Amor en frecuencia política: Sarmiento y Aurelia Vélez, " ...pero el amor es más fuerte"
Una historia de amor entre Domingo Faustino Sarmiento y Aurelia Vélez. En tiempos en los que la pareja presidencial causan ruido en la realidad argentina, un poco de historia, desde la pluma de Gustavo Capone.
No redundaremos en una faceta reconocida por todos. Sarmiento fue uno de los estadistas más grande de la historia de nuestro país. Fue un progresista que se adelantó en décadas al curso de los nuevos tiempos e interpretó como nadie el valor sustancial de la educación para trasformar la matriz cultural, política y económica de Argentina. Lo pensó, lo ejecutó y al tiempo sus ideas se concretarán en gran medida. Eso es indiscutible.
Hoy abordaremos otro costado. La historia de amor, poder y prejuicios que unió a Sarmiento con Aurelia Vélez, la hija de su amigo y también ministro, Dalmacio Vélez Sarsfield, quien se convertirá además en la operadora política antes de la llegada del sanjuanino a la presidencia en 1868.
La vida te da sorpresas
Aurelia y Sarmiento se volvieron a encontrar tras unos años. Sarmiento la había conocido en Montevideo siendo una niñita. Fue en tiempos de exilio, cuando tanto Sarmiento como Vélez Sarsfield debieron abandonar el país por los avatares políticos.
El nuevo encuentro fue distinto. Fulminante. Ella ya tenía 19 años. Culta y bella; formada en los mejores colegios porteños, y reforzada su instrucción, a través de la personalizada educación que le brindaba un intelectual como su padre. Cuando Dalmacio escribió el referencial Código Civil Argentino, ella fue su secretaria. La tarea hizo que se incorporará a temáticas como la política, la historia universal, la economía, el derecho. En la biblioteca familiar había una extensa colección de los clásicos griegos; había leído a todos. Amaba la literatura y escribía poemas. Era además la traductora de su padre. Sabía inglés, francés y latín. Tenía una convicción polemista, que se manifestaba en provocadores artículos periodísticos. Opinaba de arte como una especialista y le encantaba la danza. Sarmiento quedó impactado.
El nuevo encuentro
El marco de ese encuentro se produjo a partir de la incorporación de Sarmiento al diario "El Nacional" fundado por Vélez Sarsfield. Este diario revolucionó la historia periodística argentina. Fue el primer periódico de la tarde que publicó dos ediciones (mediodía y vespertina) y se caracterizaba por su fuerte sesgo político. El subtítulo lo definía: "Periódico Comercial, Político y Literario. Viva la Confederación Argentina". Qué mejor para Sarmiento. Es ahí donde comenzarán las frecuentes reuniones con la familia Vélez, y sobre todo con Aurelia.
No sos vos, soy yo
Hasta ese entonces ambas vidas ya eran complejas afectivamente. Distintas circunstancias amorosas habían marcado el corazón de Aurelia y de Sarmiento.
Aurelia se había casado a los 17 años con su primo, Pedro Ortiz Vélez, veinte años mayor y con quien convivió muy poco tiempo. La relación terminó abruptamente. En su libro "Argentina con pecado concebida" (Planeta; 2009), Federico Andahazi, textualmente, con ironía escribió sobre el asunto: "Pedro Ortiz, al llegar un día a su casa antes de lo habitual, abrió el ropero y se encontró un hombre oculto tras los abrigos. Mientras el furtivo visitante le explicaba entre balbuceos ‘que no era lo que parecía', Pedro Ortiz desenfundo un revolver y le metió media docena de tiros ante los ojos espantados de Aurelia". Lo cierto es que Aurelia tras el episodio volvió deshonrada a la casa paterna y Pedro fue declarado demente para evitar un juicio por homicidio.
La vida afectiva por el lado de Sarmiento también era complicada. "El padre del aula" siempre ostentó fama de "ojito alegre". Por ese entonces (cuando se reencontró con Aurelia) estaba casado con Benita Martínez Pastoriza. La había conocido en el exilio chileno, mientras Benita era esposa de Domingo Castro y Calvo. Sarmiento también visitaba seguido la casa de Castro y Calvo. Eran tiempos en que "bailes públicos, sociedades, máscaras, teatros, me tuvieron siempre a la cabeza", confesaría Sarmiento. En paralelo, el gobierno chileno lo enviará a estudiar los sistemas educativos a EE.UU. y Europa. A su regreso Benita había enviudado. Y ahí comenzará la relación "formal" entre ambos.
Sarmiento se casará con Benita, adoptará a Dominguito (hijo de Benita, a quien "las malas lenguas" también se lo atribuyeron al sanjuanino) y volverán al tiempo a vivir al país. Benita en San Juan junto a su suegra Doña Paula Albarracín, con Dominguito y también con Ana Faustina, otra hija de Sarmiento, fruto de la relación adolescente con María Jesús del Canto, cuando Sarmiento era maestro rural en San Francisco de El Monte.
Así como Benita se quedará en San Juan, Sarmiento se mudará a Buenos Aires a trabajar al diario de los Vélez. En simultaneo es nombrado Jefe del Departamento de Escuelas. Continuarán sus viajes, y la postre, será electo Gobernador por San Juan.
Sintetizando: la relación con Benita se romperá. La distancia y los viajes había hecho estragos; pero fue determinante el hecho que Benita encontrara varias cartas donde Sarmiento y Aurelia se juraban amor eterno.
"La mujer del presidente"
"Los avatares de la época son imposibles de describir en pocas palabras, pero podría decirse que el país se ordenaba y desangraba en la misma proporción. Y Sarmiento era una de las columnas de ese momento histórico. Y en ese momento es cuando comienza la relación con Aurelia, contra todos los pronósticos, contra toda esa realidad circundante, contra todas las posibilidades sociales y, por supuesto, contra Benita Martínez Pastoriza, quien descubre el romance y hace estallar el escándalo en la sociedad porteña" (P. Raffo). Pero hay más aún en este cuadro político y cultural de la época. Aurelia tras el asesinato cometido por su marido es obligada a abortar de un embarazo que llevaba meses. Es ahí donde aparece Sarmiento y la rescata del escarnio público y la condena social.
Aurelia fue mucho más que "la amante de Sarmiento". "Te amo con toda la pasión de que es capaz una mujer. Te amo como no he amado nunca, como no creí que era posible amar"; escribirá Aurelia a Sarmiento desde Buenos Aires. "Eres parte de mi existencia, porque cuento contigo ahora y siempre. Necesito tus cariños, tus ideas, tus sentimientos blandos para vivir"; responderá Sarmiento desde San Juan.
La tumultuosa vida política hace además que Sarmiento sea nombrado en 1864 como ministro plenipotenciario en Estados Unidos. Son tiempos de Mitre presidente. Ya había escrito "Facundo", "Viajes" y "Recuerdos de Provincia". Es en ese momento donde irrumpe Aurelia definitivamente en la escena.
La correspondencia entre ambos no cesó nunca. Ella no solo lo mantenía informado de lo que sucedía en el país. Operaba activamente con notas periodísticas firmando con seudónimos masculinos. Se reunía con adherentes y se convirtió en la principal activista, junto a Lucio Mansilla, en búsqueda de apoyos políticos que lograron convencer a Mitre para que promueva a Sarmiento como presidente. Y lo lograron. Sarmiento llegará a la presidencia en 1868. "La inteligencia de Aurelia no se limitaba simplemente a transmitir información o a realizar algunas gestiones. Alcanzó también a desbaratar intentos de boicot a esta candidatura que algunos adversarios urdieron usando a su propio padre". (Araceli Bellotta. "Aurelia Vélez, la amante de Sarmiento". Planeta. 1997).
Hasta que la muerte nos separe
"Se meten en mis sábanas porque es la forma más eficaz de destruir la honra de un hombre"; sostenía Sarmiento, ante la andanada de críticas de sus opositores que difundían sus amoríos. Ese era su "lado flaco", diríamos hoy. Ida Wickersham, su profesora de inglés en EE. UU. se enamoró perdidamente de él y quiso venirse a Argentina. Rosa Pavslovsky, médica rusa, también figurará entre las enamoradas de Sarmiento. La contrató para que viniera a Mendoza en momentos de la epidemia de cólera provincial y no pudo resistirse al sanjuanino.
Pero el gran amor fue Aurelia. Yendo a visitarla sufrió un atentado que por su sordera nunca se enteró. Dalmacio nunca aceptó su relación. Los diarios lo ridiculizaban en sus caricaturas. "Pero el amor es más fuerte". Y ya en Asunción, antes de morir Sarmiento la invitó, escribiendo: "venga, juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la vida".
"Ese hombre, fue mi hombre"
Eso sostuvo Aurelia cuando se enteró que inauguraban un monumento al prócer. "Me alegra que lo recuerden, pero a mí no me va a gustar ver su figura tiesa, convertida en bronce. Porque ese hombre fue mi hombre. Yo lo abracé y lo besé". Aurelia morirá en 1924. Había nacido en tiempos de Rosas y moría en la presidencia del radical Alvear. No fue sepultada en la bóveda de los Vélez Sarsfield. Muchos años más tarde, en 1964, los herederos decidieron que sus restos fueran cremados y depositados en un nicho del que ni siquiera se anotaron los datos exactos de su ubicación. Finalmente, en el 2000, por obrar la fecha de vencimiento administrativo del sepulcro y desconocerse quién había sido esta tal Aurelia Vélez, el destino de sus cenizas fue el osario común del Cementerio de la Recoleta". Qué tristeza. No solo la historia es ingrata con los grandes hombres de nuestra nación. También lo ha sido con mujeres como Aurelia, que pagaron el caro precio de hacer lo que sentían y decir lo que pensaban.