Control total: a Cornejo nadie le pone ministros

A diferencia de los otros cuatro gobernadores que tuvieron que compartir el poder repartiendo ministros, a Cornejo parece no hacerle falta y lo hará solo si consigue la fidelidad completa de quien elija, sea su amigo, su militante, técnico o persona que sume desde sectores ajenos a su fuerza, o desde el ámbito privado.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El radicalismo, a lo largo de sus 5 pasados gobiernos, ha demostrado diferentes formas de constitución de sus gabinetes provinciales. En su sexta experiencia, con Alfredo Cornejo como primer gobernador que cumplirá dos mandatos completos, quedará demostrado que solamente él tuvo el control total de quiénes lo acompañan como "ministros secretarios", tal la denominación formal que otorga la Constitución.


Los 7 ministerios que tendrá Cornejo

El talón de Aquiles del radicalismo fue históricamente su internismo y la disputa por el poder. Esa vocación de gobierno que demostró en Mendoza a nivel provincial, no siempre fue imitada ni a nivel nacional ni en los municipios, en general, en donde parecía conformarse con colocar los primeros cargos de legisladores y concejales, y acordar con quienes ganaran los ejecutivos.

En 1983 el gobernador Santiago Felipe Llaver se consagró gobernador con una fórmula de unidad que completó con José Genoud. El mandatario oriundo del departamento de San Martín venía de ser diputado nacional e integrar el espacio liderado por Raúl Alfonsín, Renovación y Cambio. Genoud era un joven y ambicioso exponente del ala conservadora, en donde todo demócrata tenía un pariente radical: primero fue Línea Nacional y después, Causa Nacional.

Su gabinete fue multifacético en lo interno, con preeminencia del sector de Llaver. Lo acompañaron nombres como Hugo Duch, Arturo González Martín, Luis Ignacio Bobillo, Cyrlen Zabala, Marcelino Iglesias, León Víctor Chade, Gerardo Andía, entre otros.

El siguiente gobernador radical pudo ser el propio Genoud, que ya era senador nacional y que además fue presidente provisional del Senado, pero se bajó de la candidatura en medio de la campaña y subió el silencioso pero ejecutivo intendente de la Ciudad de Mendoza Roberto Iglesias. "El Mula" repartió el poder. Su vicegobernador era peronista, el cuñado de José Bordón, Juan Horacio González Gaviola, pero su gabinete estaba repartido en todos los sectores del radicalismo. Así funcionó como un reloj en el tiempo de mayor crisis política, económica y social del país, en aquel "2001".

En el gabinete de Iglesias convivieron "celestiales" (los idealistas más progres) y "terrenales" (los conservadores), aunque empezaron a aparecer los "territoriales" o dirigentes municipales que querían hacer pata ancha y que se consagraron con Julio Cobos más adelante. Estuvieron Juan Carlos Jaliff, Leopoldo Orquín, Juan Manuel García, de nuevo Hugo Duch, Lucio Duarte, Aldo Ostropolsky, Rogelio Táber (socialista) y hasta Julio Cobos, en Ambiente y Obras Públicas.

A este último le tocó suceder a Iglesias en la Casa de Gobierno y su conformación de gabinete fue una mixtura de decisiones personales e influencia de su antecesor, al punto de que en algunas áreas pareció que tenían dos jefes al mismo tiempo: el nuevo y el anterior, que no se iba. Cobos tuvo a varios amigos personales, con diferente éxito, a cargo de ministerios: Francisco Quico Morandini y Osvaldo Tello.

En este período también aceptó injerencias puntuales como la de su ministro de Gobierno, Alfredo Cornejo. El exintendente de Godoy Cruz empezó a ascender rápidamente en política y fue ministro de Gobierno y dos veces de Seguridad con Cobos.

Hubo muchos recambios y pasaron por su gabinete Gabriel Fidel, Sergio Marinelli, Roberto Grillo, el sanrafaelino que se cambió de bando interno Miguel Bondino, el territorial Sergio Pinto, Ana María Gotuzzo, la capitalina Mariana Juri y Alejandro Gallego.

El cuarto gobierno radical fue el de Cornejo, que demostró que al gabinete lo ponía y controlaba él y nadie más, aunque le "prestaran" algún nombre. Sus alfiles fueron Lisandro Nieri, Gianni Venier, Dalmiro Garay, Rubén Giacchi, Claudi Najul (en reemplazo rápido por caída del anterior), Elisabeth Crescitelli, Enrique Vaquié, Martín Kerchner, Maria Paula Allasino, Diego Gareca y Humberto Mingorance.

El gobierno, en un solo puño y todos, a tiro de teléfono en monitoreo permanente.

Llegó Rodolfo Suarez casi como en un pacto con Alfredo Cornejo, que bajó a su delfín de las Primarias, que era Martín Kerchner. Y compartieron el poder. Todo indica que fue a cambio de que el exintendente de la Ciudad de Mendoza no generara un espacio interno propio. Fue así a tal punto que sus funcionarios más del riñón se quedaron sin futuro político prácticamente (como Mario Isgro, Nora Vicario, Víctor Ibañez, Raúl Levrino). Enrique Vaquié continuó por peso propio, pero vio truncada su proyección a la gobernación. Cornejo sostuvo a nombres propios como Lisandro Nieri, Humberto Mingorance y Natalio Mema. Mariana Juri jugó en tándem con Suarez y logró una banca en el Senado de la Nación, y ahora acompañará a su socio capitalino en la Cámara alta. Queda Víctor Peque Fayad, un jugador del equipo de Nieri, pero que nadie podría adjudicarse como propio, por carácter y tecnicidad.

Lo que viene será un gabinete típico de Cornejo: gente que le responde totalmente y con la que lo une confianza extrema, sean o no sus amigos. La lealtad es un valor que ha sabido exigir y que, además, de la que ha cosechado resultados en su gestión anterior, a tal punto de haberse podido proyectar una vez más y conseguir este hecho histórico que se cumplirá el sábado: ser el primer gobernador en completar dos mandatos completos, como dijimos anteriormente.

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