Jorge Bustamante, el desatanudos: "Cada obstáculo tiene un dueño y hay que vencerlo"
El abogado, dirigente, exfuncionario y autor del célebre libro "La República corporativa", Jorge Bustamante, habló sobre la importancia de romper las corporaciones que impiden que la Argentina sea competitiva. Además, también contó su trabajo en cuentos infantiles para niños.
Hay una serie de hechos y todo un contexto en la actualidad que hacen vigente la gran reflexión del abogado Jorge Bustamante, autor del célebre libro "La República corporativa". Lo vemos a diario cuando suena (y duele) cada cachetada contra los "curros" concatenados que empresas, sindicatos y políticos, agrupaciones profesionales y todo el que pudo, hicieron y enredaron a lo largo de la historia argentina y que complican y amargan la vida diaria de todos, en beneficio de los que están en ese juego.
Por eso, cuando hablamos junto a Hernán Bitar y Evangelina Argüello en el programa radial "Tenés que saberlo con él", se mostró simpatizante de Federico Sturzenegger, que está llevando a la práctica lo que ha sido su prédica, que se rige por una de sus frases conocidas: "Todo cambia, nada cambió", gran forma de registrar al país.
Bustamante dice no estar detrás del ministro desregulador y que tampoco habló con Javier Milei. De todos modos, su fama en el tema precede a todos los demás.
Hace unos días, cuando se anunció quiénes son los ganadores del Premio Nobel de Economía, atinó en ponerle un freno a los partícipes de todos los gobiernos del status quo corporativo que se estaban anotando méritos, solo porque los distinguidos por la Academia Sueca hablan en su obra del Estado.
Daron Acemoglu (Estambul, 1967), Simon Johnson (Reino Unido, 1963) y James A. Robinson (Reino Unido, 1960) "han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país", explicó la Academia en un comunicado. "Las sociedades con un Estado de derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor. La investigación de los galardonados nos ayuda a entender por qué".
Escribió al respecto Bustamante, en la revista Seúl: "Con ¿Por qué fracasan los países? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza (2012), Acemoglu y Robinson escribieron una obra monumental, recorriendo la historia comparada de países de todo el planeta, con foco en la evolución de sus gobiernos e instituciones para basar con hechos sus conclusiones. En esencia, pretendían demostrar que nada está escrito en la cultura, ni en la geografía, ni en las razas, ni en los recursos naturales, que predetermine el futuro de las naciones. Y lo que hagan las organizaciones internacionales que, con las mejores intenciones, brinden apoyo material, asistencia técnica o aún, sanitaria y educativa, de nada valdrá en el futuro si los países más pobres no cambian sus instituciones".
Recordó su frase de 1988, cuando se editó su reeditado libro: "En Argentina el problema no son los ilícitos, sino los lícitos". Y lo explicó: "Es decir, el sistema legal que convierte en legales transferencias burdas de ingresos a grupos privilegiados en desmedro de los demás. Cuando ello ocurre, los incentivos son perversos y los operadores e intermediarios pujan por obtener del Estado y sus empresas los beneficios que nunca obtendrían en marcos de competencia".
Un sistema básicamente creado por el fascismo en su período fundacional, antes de su nueva época de gloria actual, y previo a que a cualquiera se le calificara de tal, como sucede en estos días, desconociendo la carga real del término "facho".
La entrevista completa con Jorge Bustamante
- Lo hemos seguido a lo largo de toda su trayectoria y "ha sabido verla" como se dice ahora, lo que es la Argentina corporativa. Hoy tenemos un montón de noticias atravesadas por este trasfondo, que es el tironeo entre organizaciones que no quieren cambiar ni evolucionar y que estancan a la Argentina, la tiran de culo al suelo, para decirlo con sencillez...
- Así es. Empecé a verlo de a poco en los ochenta. Y el libro que escribí lo escribí en un período entre fines de los 80 y comienzos de la época de Alfonsín. Yo soy abogado y lo vi desde la función pública. Yo viví en Corrientes, donde fui ministro, y teníamos una donación de 5 hectáreas para hacer una escuela rural. Cuando llega el momento de efectivizar, había que hacer la división de un campo de 1000 hectáreas, entonces el Colegio Profesional de Agrimensores obligaba a pagar un honorario sobre 1000 hectáreas, no sobre 5.
Los médicos rurales que cobraban unos bonos de Isara, que era la obra social en aquel momento del personal rural, iban al Colegio Médico de Goya a cobrarlos y les decían "ustedes no están afiliados", y respondían "me quiero afiliar". "No, está cerrado el cupo", porque no querían que hubiera médicos rurales que hicieran una barrera sanitaria en la parte rural, esa la seguí hasta la Corte Suprema en su momento, y así.
Certificar el balance del banco de la provincia, el Consejo Profesional obligaba a tener en cuenta el capital del banco. Empecé a acumular papelitos hasta darme cuenta que no hay cosa que no tuviera una regulación. Con el tiempo advertí más cosas: el libro salió en el 88 y alguien lo redescubrió, que no fui yo, hace 2 años y se reimprimió porque no podía yo actualizarlo, pasó mucho tiempo con ejemplos, pero después elaboré más mentalmente porque en definitiva, ciertas frases que están en el libro: "En Argentina los problemas no son los ilícitos, sino los lícitos". Eso no quiere decir que los ilícitos no sean problema, pero los otros estaban invisibilizados, cada cual tiene un currito, algunos son grandes y conocidos, otros son pequeñitos y viven poniendo obstáculos de más.
La otra es que "el precio de uno es el costo de otro". Cada restricción que uno le impone al otro, para el otro es un costo. Entonces el otro se queja y quiere una compensación aparecida y Argentina "deja de ser un país competitivo". Un gran problema que tiene de fondo Argentina es que lleva 80 años de vivir del campo y financiando el resto de las actividades, del sector público y del sector privado, pero al final de la historia, como uno dice, tiene crisis por falta de dólares. Y falta de dólares porque toda la Argentina tiene que ser competitiva, aquellos servicios o cosas que no se exportan tienen que ser competitivos para no ser un costo intolerable para aquellos que exportan. Podríamos exportar zapatos, vasos, lámparas, muebles. Todo eso Argentina debería hacerlo bien. No como los chinos en cantidad y volumen, pero en calidad como los italianos. Toda la Argentina debería ser competitiva.
Eso es lo que está atacando Sturzenegger: él lo llama "quitar trabas" por eso la gente lo entiende. El tema de licencias para manejar autos, etcétera, son obstáculos cotidianos. Pero el fondo del tema, es hacer una Argentina competitiva, una Argentina que pueda tener presencia en el mundo. Hoy tenemos heladeras caras fabricadas en Argentina con protección, y uno va a un shopping y ve heladeras turcas al lado de las argentinas y dice "¿qué es esto? En este país no somos capaces de exportar una heladera". Y así con millones de cosas.
- Usted acaba de tirar un período de tiempo, 80 años, pero ¿cuándo se abrió esta inscripción de curros masivamente que es una cadena interminable? Los estamos viendo con el tema de los vuelos, pero lo podemos ver con cualquier otro. Uno raspa un poquito y hay una cadena de gente enganchada, que muchos pueden ser inocentes: que creen que está bien que haya registros, inscripciones, impuestos intermedios. ¿Cuándo empezó esto? ¿Por qué la Argentina se volvió tan corporativa?
- Es casi para una conferencia. Por un lado está la ideología: si uno va para atrás, allá por los años 30 regía una ideología corporativista cual fascismo italiano. ¿Qué decía el fascismo? En lugar de competir unos contra otros en el mercado, ordenemos todo y que el Estado le dé a cada uno lo suyo, tratemos de ser justos con cada sector. Entonces cada sector se puso en la cola diciendo "yo quiero esto", pero cada vez que cada uno obtenía algo, provocaba que el otro también tuviera que pedirlo. Yo fui subsecretario de Industria y lo veía: de repente había protección al caucho y al rato venía a la audiencia el tipo que hacía neumáticos y así con cada cosa de industrias básicas para adelante, pero en la parte industrial.
Después está el concepto, que lo vemos muchísimo más, en la regulación de las profesiones: cada profesión quiere primero que sea obligatorio registrarse para poder ejercerla. Y segundo, siempre la norma hay que buscarla inmediatamente luego, que nadie compita por precio: todos los honorarios, aranceles, de cada profesión tienen que estar regulados para que no haya competencia.
Esas dos patas todo el mundo las pide: profesiones marginales, con todo respeto, hay profesiones clásicas y otras que son servicios que también se agrupan y que quieren que para ejercerlas haya que registrarse y haya que hacer un aporte, porque inmediatamente se crea un consejo de un colegio que hay que hacer un aporte obligatorio. Ese consejo alquila una oficina y después tiene capitostes que quieren recaudar cada vez más para mejorar el servicio a los afiliados. Y al final todos los afiliados, lo que querrían, es no aportar a nadie, tener la plata en el bolsillo, ejercer la profesión y que tenga éxito el que es más exitoso y que cobre más el que la gente quiere ver y que el otro fracase. Esa ideología está metida a fuego, esa es una de las razones. Después está dentro del Estado. El tema Aerolíneas es una corporación diferente, pero son curros que se arman, blindajes, dentro del propio Estado. Está lleno.
- Pensando en esta idea de que todo es corporativo en Argentina, ¿qué pasa también con los impuestos, que es la otra gran discusión: para haber generado este sistema, ¿también se generaron muchos impuestos y se ha financiado a ese corporativismo? ¿Cree usted que se puede romper en el corto plazo este sistema impositivo que tenemos en el país?
- Son dos temas distintos: la presión fiscal hace al gasto público en general, hay que bajar gastos para poder bajar impuestos, eso es sin duda. Hay un problema gravísimo que es la coparticipación federal, que es un sistema donde están desalineados los incentivos que tienen del gasto las provincias. Mendoza no es el caso, son las provincias más pobres, que nunca han hecho ningún esfuerzo de desarrollo productivo y propia recaudación, sino que reciben fondos federales y no hacen más que gastar. Eso es una perversidad y hace que sea muy difícil bajar la presión fiscal provincial, que es un enorme obstáculo.
Respecto al corporativismo, tiene dos herramientas básicas: una herramienta se abreva del gasto público, la otra herramienta abreva de crear quintas, exclusiones, mercados cerrados. Eso cuando uno habla con alguien que tiene una norma que le da un mercado cerrado, cautivo, está prohibido importar papel de fotografía, por decir cualquier cosa. Ese señor, cuando uno lo increpa, dice "yo al Estado no le cuesto nada, ¿qué impuesto estoy costando? Ninguno" El consumidor, en lugar de pagar un impuesto y con ese impuesto subsidiar al señor, paga derecho un sobreprecio y eso no tiene un efecto fiscal y es una parte enorme de todo el tema corporativo.
El otro sí tiene un impacto fiscal, que lo hemos visto en millones de cosas, el Compre Nacional, las grandes fortunas argentinas que se han hecho en la historia alrededor de todas las empresas públicas: YPF, Gas del Estado, Entel, Vialidades. Lo hemos visto en casos más recientes con toda la corrupción de los cuadernos, todo eso es lo que implica gasto público. En definitiva, aunque sean empresas públicas, si pierden plata, el Estado les aporta. Fijense lo que han sido los bancos de desarrollo: yo trabajé en el Banco Industrial, que se fundió porque prestaba plata por lobby y después lo dejaban colgado, se disolvió y se convirtió en Banade, que lo mismo, tenía todos los juegos de la República, y no quieras decir en voz alta el listado de deudores. El listado de deudores son todos capitostes que han estado en todas las acciones gremiales, industriales o comerciales que se te ocurran. No existe más el Banade, está metido el Banco Nación, y no quiero ver lo que es la cartera del Banco Nación actual, que absorbió todos los muertos que venían antes más los muertos que matan hoy. Cuando se quedan sin plata el Estado tiene que darles una inyección. La cantidad de fantasmas que tiene la Argentina es una cosa para largo.
Pero se va a hacer, que es un loco Milei, es un loco. Y si no lo hace él, lo tiene que hacer el siguiente, porque el tema tuvo aparición pública, está sobre la luz, y la gente se empezó a dar cuenta que si Argentina quiere crecer y ser competitiva, dar buenos empleos, poder hacer cloacas, caminos, calles, necesita recursos. Y necesita ser competitiva a nivel internacional en todo y estos son los obstáculos. Cada obstáculo tiene un dueño: hay que enfrentar al dueño.
- Con estas políticas que lleva adelante el gobierno de Javier Milei, ¿qué opinión le merece el ritmo en el que ha aplicado todas estas medidas que han sido de shock?
- Hay medidas que son de shock pero recordemos que él no controla el Congreso, hay medidas que no se pueden hacer. Hay otro tema gravísimo del que no se suele hablar y es que en la reforma del 94 se cambió el régimen de los amparos judiciales: antes eran caso por caso y no estaban reglados. Uno invocaba un derecho emocional, lograba un amparo y detenía algo, una medida pública. Hoy los amparos tienen efecto general, un juez de Chivilcoy puede parar un DNU de Milei apreciando el caso concreto que tiene delante, lo cual está muy bien en su caso concreto, pero los jueces no son legisladores. Un juez está educado para estudiar el caso concreto de A contra B y la situación particular.
Pero lo que el juez no sabe es que a veces, las normas generales tienen en vista el bien común en largo plazo, aunque afecte en el corto plazo a una cantidad de gente. Si cada uno de los afectados puede parar una reforma, sonamos. Eso lo hemos visto en el tema laboral y en otros, enseguida ¡pum! amparo de un juez de no sé dónde que frena toda una norma importantísima para que el país funcione. El sistema argentino es perverso, pero vamos a salir y vamos a andar muy bien.
- ¿Ha podido hablar con Milei? ¿Le ha consultado en algún momento?
- No. Yo tengo contacto con Sturzenegger, intelectual nomás. Al comienzo él leyó el libro y le llamó muchas expresiones como "En Argentina, el problema son los lícitos", etc. Desde el punto de vista conceptual, identifica muy bien el problema del cual estuvimos hablando. Después él hizo un trabajo propio, del que yo soy ajeno. No soy asesor ni nada, a veces lo llamo para felicitarlo por algo, no lo molesto, no estoy metido en la diaria. pero soy muy optimista porque ya nadie puede omitir el elefante en el dormitorio, no se puede dormir más viendo un elefante delante, hay que sacarlo. Además, el tema final, es que Argentina es un gran país, un país fenomenal que a la gente la enamora. Los extranjeros putean porque pierden plata porque le expropiaron la empresa de gas y al rato se compran algo: un departamento, un campo, una chacra. Le falta la competitividad por tener estos nudos que se va a desatar. Ya pasó mucho tiempo, se van a desatar...
Otra faceta de Bustamante: el abuelo cuentacuentos
- Hay una cuestión que no quería dejar de tocar y son estos "300 cuentos de buenas noches", esta costumbre muy sana que hemos tenido muchos de contarles cuentos a los niños antes de dormir y que en el caso suyo se volvieron un libro, ¿cómo fue eso?
- Eso es mucho más lindo, es lo que más me gusta de todo. Mi nieto, que tenía 7 años en la pandemia, me mandó un mensaje que está en Instagram. Si uno abre y busca "300 cuentos de buenas noches", la vocecita de él se oye todavía, tiene 11 ahora. Me dice "Abue ¿me contás un cuento para dormir?" Yo estaba en mi casa, estábamos en pandemia, pero le inventé un cuento. A la noche siguiente, le gustó, otro. Durante 300 noches, inventé sin leer ninguno, a lo sumo tienen una notita para no perderme, le conté 300 cuentos. A esos 300 cuentos se sumaron otros abuelos y otros padres, que les pareció buenísima la idea y al final cada noche mandaba muchos.
Mi mujer para mi cumpleaños del año 2022, lo subió a Spotify, se llaman "Los cuentos del abuelo Jorge", casi me caigo de espalda cuando los vi grabados. Me pareció una idea fantástica desgrabarlos y contraté una profesora que tardó un año y pico y mandó un Word de 1500 páginas, que al final yo edité, tardé mis 4 meses en editarlo, y fue a Pam! ediciones y se convirtió en tres volúmenes. Es una caja de tres volúmenes de cuentos y se venden para el hospital de niños Gutiérrez.
El hit es Spotify, es impresionante. Recibo mensajes de niños que no conozco que me dicen "contame uno" "quiero conocerte", las cosas más increíbles. Yo prefiero no conocerlos porque en cuanto me conozcan se va la magia.
- Le vamos a pedir que nos cuente cómo romper con las corporaciones...
- Ese es el cuento 301, pero lo malo es que saca el sueño (risas).