"Lucecita" Sosa, la increíble vida de la esposa de Tomás Godoy Cruz
Gustavo Capone trae la historia de María Mercedes de la Luz Sosa Lima y Corvalán Rozas de Godoy Cruz, "Lucecita".
"Lucecita", una historia de novela, cuya vida daría para muchos cuentos más. Presentaremos hoy la vertiginosa, sinuosa, contravencional y apasionada vida de "Lucecita" Sosa, esposa de Tomás Godoy Cruz. La mujer que se enamoró del hombre que ella dispuso y se casó con el que más le convenía. Vivió a su manera, feliz a su modo, fue una patricia mendocina, despertó amores y odios, se sintió dueña de varios destinos, se peleó con su hijo por la herencia y murió bajo los escombros.
¿Por dónde empezar entonces con esta trama? Si el tema se debería plantear en una exposición coloquial ante un auditorio, recomendaría comenzar leyendo fragmentos de las muy buenas obras de autoras mendocinas: "Marzo" de Sonnia De Monte y el cuento de Lila Levinson: "La esposa del Gobernador". Y citaría además al gran Abelardo Arias que mencionó a "Lucecita" en un texto genial: "Él, Juan Facundo".
Pero prescindiendo de dichas lecturas (que deberían ser imprescindibles y necesarias para todos), simplificaré la introducción del tema en una canción del siempre recurrido Serrat: "Son la aristocracia del barrio". Van unas estrofas:
"Igual que se van, reaparecerán.
Hechos un figurín, pero con el color y el perfume del talego.
Son la aristocracia del barrio.
Tránsfugas independientes, mejorando a los presentes.
Si les sigue usted los pasos
Verá más de un caso
En la puerta de un Juzgado de Guardia
Que por la hembra y el retaco deja hasta el tabaco
Y hurga en las demandas de La Vanguardia".
Hecho en Mendoza
En vez del periódico "La Vanguardia", bien podría ser "Los Andes" por tratarse de "Lucecita", un asunto netamente mendocino, aunque el hecho histórico que nos convocará ocurrió un tiempo antes que apareciera el diario de los Calle.
"Lucecita" había nacido en buena cuna durante 1797 y murió siendo una más de las 4.247 víctimas fatales del terremoto que arrasó Mendoza en 1861. Lo que nunca cambió (ni cambiará), más allá del abolengo, la posición económica, los regodeos con poderosos o ciertos "acomodos", es que nadie estará jamás exento (chusmas, populachos, pitucos o bacanes) de que en un segundo "el mundo se nos caiga encima".
"Son la aristocracia del barrio. Tahúres, supersticiosos. Charlatanes y orgullosos. / Sentimentales y buenos. En el bar le echan de menos".
"Lucecita", la patricia mendocina y testigo de un parto histórico
Era hija de Francisca Xaviera Corvalán y Rozas y de Joaquín de Sosa y Lima. Familias que habían llegado a Cuyo desde el mismo comienzo de la conquista española y que se convertirán en casas fundadoras de la colonial Mendoza.
En consonancia con esa tradición histórica, Joaquín Sosa y Lima fue un distinguido miembro del cabildo mendocino, pero sobre todo uno de los primeros en adherir a la causa emancipadora americana, y mucho más cuando llegó José de San Martín a Mendoza en 1814.
Don Joaquín era un fanático independentista. Donó plata, prestó propiedades para la instalación de corrales, regalo caballos y vacas, organizaba colectas, pagaba los haberes de médicos del ejército.
Indudablemente la relación entre Sosa y Lima y "el Libertador" era muy buena; a tal punto que hubo un episodio familiar que pudo haber fracturado el vínculo, y fue cuando el cura José Antonio Sosa (hermano de Joaquín) "quedó pegado" en una causa penal por hacer espionaje a favor de los españoles, donde fue acusado hasta por el propio San Martín. La cosa tuvo ribetes legales y políticos que trascendieron la frontera mendocina hasta que finalmente San Martín consiguió que "lo corrieran" de las capillas mendocinas al cura.
La relación de San Martín con Joaquín Sosa y Lima finalmente quedó bien a pesar de la actitud de su hermano José Antonio, "aquel intrépido enemigo de San Martín", según el historiador Edberto Oscar Acevedo.
Pero volviendo a "Lucecita", expondremos que también fue amiga de Remedios Escalada, y según las crónicas urbanas de la época: donó joyas y hasta habría cosido uniformes y bordado la bandera. Estuvo presente en el nacimiento de Merceditas y participó de la bendición de la misma bandera del Ejército de Los Andes. Y como si fuera poco, cuando "Lucecita" se casó con Godoy Cruz, el General San Martín concurrió a la boda. Fue un 31 de julio de 1823. La paradoja trágica será que a los tres días moría en Buenos Aires, Remedios, la esposa del Libertador.
San Martín por entonces se encontraba confinado en Mendoza y le era prohibido regresar a Buenos Aires porque ya pesaba sobre él la injusta patente de sedicioso.
El gobernador Godoy Cruz y sus desventuras amorosas
Qué decir de Godoy Cruz. Hace un tiempo presentamos en Memo una nota: "Godoy Cruz. Leal a Mendoza. Leal a San Martín". Sintetizando (hoy la nota es sobre su compañera) fue dos veces gobernador mendocino. La primera vez fue electo el 3 de julio de 1820. Tenía por entonces 29 años. Previamente estudió en la Universidad San Felipe en Santiago de Chile y se graduó a los 22 años de bachiller en Filosofía, Cánones y Leyes. Era abogado. Fue también un emprendedor que anticipándose al panorama convulsionado que vendría, abrió visionariamente una fábrica de pólvora.
Provenía de una familia comprometida con la independencia. La afinidad con San Martín había llegado tal punto que éste lo introdujo en la Logia Lautaro, pero sobre todo le pidió que fuera el adalid de las ideas libertarias para declarar rápido la necesaria independencia en Tucumán. A nadie escapará que fue el principal operador político de San Martín en el congreso tucumano.
La buena relación con San Martín le devolverá una atención a Godoy Cruz: será el mismo General quien lo estimulará a relacionarse con "Lucecita". Indudablemente San Martín fue un brillante militar y político, ahora como celestino no podremos abrir juicios todavía.
Así y todo, existió otra relación afectiva previa a "Lucecita" de Tomás Godoy Cruz que merece ser contada. Muy traumática y poco conocida. Lo cierto fue que, en su estadía en Buenos Aires (tras el traslado del Congreso de Tucumán a la ciudad portuaria) Godoy Cruz conoció a María Victoria Ituarte Pueyrredón, sobrina del mismo Martín de Pueyrredón, quien ostentaba el cargo de Director Supremo.
Tomás quedó prendado; la siguió por todo Buenos Aires. "Le ofreció el oro y el moro", pero había un problema: Victoria estaba de novia con Manuel Hermenegildo Aguirre, un exitoso abogado y comerciante porteño, además de oficial del Regimiento de Patricios y participante en el Cabildo Abierto de mayo de 1810.
Hasta el mismo Director Supremo lo quiso ayudar al enamorado Tomás. ¿Qué hizo Pueyrredón? Lo mandó a Aguirre en misión diplomática a EE.UU. para despejarle el camino al mendocino.
Aguirre será enviado a Washington en 1818 a conseguir naves de guerra para la campaña de San Martín al Perú, y sobre todo para procurar el reconocimiento de la independencia argentina por parte de los Estados Unidos.
Pero el plan falló doblemente para el tándem "Godoy Cruz - Pueyrredón". Hermenegildo no solo consiguió poco, y nada, en el país del norte. Los "yankis" y su presidente Monroe estaban en tratativas con los españoles por Florida, por lo que dilataron el reconocimiento independentista, sino que además cuando volvió, lo primero que hizo Aguirre fue casarse con Victoria.
"La esposa del Gobernador"
Ya mencionamos que ellos ("Lucecita" y Tomás) se casaron en 1823. Tuvieron cuatro hijos. Dos murieron a los 4 y 20 años respectivamente (Eleodoro y Gabriel). Los dos restantes fueron: Juan Bautista y Aurelia.
Godoy Cruz será designado interinamente gobernador nuevamente en 1830. La grieta rabiosa de la política de ese momento hizo que tuviera que renunciar y abandonar la patria por varios años.
"Lucecita" y Tomás convivieron muy intermitentemente desde entonces. Él estuvo mucho tiempo exiliado en Chile y cuando regresó compartieron el mismo techo, aunque cada uno estaba en sus cosas.
A la señora le endilgaban "una influyente amistad con José Ruiz Huidobro", lo que primeramente generó ciertos resquemores políticos. José Ruíz Huidobro era alguien de absoluta confianza de Facundo Quiroga, acérrimo enemigo de las unitarias familias de Mendoza y rival declarado de Godoy Cruz. Pero también producía ciertos celos en propios y extraños. José Ruiz Huidobro era casado con Petrona Godoy.
Ruiz Huidobro fue un hombre de mundo. Había nacido en Orense (España) y cotidianamente presentaba otra faceta personal muy contrapuesta con la del duro militar que parecía. En la dimensión social y festiva, era el centro de cuánta reunión o tertulia se produjera. Carismático; excelente bailarín, guitarrista y actor de comedias. Recitaba, cantaba, sabía trucos de magia. Realmente irresistible para la platea femenina de Mendoza, y sobre todo para "Lucecita".
En ese ambiente de opulencia desarrolló su vida "Lucecita", hasta que lamentablemente enviudó en 1852. Aunque como muchos sostenían se recuperó rápidamente. Es famosa la anécdota del día que murió Godoy Cruz. Lo recordaremos en las notas de Lila Levinson:
"Los comentarios se hacían en voz baja y en las sombras por temor a Doña Luz. Eran bien conocidas sus venganzas y confabulaciones. Enfrentar a la señora era un desafío con resultados desconocidos (...) Su salón era el más famoso de Mendoza. Porcelana de la China, vajilla de plata, cristales, esclavos, la mejor comida, los conciertos y hasta las guitarreadas con los mejores cantores de la zona. Concurrían las familias más poderosas y de gran linaje. Los Villanueva, Molina, Zuloaga, Zapata, de Rosas, Correas, Calle y otras familias. El que no asistía a sus saraos y fiestas, era porque no pertenecía a la alta sociedad mendocina. Precisamente Tomás había muerto en medio de una de esas fiestas; menos mal que fue casi al final de la reunión. (Luz) detestaba perder un solo minuto en algo irremediable. Tapó a Tomás con un manta y tapó la noticia con una sonrisa, continuando el baile con la misma pasión de siempre. Mañana será otro día, le dijo a Lorenza, la sirvienta. Él nunca le importó demasiado" ("La esposa del Gobernador", en Los cuentos de Lila).
La viuda negra
El doctor Federico Mayer era hijo de un oficial inglés, John Andrew Mayer, y estaba de paso por Mendoza camino a Chile.
Como solía suceder por esa época le debieron haber dicho: "¡Si estás en Mendoza no dejes de visitar la casa de Godoy Cruz!". Y así fue. Destino contradictorio. En esa casa descubrió el amor y la tragedia.
Lo otro es imaginable. Mayer conoció a Aurelia, la encantadora hija de Tomás y "Lucecita"; se quedó en Mendoza y al tiempito (diciembre de 1851) se casaron. Al tiempito también fallecerá Tomás. Y al tiempito además aparecerán los planteos manipuladores de la viuda.
Un secreto a voces sostenía que "Lucecita" estaba enamorada de su yerno. Otros adujeron cuestiones económicas como móvil de los enconos, pero lo concreto es que el reclamo de "Lucecita" a Aurelia no se hizo esperar: "O te quedas con él o conmigo". Obviamente, Aurelia optó por su esposo.
La situación se precipitó dramáticamente y tras una visita de la joven pareja a la casa de Melitón Gómez, fueron sorprendidos por dos delincuentes que apuñalaron a Federico Mayer y lo remataron con tiros en la cabeza y en el pecho.
Los asesinos (los hermanos Esteban y Martiniano Sambrano) fueron apresados cuando intentaban fugarse a Chile y confesaron haber sido contratados como sicarios por "Lucecita". Sin extenderse mucho, y ante el juez, ella reconoció haber sido la instigadora del crimen.
Todo tiene precio
La sentencia del juez Palma parecía ejemplar. Fusilamiento para los Sambrano y para "Lucecita". Pero (a veces en la historia argentina pasa) un tribunal revocó la sentencia. Diez años de cárcel para los Sambrano y una multa de 2.000$ para la señora. Parecía una broma.
Aurelia nunca perdonó a su madre, pero esta tampoco se sintió muy afligida. Ella quedaba libre nuevamente, y estaba habilitada para disfrutar otra vez de sus fiestas.
Por ese tiempo también murió muy misteriosamente su hijo Bautista con quien había sostenido una disputa por la herencia de Godoy Cruz. Vaya macabro y tendencioso destino: en meses murió su esposo, desapareció su hijo y mandó matar a su yerno.
Quien mal anda, mal acaba
Ya nada volvió a ser igual. No solo estaba grandecita, sino que la misma sociedad que ayer la admiraba le dio con indignación la espalda.
Su triste final fue consecuencia del derrumbe del techo de la misma casa que fue testigo de tantas pomposas fiestas.
Ahí yacía "Lucecita". Apagada y enterrada por escombros y palos. La encontró una monjita que andaba auxiliando moribundos tras el terremoto de Mendoza.
Postrada en el piso. De su cuello colgaba un relicario donde se escondía la foto de su yerno Mayer.
Así moría María Mercedes de la Luz Sosa Lima y Corvalán Rozas de Godoy Cruz. "Lo que no dice un nombre es la tristeza de quien lo lleva. La desazón, la perdidumbre, la desorientación en la vida, las pérdidas, la inutilidad de metas o el despliegue de quimeras". (Sonnia De Monte. "Marzo". Acercándonos Ed. CABA. 2012).
"Lucecita" falleció el día del terremoto. Pareciera lo único que podía detenerla. Fue un 20 de marzo de 1861. Terminaba el verano en Mendoza y se caía la ciudad de barro.
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