Los docentes argentinos son los que menos cobran en toda la región
Un informe expuso el nivel salarial de los docentes argentinos con los de otros países de la región. El Gobierno no puede negarlo. Temor por una tendencia irreversible a la pérdida de calidad de las universidades públicas nacionales. Escribe Silvia Mercado.
Manuel Adorni aceptó que los salarios del personal docente y no docente son especialmente malos. Ante una consulta, incluso, le dijo al periodista que compare lo que está ganando con lo que ganaba años atrás. "No, mejor no lo hagas", le recomendó al colega Diego Ruiz, de Radio Provincia que en la conferencia de prensa de hoy quiso conocer la opinión del Gobierno sobre el deterioro de los salarios de la universidad pública.
Se trata de un trabajo presentado en agosto por un grupo de profesionales organizados bajo la marca Universidad Pública Argentina (ganadora de un concurso realizado en 2023 para difundir la actividad universitaria), que acompañaron los rectores en sus reuniones con el Gobierno mostraron la evolución de la inflación en los meses de diciembre, enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio y julio, que dio un total de 134.54% de aumento contra el 56.97% que se incrementaron los salarios. Hasta agosto, la pérdida fue de 77.57%, con una pérdida del poder adquisitivo real de 33.33%.
Como lo fueron difundiendo los rectores desde el mes de febrero, cuando empezaron a advertir sobre las dificultades para afrontar los gastos mínimos de funcionamiento, el 92% de los docentes sin antigüedad cobra un salario por debajo de la línea de pobreza y el 87% de los docentes con 10 años de antigüedad cobra un salario por debajo de la línea de pobreza. Desde julio, la situación en concreto no solo que no mejoró, sino que empeoró, porque la inflación siguió su curso en baja, pero todavía lejos del 0 estadístico. Tal vez con el 6.8% que el Gobierno anunció compulsivamente, sin acuerdo con los gremios, puedan recomponerse mínimamente.
Frente a ese dramático panorama, que el Gobierno no tiene forma de negar, el propio Javier Milei dice y repite que no está en sus planes cerrar las universidades públicas. Adorni expresó que "muy lejos de eso, nuestra idea es fortalecer la calidad del primario y el secundario, para que los alumnos puedan llegar mejor preparados" a la instrucción en tercer grado.
Pero es difícil creerles.
Sucede que es probable que el Gobierno no tome la iniciativa de cerrarlas, pero entre los magros salarios y los ataques permanentes, que provocan la reacción de la militancia más radicalizada de las facultades, que a su vez es respondida por la militancia más radicalizada de los libertarios, la universidad pública parece haber iniciado un camino hacia la paralización de clases.
Ya con la situación salarial, son muchos los docentes que vienen trasladándose a otros países de la región, donde no solo cobran sueldos decorosos, sino que son respetados por la comunidad, no sufren agresiones, pueden dedicarse a lo que les gusta, que es enseñar. No es un proceso que se inició en el gobierno de Milei, pero la tendencia se profundizó y hay quienes temen que sea irreversible.
Si se toma el salario de un profesor titular con dedicación exclusiva, un docente argentino gana 1.124,55 dólares, contra 1703 que se gana en Colombia, 1.807 en Paraguay, 1996 en México, 2155 en Perú, 2170 en Bolivia, 2318 en Chile, 2786 en Ecuador, 3.338 en Costa Rica, 3.443 en Uruguay y 4.231 en Brasil. Las diferencias son apabullantes en todo sentido, también si se compara cuánto sale un alquiler o el transporte público en dólares, comparado con los países vecinos.
¿Es verdad que el Gobierno no quiere cerrar la universidad pública?
La intelectualidad de todos los colores políticos no cesa en el debate. Hay quienes están seguros de que lo que busca Milei es destruir la calidad de la educación pública para que sea privada, y así sacarle al Estado un gasto que parece incomodarlo, no tanto por su volumen, como por su influencia en la ideología de las clases medias. "Quiere que la educación sea para las élites", es un comentario que más se escucha en el mundo universitario, mientras distribuyen dichos del Presidente antes de serlo y más actuales del diputado Bertie Benegas Lynch a la periodista Romina Manguel que, de todos modos, se esfuerza por negar.
Tal vez solo se trate de impericia. Pero como ya se contó aquí, un diputado del PRO que conoce como ninguno la situación de la educación en la Argentina, y que buscó hasta último momento que el Gobierno llegara a un acuerdo con los gremios docentes y no docentes, "no hay peor enemigo para un gobierno que la universidad porque se sabe cuándo empieza el conflicto, pero no cuando termina".
¿Será eso lo que quiere Milei?