Murió Rafael Rey, el cura mendocino que más conocía a Bergoglio
Una entrevista del archivo del periodista Gabriel Conte a un obispo mendocino que marcó su tiempo y luego, se fue de los cargos jerárquicos dando un portazo: Rafael Rey, que ayer murió.
Rafael Eleuterio Rey murió el martes a los 91 años. La noticia fue confirmada por el obispado de Zárate-Campana, Buenos Aires, sede episcopal de la que fue obispo diocesano entre 1991 y 2006.
Su trayectoria no estuvo exenta de protagonismo y compromiso, llegando a talar en discusiones de temas políticos y sociales a nivel nacional y, en Mendoza, en su paso por la jerarquía católica, fue un vínculo con los sectores más postergados.
"El actual obispo, monseñor Pedro Laxague; el obispo auxiliar, monseñor Justo Rodríguez Gallego; el Presbiterio y la comunidad diocesana de Zárate-Campana se unen a los obispos de Mendoza, a sus familiares y amigos y a ‘esa diócesis a la que tanto amaba'", manifestaron desde la diócesis bonaerense en referencia al Clero de la Arquidiócesis de Mendoza.
El obispo que no habla, habló: "Hay muchos en la Iglesia dispuestos a mandar a la gente al Infierno"
Rafael Rey nació en Lunlunta de Maipú, el 18 de abril de 1933. Luego fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1958. Después, el 30 de abril de 1983, el papa San Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Ilta y auxiliar de Mendoza.
Rey recibió la ordenación episcopal el 3 de julio de 1983 de manos de monseñor Cándido Genaro Rubiolo, arzobispo de Mendoza. Los coconsagrantes fueron monseñor León Kruk, obispo de San Rafael, y monseñor Carlos González, obispo de Talca, Chile.
Años después, designado como obispo de Zárate-Campana el 18 de diciembre de 1991, tomó posesión e inició su ministerio pastoral como segundo obispo de la diócesis el 21 de marzo de 1992, a la que renunció por "razones de salud el 3 de febrero de 2006", pero muchos saben que en realidad fue por su gran disconformidad con una serie de hechos y decisiones dentro y fuera de la Iglesia.
Una entrevista para el recuerdo y repaso
El obispo que no habla, habló: "Hay muchos en la Iglesia dispuestos a mandar a la gente al Infierno". Por Gabriel Conte
Rafael Rey fue una de las cabezas de la Iglesia en Mendoza y obispo de Zárate Campana, de donde se fue dando un portazo. Un diálogo con él hace más de una década, rompiendo su silencio desde un refugio en la montaña.
Hay una versión que se repite religiosamente: "El ´monseñor´ no habla". Residente entre las montañas de Potrerillos, el obispo emérito Rafael Rey, encuentra a Dios "esperando detrás de cada piedra". Lejos del mundanal ruido urbano, tras pegar un portazo como obispo de Zárate Campana y denunciar que el menemismo lo quiso coimear como titular de Cáritas, fue a saludar al por entonces cardenal Jorge Bergoglio y, al trasponer una Plaza de Mayo atiborrada de gente protestando, rechazó la invitación a ser parte del equipo del ahora papa. "Mentalmente, mientras caminaba por la plaza me acordé de Potrerillos. Cuando Bergoglio me hizo la oferta, no lo dudé un instante: Potrerillos era mi destino. Y no cambié nunca de opinión", nos cuenta ahora que rompió el silencio, motivado por "este nuevo cambio que inicia el papa", y que lo entusiasma a empezar de nuevo, a sus 80 años.
Claro que prefiere hablar del futuro y no del pasado. Perteneció al «Grupo de los 27que, en los años '60, se reveló contra el obispo mendocino Buteler pidiendo se apliquen las reformas del Concilio Vaticano II y, de este núcleo, surgió la corriente de sacerdotes del «Tercer Mundo».
De su juventud mencionará sus años de sacerdocios y su amistad con Bergoglio. En 2011 participó de los juicios por delitos de lesa humanidad en Mendoza, en su calidad de ex capellán del Ejército durante la dictadura, época de la que ha sido muy crítico, pero sobre la que, sin embargo, no pudo echar luz en sus testimonios y, por ello, terminó criticado por los organismos de derechos humanos.
Rey afirma unas cuantas cosas en su diálogo desde la montaña: que Bergoglio "no tuvo nada que ver" con la dictadura, que le parece "una tontera" que la presidenta Cristina Fernández haya comparado al papa Francisco con Néstor Kirchner y también que muchas veces son los propios curas los que expulsan gente de la iglesia católica. Para Rafael Rey la mediatización del papa no es marketing, sino "un nuevo comienzo".
La primera llamada se vio interrumpida. "Es que -dijo- tengo que ir hasta Las Carditas a celebrar misa. ¿No me llamaría mañana?". El miedo a que fuera a retomar su silencio fue la primera impresión del periodista interlocutor. Pero no quedaba otra cosa que hacer. Esperar hasta el día siguiente.
Quedamos en una hora fija. Y estaba sentado junto al teléfono. Quería hablar y se trataba de la primera vez en mucho tiempo.
- ¿Y de qué le parece que hablemos? Me imagino que sobre el papa...
Claro, esa es la idea. ¿Está al tanto de lo que pasa con el Papa, sus dichos, los discursos en Brasil?
- Sí, por supuesto.
¿Tiene televisión allí?
- Tengo DirecTV, así que de vez en cuando pongo el canal ese EW... EWTN...
¿El canal católico? ¿No se aburre?
- Ese. Pero no (risas), de lo que pasa me informo viendo también TN, últimamente ha estado mucho el papa, aunque también pasan muchísima información de cosas que pasan en el país... cuando falta información del papa, vuelvo al EWTN. De las cosas de Mendoza estoy menos al tanto, lamentablemente, pero me entero porque escucho la LV10.
¿Usa internet?
- La usaría si tuviera conexión, pero en la zona no hay. Una lástima.
Y a primera vista, ¿qué le parece lo que ha hecho el papa en estos cuatro meses de papado?
- "A primera vista", ¡ese es el asunto! Sólo uno puede dar una primera impresión de lo que ve por la televisión, aunque también le puedo contar de cierta repercusión en la gente.
Vamos por el principio, ¿cómo vivió su elección como papa?
- Desde que fue elegido el papa quedé impresionado por lo que iba sucediendo. Mire: la elección del papa Francisco ha sido un gran acontecimiento para la Iglesia. Y le quiero explicar que cuando digo "acontecimiento" no me refiero a hechos que ocurren todos los días, sino que estoy hablando de "algo que irrumpe desde el exterior", con toda su fuerza y con todo lo que ello implica. Una irrupción de "lo nuevo" que rompe los engranajes de lo que está establecido. Y por supuesto que el "acontecimiento" siempre pone en marcha un proceso nuevo, algo imprevisible, algo que es y será diferente. ¡Y esto es lo que ha ocurrido!
Una vez que supo que Jorge Bergoglio era el nuevo papa, ¿se imaginaba lo que vendría?
- Ya lo conocíamos. Sabíamos todo lo que hacía desde el Arzobispado de Buenos Aires, desde las villas, cuál era su forma de actuar de toda la vida. Pero ocurrió algo nuevo cuando fue elegido papa y sigue ocurriendo.Todos los días nos sorprende con algo.
Usted dice que "ya lo conocía". ¿Es genérico o tuvo una relación más directa con él?
-Lo conozco desde que los dos éramos jóvenes. Ya tengo 80, soy mayor que él. Yo, en 1970, aproximadamente en esos años, era secretario del Arzobispado de Mendoza y después fui vicario general. En esos años él era superior provincial de los jesuitas. Habitualmente viajaba a Mendoza. Lo hacía con frecuencia para visitar a los jesuitas de la iglesia que está allí, en la calle Colón y San Martín...
...la iglesia del cura que espantaba a tiros a las palomas...
- (risas) Ah, eso no lo sé, no lo sé. ¿Así que le disparaba a las palomas?
Y dicen hacía repicar las campanas a tiros. Pero puede ser un mito urbano.
- (risas)
-El asunto es que siempre después de pasar por allí se iba a la capilla de ellos en el barrio San Martín. Después venía a saludar al obispo.
¿Bergoglio visitaba la capilla de "Macuca Llorens" entonces, allí en el barrio San Martín?
- Yo era muy amigo de "Macuca". Y sé de las visitas de Jorge a la comunidad del barrio San Martín. Me imagino que sí. Como era entonces como arzobispo que iba a visitar las villas, él no tenía ningún problema en ir al barrio San Martín y tal vez hasta quedarse a compartir y dormir allí.
¿Era Maresma o Rubiolo el obispo en esa época?
- Maresma. Monseñor Olimpo Santiago Maresma.
¿Y lo recibía?
- Lo recibía a Bergoglio, sí claro, pero siempre antes tenía que toparse conmigo que estaba en la secretaría y hablábamos más informalmente, hasta que establecimos una amistad.
¿Cómo siguió su relación en los años posteriores?
- Unos años después a mi me hicieron obispo. Al poco tiempo lo hicieron obispo a él también. Nos reunimos con frecuencia en asambleas de obispos y se trabó una relación mucho más grande. Después, cuando me jubilé, me fui a despedir del cardenal Bergolio. Y estaba en Campana, era obispo de la zona de Zárate y Campana y entonces lo primero que me dijo fue: "¿Por qué te vas a ir a Mendoza? Quedate conmigo acá". Y la verdad es que siempre venía a Potrerillos de vacaciones y atendía la capilla de La Merced en Las Carditas, cerca de El Salto. Yo ya tenía el proyecto de venirme a Potrerillos.
Se negó a quedarse con el futuro Papa.
- Y sí. Le dije que no. Pero también pasó algo determinante. Le voy a contar una anécdota.
Cuente.
- Ese día en que fui a despedirme de Bergoglio, había en la Plaza de Mayo una cantidad de marchas y contramarchas, bombos, insultos, peleas: un lío bárbaro. Y yo tuve que atravesar todo eso para llegar hasta el Arzobispado.
¿Fue en pleno 2001?
- No, ya era 2006. El asunto es que cuando pude pasar y llegar al Arzobispado, se me vino a la cabeza todo eso de la Plaza de Mayo y...
...Potrerillos...
- ¡Potrerillos! (risas) Así que mi decisión ya estaba tomada. Tenía un proyecto y acaba de confirmarlo: quería vivir tranquilo y no me arrepiento de nada.
¿Qué es Potrerillos para usted? Desde que se instaló, nunca más habló con nadie, salvo alguna excepción.
- Lo primero que tengo que decirle es que es el Paraíso en la tierra. Un lugar tranquilo y, como sacerdote, siempre he estado muy unido al desierto. El desierto es un lugar espiritual, que de alguna manera representa el encuentro con Dios, lleno de soledad, silencio y oración. Me encanta el desierto como lugar de encuentro con Dios. Vine para ayudar a la gente, pero también es un lugar privilegiado para encontrarse con Dios. Yo se lo digo a los que vienen de vacaciones que acá no hay distracciones, ni bochinche como en la ciudad. Detrás de todas las piedras, Dios está esperándolos. A cualquiera que se siente en una piedra, Dios lo espera. Eso es imposible en medio de la ciudad.
¿Y cómo sigue su vida religiosa allí, además de lo personal?
- Atiendo dos capillas: en La Merced de Las Carditas todos los días, y especialmente el sábado y el domingo y la que está a la orilla del Lago, frente al Automóvil Club Argentino. Cada domingo, a las 5 de la tarde. Tengo los bautizos y las comuniones, todo con gente que me ayuda.
Volviendo al papa: aunque lo conocía a Bergoglio desde joven, ¿le sorprenda que pueda hacer lo que hace y diga lo que dice siendo el papa, nada menos?
- Es que él siempre ha sido así. Lo que está haciendo ahora lo ha hecho siempre. No me sorprende. Lo que si yo recalco, es algo que creo que le mencioné antes: representa algo nuevo para cambiar las cosas. Yo tengo una experiencia ocurrida en Potrerillos también que sirve para saber cómo impactó su elección y hasta sus primeras palabras, allí en el balcón de la Plaza de San Pedro, apenas lo eligieron papa. Cuando apareció en el balcón dijo unas palabras breves y sencillas, y dijo aquello del "papa del fin del mundo", lo pronunció de tal manera que resonó de una forma distinta. Yo creo que por la humildad del papa Francisco, su sencillez, sus palabras llegaron al corazón de millones de personas. Lo que él había dicho en aquella oportunidad fueron palabras que conmovieron a los católicos: "Dios no se cansa de perdonar, no se cansa de tener misericordia, somos nosotros los que nos cansamos de tener perdón". Unos días después yo celebré la Semana Santa en Potrerillos y vino mucha gente. Es gente que tiene casa en la zona o que viene a pasar el fin de semana y que participan de la misa. Yo me quedé sorprendido porque muchísimos se vinieron a confesar. ¡Y me pasé la semana entera confesando!
Obviamente no me va a poder contar sus pecados...
- ¡Es que sí!: justamente, muchísima gente dijo que volvieron a confesarse después de muchos años por esas palabras que el papa había dicho en la ¨Plaza de San Pedro. Gente que había abandonado la práctica religiosa y que hasta se había alejado de Dios. Yo me quedé impresionado por la cantidad de personas que me repitieron exactamente lo mismo. El papa conmovió a toda esa gente. ¡Y mire que le estoy hablando de los que fueron a una misa en una capillita de la montaña mendocina, y nada más!
¿Cómo vivió las dudas sobre el pasado de Bergoglio y la dictadura?
- No es verdad. Yo he escuchado el testimonio de sacerdotes a los que él ha protegido en momentos en que había persecución contra algunos sacerdotes en el país. Lo que se dijo no es verdad, para nada. Él siempre ha tratado de ayudar a los que tenían dificultades y problemas.
Si ve la tele, seguramente se enteró de la especie de "amnistía" que el papa les dio a los gays. Es fuerte, porque es el papa y los papas siempre han sido muy herméticos, cerrados, circunspectos al respecto. ¿Qué le pareció a usted?
- Yo creo que el Papa... En fin...alguna palabrita puede haber causado sorpresa, pero en realidad lo que el papa ha querido expresar allí, desde mi punto de vista, es que un homosexual es un hombre al que tenemos que atender como a un hermano, y no podemos discriminarlo de ninguna manera.
Pero usted, ¿está de acuerdo con lo planteado por el papa? ¿Qué opina?
- Que lo que dice es verdad y que siempre tendría que haber sido así. Pero por allí en la iglesia hay algunos que están muy dispuestos a mandar al Infierno a mucha gente... Dios no es así. Es compresivo y compasivo y sabe esperar. Por eso el papa nos ha dicho que hay que considerarlo nuestro y hermano y si podemos ayudarlo, tenemos que hacerlo. Yo lo interpreto a través de esas palabras que él dijo: "Quién soy yo para juzgar a un gay". Exáctamente, él no es nadie para juzgarlo, sino que él y nosotros tenemos que ser un hermano para la persona homosexual. Sea o un gay o un criminal. Nuestra actitud no tiene que ser la de condenarlo, sino de ayudarlo.
En medio de tanta exposición pública y entusiasmo por el papa, ¿no representa un espacio de "marketing" para sacar de los titulares a la Iglesia que resulta cómplice de oprobios y que encubrió, inclusive con un papa muy querido y que es santo, como Juan Pablo, la pederastía dentro de la Iglesia?
- El papa Francisco quiere algo nuevo. Por eso está invitando a toda la gente para que seamos capaces de ser una Iglesia en la calle. Eso significa que cumpla aquel mandato de Jesús que no nos dijo que nos encerráramos en los templos: "Vayan a todos los pueblos, digan que soy el Mesías". El papa está planteando algo con mucha fuerza, nos está llamando a convertirnos en discípulos.
¿"Salgan a hacer lío", como dijo en Brasil?
- La verdad es que me sorprendió que haya usado la palabra "lío", pero él quiso ponerse a la altura de los jóvenes que estaban participando, para entusiasmarlos. Sí, sí, un poquito me sorprendió. Pero se explicó mejor cuando siguió hablando. Lo que dijo significa "salir de los templos para gritar, para proclamar que los jóvenes son capaces de vivir como discípulos de Jesús, de gritar su fe en Jesús, que sean capaces de ser discípulos misioneros. Que cuenten que Jesús les ha cambiado la vida. Mire: yo llevo 55 años como sacerdote y como obispo y soy testigo del cambio de muchísima gente porque la fe los llevó a cambiar. Y cuando el papa les dice "hagan lío", es para que no se queden haciendo reuniones en los salones parroquiales que no llevan a nada.
¿Descarta entonces cualquier interpretación política de la frase?
- No, no, no la hubo. Por cierto que tampoco estaba dirigido a lo que pasa en Brasil con las manifestaciones y todo eso.
Pero hubo política. ¿Vio que la presidenta llevó a su candidato bonaerense para que se saque una foto con el papa?
- Sí, sí. Lo vi. Bueno, hasta comparó al papa con Néstor.
¿Y fue oportuna la comparación?
- Es una tontera.