensó invertir recursos tiempo y energía, en realzar una visita oficial, para fortalecer la visibilización de Mendoza, con todas las implicancias que ello podía aportar a su futuro desarrollo, como lugar atractivo e interesante.
Además, tuvo la visión de impulsar el registro fotográfico para la posteridad. Sus descendientes atesoraron aquel álbum y facilitaron que hoy se puedan difundir ampliamente, en el centenario de la visita real.