Una investigación plantea un cambio de paradigma sobre la campaña libertadora de San Martín
No fue magia: el cruce de los Andes, la hazaña libertadora del Cono Sur, respondió a una serie de acciones que involucran al líder indiscutido, José de San Martín, pero también al funcionaiento correcto y eficaz de una red de actores que han sido puestos al descubierto por los historiadores Pablo Lacoste y Cristian Guerrero Lira en una investigación que "cambia el paradigma", según los autores.
La hazaña de los Andes, que la UNESCO tiene en carpeta para declararla como un hito de la humanidad, tuvo un protagonista central, José de San Martín, y muchos otros a su par o detrás en diferentes momentos de su plan de liberación y no de conquista. También, pueden reconocerse numerosos estudios en torno a quiénes beneficiaba su labor, además de a los criollos que buscaban romper lazos con España. Pero una investigación dada a conocer recientemente determina lo que sus autores consideran "un cambio de paradigma en torno a la liberación del Cono Sur". Así lo han calificado el historiador mendocino Pablo Lacoste desde la Univeridad de Santiago de Chile y el coautor, Cristian Guerrero Lira, de la Universidad de Chile.
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Ambos sostienen que no fue ni el Plan Maitland, desarrollado por Rodolfo Terragno, ni algún heroísmo sobrenatural de San Martín, como lo describiera para el resto de la historia Bartolomé Mitre, los que posibilitaron su avance. "Fueron los arrieros", dice Lacoste, que cree que ha encontrado la clave de la monumental tarea que llevó a la gloria a quien es considerado como "El padre de la Patria".
"El mismo San Martín, en una carta escrita en 1814, reconoce que no tenía la menor idea del paisaje andino. Nunca había visto los Andes", le contó a Memo Lacoste al publicar el trabajo, que, dice, "lo cambia todo".
Para llegar a tal conclusión hubo un trabajo de investigación que duró años. "Se han consultado todos los epistolarios y documentos de San Martín", explicó el reconocido historiador.
En ese sentido, "muy particularmente, se ha revisado la correspondencia secreta con los espías".
Lacoste y Guerrero también examinaron nuevas fuentes, que nunca fueron revisadas por los historiadores, pero que, según explicó, "entregan evidencia del papel de sujetos históricos subalternos, invisibilizados por la historiografía oficial".
Como resultado, se establece una nueva hipótesis interpretativa sobre el significado de la campaña libertadora que volcaron en un texto denominado "Los arrieros y la independencia del Cono Sur: rutas trasandinas, logística y servicio secreto en el Ejército de los Andes".
En la introducción a su trabajo, los autores señalan que:
- "Se propone una relectura de un punto específico del proceso de independencia del Cono Sur a partir de una mirada que reconoce particularmente en la campaña del Ejército de los Andes (1815-1818), el papel de los arrieros".
- "Como hipótesis de trabajo se plantea que los detallados conocimientos que ellos tenían de los paisajes andinos, juntamente con las redes de información articuladas con pulperías y taberneros, jugó un papel relevante pues no solo facilitaron el tránsito de un ejército, sino que también la circulación de valiosos antecedentes respecto de las fuerzas enemigas, necesarios para la implementación de las operaciones militares".
En ese sentido, sostienen su argumento en que:
- "La hipótesis se confronta con los documentos de la época y se concluye que el aporte de estos sujetos fue sustancial para el éxito de la campaña libertadora en tres planos: diseño de las rutas, gestión de la campaña en terreno y articulación del servicio secreto de la guerra de zapa".
- "A pesar de su destacaba labor, los arrieros fueron rápidamente abandonados por las élites y posteriormente invisibilizados por la historiografía decimonónica chilena y argentina que destacó sólo la acción de los jefes militares".
La hazaña de los Andes
Recuerdan en la Introducción a su investigación los hechos concretos, antes de meterse a la búsqueda (y hallazgo) de los factores no relatados por historiadores anteriormente.
- "El Ejército de los Andes, después de casi tres años de preparación en Mendoza, se puso en marcha rumbo a Chile el 19 de enero de 1817 comandado por José de San Martín. Contaba con apenas 4.300 tropas y debía enfrentar a dos adversarios formidables. Por un lado, la inmensidad de la cordillera de los Andes, con cerros que arañan los 7.000 metros de altitud y pasos situados a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar y, por otro, al ejército realista que, abastecido y reforzado desde el virreinato del Perú, era muy superior en contingente y armamento".
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Sobre esto, agregan Lacoste y Guerrero Lira que "el proyecto parecía tan descabellado que el gobierno nacional mandó a último momento la orden de abortarlo, la que no fue acatada".
A pesar de todo:
- "El plan siguió adelante y alcanzó su primer objetivo: cruzó la cordillera y derrotó a los realistas en la batalla de Chacabuco (12 de febrero). Sin embargo, esta operación militar tenía un alcance más amplio que se extendía al ConoSur de América, pues también era parte de un plan mayor que implicaba la expansión de la revolución a otras latitudes. Logrado el control del mar".
- "También debemos advertir que en la cifra, se ha descontado a aquellas personas que formaban parte de los servicios auxiliares del ejército de los Andes y preparada una nueva fuerza que fue capaz de sobreponerse a la derrota infringida por los realistas en Cancha Rayada alcanzando el triunfo en Maipú (5 de abril de 1818), se dio vida a la Expedición Libertadora del Perú, la que se proyectó hacia Lima, al mando del mismo San Martín, y se transformó en una amenaza real al poderío monarquista, logrando la independencia departe importante del Perú en 1821".
No solo un estratega: participación popular
Lacoste y Guerrero Lira sostienen en otra parte de su investigación que en los últimos años las versiones historiográficas clásicas "han empezado a ser cuestionadas y diversos estudios han demostrado lo que teóricamente era previsible, es decir, que la participación popular en la conformación de los ejércitos de la independencia, en ambos bandos, obedeció más a la obligatoriedad compulsiva de prestar servicios que a la voluntariedad de los individuos".
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Al analizar las dificultades abordadas por el Ejército Libertador al cruzar la cordillera, señalan una serie de preguntas en torno a que "si la resolución de los problemas logísticos que planteaba una campaña como esta era algo complejo y si como el mismo general San Martín lo reconociera, él carecía de los conocimientos necesarios respecto de 'los hombres y el país', ¿de dónde los obtuvo? ¿Cómo hizo ese ejército para remover los obstáculos que representaba el cruce de los Andes? ¿Cómo logró su comandante identificar las mejores rutas para cruzar la cordillera, y la cantidad y calidad del equipamiento adecuado para ello?".
Deducen que "normalmente, la historiografía resuelve estos cuestionamientos recurriendo a la 'genialidad' de San Martín, quien es presentado como un hábil organizador capaz de encontrar por sí mismo solución a todos los problemas".
No solo un "genio": una red de espías con las pulperías como nodos
Los autores no pretenden discutir "sus condiciones profesionales" a las que califican como "altamente estimadas en aquellos años, hay que señalar que, precisamente, una muestra de su habilidad era saber ubicar, coordinar y utilizar los recursos disponibles, tanto físicos y económicos como también los humanos, considerando a estos últimos más allá de la mera sumatoria de soldados a poner en pie de guerra en el campo de batalla, sino que incluyendo los saberes específicos adquiridos por terceras personas en el desarrollo de un oficio determinado, tal como ocurrió con los arrieros y troperos andinos", indicaron ya ingresando en la médula de su trabajo.
Lacoste y Guerrero Lira apuntan a que toda una red articulada de espionaje y tráfico de información tuvo que abastecer de datos al General José de San Martín y, en tal sentido, se enfocaron en el funcionamiento de las pulperías. "Si bien la primera y más visible de ellas era la distribución y venta de alimentos, bebidas y productos de consumo diario, también se relevó que funcionaron como espacios de sociabilidad, en ámbitos urbanos y rurales, añadiéndose una tercera que resulta clave para el presente estudio: promover la circulación de noticias de todo tipo", indican.
Citando al autor Carlos Mayo (Pulperos y pulperías en Buenos Aires, 1740-1830. Buenos Aires, Biblos, 2000) recuerdan que "detectó que estos establecimientos eran nodos de redes de información de larga distancia, que permitían a los vecinos de las colonias españolas de América acceder a las novedades por un canal alternativo al oficial, establecido por los pregones del rey y los sermones de la misa dominical".
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Abundan al respecto: "En una sociedad donde más del 95% de la población era analfabeta, las noticias corrían más en forma oral, a través de las pulperías, que mediante la prensa. Siendo las pulperías los nodos de conexión local de las informaciones, el servicio de comunicación de novedades a larga distancia estaba a cargo de actores subalternos como arrieros y troperos. Los troperos de carretas llevaban y traían las noticias por las rutas carreteras, tanto en la carrera del Norte (Buenos Aires-Salta) como en la carrera de Cuyo (Buenos Aires-Mendoza). Por su parte, los arrieros eran los encargados de cumplir esas funciones en las llamadas 'rutas de herradura', particularmente en las zonas cordilleranas, donde los accidentes del terreno sólo permitían el transporte de carga en mulas".
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Lacoste y Guerrero Lira concluyen, tras exhibir una extensa interpelación a la documentación ya conocida y contrastarla con nuevas cartas de la época, que buscaron y accedieron luego de que otros historiadores las ignoraran a lo largo del tiempo, señalan en definitiva que "los arrieros desplegaron sus capacidades antes y durante la campaña del Ejército de los Andes, a través de tres acciones fundamentales".
Esos tres puntos clave son:
1- "Aportaron sus detallados conocimientos sobre las rutas trasandinas para la elaboración de la planificación detallada de la expedición, específicamente en la definición de las vías de invasión y la consecuente confección de los mapas y croquis. Fueron la primera fuente para que los ingenieros pudieran concretar las cartas utilizadas por la expedición, las que fungieron como piedras angulares para el diseño de una operación militar que se extendió por un frente de mil kilómetros con una profundidad de 100 leguas a través de una cordillera imponente y desconocida para los jefes militares".
2- "Debe destacarse la asistencia técnica y práctica que proporcionaron a las tropas durante el viaje. En las tres semanas que demandó la marcha del ejército, los arrieros no solo fueron guías de los grupos de militares, sino que también se ocuparon de cuidar a las mulas, herrarlas y conducirlas por los peligrosos caminos de alta montaña. A ello se sumaba, como hemos visto, el apoyo a los soldados en el manejo de las cabalgaduras mulares".
3- "Su acción en el servicio de inteligencia fue otro factor decisivo para el éxito de la campaña. Sus redes de transportes y comunicaciones a través de la cordillera de los Andes, articulada con pulperas y taberneros a ambos lados de las montañas, permitió montar rápidamente un entramado eficaz de espionaje y contraespionaje. Su capacidad para obtener información precisa y para confundir a las autoridades realistas, determinó en parte importante el resultado de la batalla de Chacabuco antes de que ésta se iniciara: la guerra de zapa".
En aquella época, cruzar el macizo andino era como pretender llegar al espacio sin los recursos técnicos. Muchos podrán pensar que fue "magia" conseguirlo, o que solamente bastó vocación, destreza, liderazgo y fuerza de voluntad.
Peró ahí está: una investigación de Pablo Lacoste y Cristian Guerrero Lira que provoca a retomar los pasos de la historia y que no representa un revisionismo vano, sino un complemento que probablemente le dará en adelante una mirada mucho más amplia a la hazaña liderada por hombres con una formación excepcional y un carácter fuera de serie, pero que no pudo hacerse realidad sin toda una red que aportó lo que hacía falta.