Según el EFW 2024, a nivel mundial, el gasto total en educación por niño no aumentó
El Informe del Observatorio de la Financiación de la Educación realizado por Luis Benveniste (director regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe) y Stefania Giannini (subdirectora general de Educación, UNESCO) el 2024 mostró deficiencias que urgen atender.
Sabemos que invertir en educación genera beneficios en el largo plazo, para las personas durante toda su vida y para las sociedades enteras. Pero también entendemos que, cuando se trata de financiar la educación, los problemas suelen surgir en los detalles: los Gobiernos deben invertir en educación de manera apropiada, eficiente y equitativa para obtener el máximo valor de los gastos que realizan.
En la última edición del Observatorio de la financiación de la educación (EFW), una publicación del Banco Mundial y la Unesco, se señala que el gasto total en educación de los Gobiernos, los hogares y los donantes ha aumentado de manera constante en la última década. Sin embargo, esto no se ha traducido en grandes incrementos de las asignaciones por niño, especialmente en los países más pobres con poblaciones en expansión. De hecho, a nivel mundial, el gasto total en educación por niño no ha aumentado.
Si es difícil para los países de ingreso alto garantizar un gasto en educación eficaz, esto es un reto enorme para los países de ingreso bajo, que se enfrentan a una doble situación: invertir en educación es un factor importante, si no decisivo, para erradicar la pobreza y fortalecer la resiliencia ante las crisis, pero los problemas de pobreza, carga de la deuda y crisis impiden que estos países inviertan al nivel necesario para cambiar sus trayectorias de desarrollo.
La crisis del aprendizaje y las habilidades profundiza este dilema, ya que los estudiantes no aprenden habilidades básicas y no están preparados para responder a las necesidades del mercado laboral. Ello ejerce presión sobre los sistemas educativos para subir el nivel de los alumnos y reduce su capacidad para realizar inversiones y reformas más amplias. Además, la combinación de las prolongadas repercusiones financieras de la pandemia de COVID-19 y el aumento de la deuda mundial ha limitado la capacidad de los países para realizar mayores inversiones en educación.
En el informe EFW se arroja luz sobre el estado del financiamiento de la educación, de manera que los países, los donantes, los asociados y las comunidades puedan tomar medidas informadas. Desde 2021, esta colaboración entre el Banco Mundial, el equipo del Informe de seguimiento de la educación en el mundo y el Instituto de Estadística de la Unesco (i), ha permitido analizar las tendencias del gasto en educación, y el monto que invierten los países en educación y cómo estas inversiones se alinean con sus necesidades de desarrollo, especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, que enfrentan los desafíos más graves.
En el Observatorio de la financiación de la educación 2024(i) se revelan cinco conclusiones principales sobre el estado del financiamiento para educación:
1. El gasto va en aumento, pero todavía no es suficiente para abordar la crisis del aprendizaje, especialmente en los países de ingreso bajo: En la última década, el gasto mundial en educación ha seguido una trayectoria ascendente, lo que indica el firme compromiso de los Gobiernos. Tanto los países de ingreso bajo como los de ingreso mediano bajo han aumentado el gasto anual en educación con mayor rapidez que los países más ricos. Sin embargo, en muchos países de ingreso bajo, incluso en aquellos que han alcanzado las metas de gasto en educación recomendadas para su nivel de PIB, los niveles absolutos de financiamiento siguen siendo demasiado bajos para garantizar un aprendizaje adecuado de los estudiantes. En 2022, el gasto anual por niño en los países de ingreso bajo no superaba los USD55(lo que equivale a USD172en términos de paridad del poder adquisitivo [PPA]) (véase el gráfico siguiente).
Gráfico1: Si bien el gasto mundial total en educación ha seguido una trayectoria ascendente en la última década, el gasto anual por niño de los Gobiernos en los países de ingreso bajo es insuficiente para garantizar un aprendizaje adecuado de los estudiantes
2. Pero gastar más no es suficiente si no se presta atención a la eficiencia y la equidad: Si bien el gasto total en educación ha aumentado desde 2010, el gasto por niño se ha estancado en gran medida, como reflejo de los cambios demográficos globales. Existe una clara correlación entre el aumento de la inversión en educación por niño y la mejora de los resultados educativos, especialmente en los países de ingreso bajo. No obstante, los países de ingreso bajo y mediano bajo a menudo tienen dificultades para asignar los fondos educativos de manera eficiente, lo que puede socavar el impacto de sus gastos. Para mejorar los resultados educativos, los Gobiernos deben gastar más eficientemente de maneras distintas según el contexto. Pero los componentes esenciales son los mismos en todas partes: mejorar la gestión de las finanzas públicas para asignar recursos a los programas más eficaces en función de los costos; atender con prontitud las necesidades locales, y mejorar la gestión escolar para optimizar el desempeño docente y el uso de los recursos disponibles. Por ejemplo, evidencias de Brasil, Colombia, Indonesia y Uganda muestran formas de mejorar el rendimiento estudiantil a través de políticas neutrales en función del presupuesto, como el otorgamiento de mayor autonomía en el gasto a los Gobiernos subnacionales (i) y la reducción del ausentismo docente (i).
3. Si bien el monto absoluto de la ayuda para la educación es elevado, su proporción con respecto al total de la asistencia para el desarrollo ha disminuido: A nivel mundial, la ayuda total para la educación alcanzó un récord de USD16600millones en 2022, frente a los USD14300millones de 2021, lo que representa un crecimiento anual real del 16%. No obstante, la proporción del total de la asistencia para el desarrollo asignada a la educación bajó del 9,3% en 2019al 7,6% en 2022, reflejo del cambio de prioridades de los donantes en materia de financiamiento para enfocarse en la energía, el apoyo a Ucrania y la atención médica para responder a la pandemia de COVID-19. En 2022, la asistencia oficial para el desarrollo representaba el 12,2% del financiamiento educativo en los países de ingreso bajo (frente al 13% en 2021) y solo el 0,29% del financiamiento total de la educación a nivel mundial.
4. La deuda ejerce presión sobre la educación: En los últimos 10años, el pago de intereses sobre la deuda pública ha aumentado con mayor rapidez que el gasto público en educación en los países en desarrollo. Algunos países de ingreso bajo y mediano bajo asignan casi el mismo monto de recursos per cápita al servicio de la deuda que a la educación. Los mecanismos innovadores de financiamiento para el alivio de la deuda a corto plazo, como la reestructuración, los canjes y los acuerdos de deuda por desarrollo, deben complementarse con una movilización de recursos internos continua, un gasto eficiente, una gestión eficaz de las finanzas públicas y un sólido crecimiento económico para garantizar que la población pueda recibir una educación de calidad.
5. Se necesitan más y mejores informes de los datos: Aunque alrededor de 7de cada 10países publican datos básicos sobre el financiamiento de la educación, la falta de datos desglosados por tipo de gasto o nivel educativo dificulta el seguimiento eficaz del financiamiento de la educación. Si bien pudimos acceder a más datos de hogares para el informe EFW de 2024que en años anteriores (cinco veces más puntos de datos), aún no hay datos posteriores a la pandemia disponibles, especialmente de los países más pobres, donde los hogares gastan mucho más de su bolsillo en educación en términos relativos. Sin la existencia de datos indispensables para entender todas las complejidades del problema, los responsables de formular políticas no pueden encontrar soluciones eficaces.
Alentamos a los países, los asociados, los donantes y las comunidades a utilizar estas conclusiones como punto de partida para la acción y a mejorar continuamente sus prácticas de recopilación, presentación de informes y análisis de datos. Todas las partes interesadas del sector educativo, incluidas nuestras propias organizaciones, pueden y deben priorizar el financiamiento de la educación y asignar los recursos allí donde tengan mayor impacto. Así, con inversiones en educación bien fundamentadas y precisas, podremos mejorar los resultados del aprendizaje para todos.