Garmendia, el militar que brilló como escritor
¿Quién fue José Ignacio de Garmendia? Lo cuenta en esta nota la historiadora Luciana Sabina.
José Ignacio Garmendia nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1841, siendo hijo de un influyente político tucumano. Además de su trayectoria militar, destacó como pintor y escritor.
Se educó en la citada ciudad asistiendo al Colegio de San Carlos, llamado como "el Colegio de la Patria" por Miguel Cané, ya que al mismo asistieron los dirigentes más importantes del país desde los hombres de Mayo. Garmendia abandonó los estudios en 1859 para participar en la campaña que culminó con la batalla de Cepeda.
A los 20 años, participó en la batalla de Pavón, apoyando al bando mitrista, una fidelidad que mantuvo toda su vida. Durante la Guerra de la Triple Alianza, no solo combatió, sino que también sirvió como cronista para el diario La Tribuna de Buenos Aires. Fue entonces cuando estuvo a punto de morir a causa del cólera.
Durante los últimos años de su vida volcó todas estas experiencias en el texto "Recuerdos de la Guerra del Paraguay", un exquisito relato del que rescatamos el siguiente fragmento sobre Curupaytí:
"...Vi a Sarmiento muerto -se refiere a Dominguito, hijo del prócer sanjuanino-, conducido en una manta por cuatro soldados heridos: aquella faz lívida, lleno de lodo, tenía el aspecto brutal de la muerte. No brillaba ya esplendorosa la noble inteligencia que en vida bañó su frente tan noble; apreté su mano helada, y siguió su marcha ese convoy fúnebre que tenía por séquito el dolor y la agonía (...).
Arredondo, con su poncho blanco, con aquella cara angulosa de acero que había intimado al peligro, imperturbable, frío, sin emociones, se retiraba paso tranquilo de su caballo, que hambriento se detenía alguna vez a roer la yerba de la orilla del camino.
Vi a la distancia que Roca salía solitario con una bandera despedazada; en torno de aquella gloriosa enseña reinaba el vacío de la tumba. Cuando se aproximó y soslayó su mohíno caballo, pude distinguir que alguno venía sobre la grupa: era Solier bañado de sangre. El amigo había salvado al amigo (...)
Ayala, Calvete, Victorica, Mansilla (...) y qué sé yo cuántos más, todos heridos, chorreando sangre se retiraban en silencio (...).
Era interminable aquella procesión de harapos sangrientos, entre los que iba Darragueira sin cabeza; de moribundos, de héroes inquebrantables, de armones destrozados, de piezas sin artilleros, de caballos sin atajes (...) sufrí emocionado el silencio tétrico del alma, esa soledad de fantasmas de la derrota, y comprendí por primera vez en mi vida lo que era un gran desastre nacional...".
Sin duda sus palabras nos llevan a dicho momento, atravesando junto a él más de un siglo de historia. Es que Garmendia, además de un gran militar, fue un exquisito escritor.
Tras el fin del enfrentamiento -durante la presidencia de Sarmiento-, Garmendia fue destinado a la frontera para combatir a los ranqueles. Se reencontró allí con Lucio V. Mansilla, quién lo nombró en su famoso texto "Una expedición a los Indios Ranqueles". Posteriormente se desempeñó como Diputado y llegó a ser ministro de Guerra.
Hacia 1890 fue designado director del Colegio Militar de la Nación y participó de la represión del alzamiento radical, desempeño por el cual fue nombrado General.
Nuestro protagonista se retiró en 1904, para entonces también había participado en la Conquista del Desierto, comandada por Julio Argentino Roca. Falleció en 1925, sin dejar de participar en la vida social del Buenos Aires de entonces, incluso colaborando con un pseudónimo en la Revista "Caras y Caretas".