La computadora de Hunter Biden y la relación carnal entre el FBI y Twitter
El comité Supervisor de la Casa Blanca investiga cómo el FBI influyó en la red social en contra de la libertad de expresión, sesgando la información y provocando que Joe Biden ganara la presidencia.
A diferencia de cómo comienza el Preámbulo de nuestra Constitución "Nos, los representantes del pueblo...", la Constitución de Estados Unidos comienza con tres palabras que lo cambian todo: "We, the people" (Nosotros, el pueblo). Esta diferencia es lo que obliga a los políticos estadounidense a cuidarse del pueblo, tal como rescató Ronald Reagan en su discurso de despedida cuando explicó que esas tres palabras significan que "el pueblo le dice al Estado qué hacer, no él a nosotros".
Bajo esta premisa, los políticos en Estados Unidos, más allá de cuál sea su pertenencia partidaria saben que tienen que "cubrirse" cuando algo apunta a convertirse en un escándalo que implique a la política. Por eso, la publicación de los "Twitter Files", que Elon Musk dio a conocer cuando compró la compañía, y que demuestran cómo diversas agencias de inteligencia de Estados Unidos, entre ellas la CIA, el FBI la Agencia Nacional de Seguridad y otras, estaban en constante comunicación con algunos directores de la empresa y se sospecha que podrían haber ordenado encubrir las noticias relacionadas con corrupción de la familia Biden e influenciar en el resultado de las elecciones. Esto llevó a que el Comité de Supervisión de la Casa Blanca citara a los directivos de la empresa.
El Comité de Supervisión está formado por congresistas tanto demócratas como republicanos. La citación a cuatro ex directivos de Twitter, fue para investigar si la empresa violó la libertad de expresión aplicando un sesgo ideológico en sus políticas, pero más que nada, para investigar si hubo órdenes del gobierno que violaran la libertad de expresión.
Sí, hubo. No sólo del gobierno de Estados Unidos. "Hemos recibido peticiones legales de muchos gobiernos", declaró Vijaya Gadde, exdirectora legal de Twitter.
Aunque la audiencia se convocó para investigar el hecho de que Twitter había censurado la nota publicada por el New York Post acerca de lo que se encontró en una notebook del hijo de Joe Biden, a lo largo de las casi seis horas que duró (donde los exdirectivos de la empresa declararon bajo juramento), se reveló cómo la red social imponía sus "reglas" a algunos sí y a otros no, con un sesgo progresista (de hecho, una investigación arrojó que el 99,7% de los empleados de Twitter habían aportado fondos a la campaña de Joe Biden), cómo influyó con ese sesgo para que Joe Biden ganara las elecciones de 2020, las relaciones entre directivos de Twitter y agencias de inteligencia de Estados Unidos y también, cómo manejaron a discreción la información sobre el Covid, incluyendo "listas negras" de expertos científicos.
La laptop de Hunter Biden
El 14 de octubre de 2020, dos semanas antes de las elecciones presidenciales, el New York Times publicó un informe de 4 páginas que revelaban negocios del hijo de Joe Biden relacionados con el lavado de dinero y aportes de campaña.
"Twitter inmediatamente borró la nota y bloqueó la cuenta del New York Post. Incluso bloqueó otras cuentas que habían compartido la historia incluyendo a la secretaria de Prensa de la Casa Blanca Kilie McAnan y bloqueó la transmisión de la noticia vía mensaje directo y marcó la primera vez que Twitter limitó la viralización de información de un medio de comunicación y el New York Post no tuvo su cuenta de vuelta sino hasta dos semanas después. Twitter finalmente reconoció el error pero el daño ya estaba hecho. El 19 de octubre 51 ex agentes de inteligencia publicaron una nota diciendo que lo que había en la laptop de Hunter Biden era "desinformación rusa" algo que Joe Biden usó a su favor en el debate presidencial el 22 de octubre, pero ahora sabemos que no se trataba de desinformación rusa, ni desinformación", explicó el presidente del Comité, el republicano James Comer. "Una encuesta posterior reveló que el 17% de los que votaron a Biden no lo hubieran votado si hubieran sabido que el contenido de la computadora era real", agregó.
Yoel Roth, quien era el Director Global de Confianza y Seguridad, tuvo un intercambio de mails con gente de su equipo sobre la decisión de qué explicación dar para etiquetar como "no segura" la información sobre la computadora de Hunter Biden. Dijo que "los expertos en seguridad consideraban que se trataba de un hackeo". Cuando le preguntaron quiénes eran esos expertos, dijo que eran personas externas a la empresa y que "estaban tuiteando sobre que se trataba de un hackeo".
Roth, James Baker (abogado y exconsejero general de la empresa) y Vijaya Gadde (exdirectora legal) coincidieron en que ninguno se comunicó con Hunter Biden, ni con alguien de su entorno para consultar si su computadora había sido hackeada. A Baker le preguntaron si él sabía que el FBI investigaba los negocios del hijo de Biden desde 2019 y si había tenido alguna comunicación con el FBI sobre el tema de la computadora y respondió "no tuve comunicación ni antes ni después sobre el tema de Hunter Biden".
Los filtros y las políticas de discursos de odio
Los congresistas demócratas del Comité hicieron hincapié en que Twitter se había convertido en un medio para organizar la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando un grupo de manifestantes irrumpieron en una sesión bicameral que estaba haciendo el recuento de votos y exigieron que se declarara que la elección había sido fraudulenta. Anika Collier Navaroli, exempleada a cargo del sector que recibe las "denuncias" en Twitter fue invitada por el sector demócrata para atestiguar cómo el expresidente Trump había incitado a la toma y cómo un discurso de odio se propaga y "trasciende las fronteras de la red social".
Twitter canceló la cuenta del entonces presidente Donald Trump considerando que sus tuits incitaban a la violencia y, por tanto, violaban las políticas de la empresa. Sin embargo, cuando uno de los congresistas les preguntó a los exdirectivos por qué hay cuentas activas de terroristas iraníes, incluyendo la del Ayatollah Jomeini que tuiteó que los israelíes son un cáncer y que deberían ser exterminados (y que sigue publicado hasta hoy), ninguno respondió.
Sí aceptaron que existen filtros para hacer que una cuenta no obtenga seguidores o no se vea en las novedades y que el usuario no tiene forma de saber si Twitter le aplicó alguna de esas medidas.
Las agencias de Inteligencia
Yoel Roth aceptó que había equipos en Twitter que trabajaban estrechamente con agencias de inteligencia y seguridad de Estados Unidos para detectar cuentas rusas y de otros países que pudieran hacer espionaje. El consejero Baker (que es un exagente del FBI), también dijo que hace décadas que el FBI y otras agencias trabajan con empresas del sector privado "para protejer al país". En otras oportunidades, cuando le preguntaron sobre las interacciones entre el FBI y la empresa, el consejero dijo que no podía responder debido al secreto entre abogado y cliente.
"Twitter tenía reuniones trimestrales con el grupo de tareas de interferencia extranjera del FBI y tuvimos esas reunionespor varios años donde compartíamos información sobre interferencia extranjera", dijo Roth.
En ese contexto, uno de los congresistas le mostró a Roth una serie de mails de agentes del FBI donde al menos un año antes le decía que esperaban alguna clase de "filtración" sobre Hunter Biden, algo que también el FBI alertó a la empresa dueña de Facebook e Instagram. Uno de los mails incluso hablaba de la posibilidad de un hackeo a la computadora del hijo de Biden. "Pareciera que el agente hubiera hecho una profecía", le dijo a Roth el congresista a la vez que aseguró que nadie le creería que no hubieran consultado con el FBI cuando salió la nota publicada en el diario neoyorquino. Los exdirectivos insistieron en que las medidas que tomó Twitter no fueron consultadas con el gobierno.
"Le pregunto, señor Roth, recibió usted 10 copias de documentos confidenciales del agente especial del FBI Elvis Chan la noche anterior a que la historia de la laptop de Biden se publicara?", preguntó otro miembro del comité.
"Sí", respondió.