Cambia Mendoza no quiere hablar de De Marchi y el peronismo está desparramado
La instancia electoral de las PASO del 11 de junio es solo una meta. Sus resultados ya son indagados por las encuestadoras, pero la etapa posterior hacia el 24 de setiembre, fecha de las elecciones generales en Mendoza, será muy distinta y así lo están viendo desde los diferentes frentes.
El peronismo mendocino busca sobrevivir a sus líderes, que no han logrado articular una alternativa de gobierno plausible y que, a la vez, una vez que pareció comprender que tenía que separarse de lo nacional, no lo hizo a tiempo y lo sigue teniendo como un lastre del que no consigue desprenderse. Así y todo, lo que podría llamarse como "el pueblo peronista" parece seguir latiendo, a pesar del desaparramo que sufre en cuatro listas dentro del Frente Elegí y una por fuera, en las precandidaturas que sumó Omar De Marchi a su instrumento electoral "La Unión Mendocina".
El momento electoral coincide con los 20 años del nacimiento del kirchnerismo, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente, y con ello, la consolidación de un espacio que admite dos momentos: la "transversalidad" inicial, a la que convocó el fallecido expresidente, más de índole pragmática que otra cosa y el ideologismo setentoso de Cristina Kirchner, la heredera del espacio.
En Mendoza, el peronismo toma nota de todo a la vez, le cayeron todas las fichas al mismo tiempo y, a pesar de que parece que lo que genéricamente se denomina como "el kirchnerismo" (muchas veces, sin distinguir las diferencias existentes dentro de ese proceso), le toca también sufrir el inicio de la opacidad de esa época histórica, como sucediera alguna vez con el menemismo a pesar de la continuidad eterna de su mentor, Carlos Menem.
Es así que hoy, la encuesta propia del peronismo les asigna baja intensidad a sus cuatro precandidatos a gobernador, pero una intacta expectativa del "pueblo peronista", que se mantiene en su base del 25% juntando a todas las partes que se atomizaron ante las elecciones PASO del próximo 11 de junio para abrazar con todos los brazos posibles a sus múltiples corrientes, versiones e interpretaciones.
Si fuera por los dirigentes de Cambia Mendoza, tendría que irles mejor.
Preferirían polemizar y polarizar con alguno de sus precandidatos a la Casa de Gobierno, pero no consiguen con qué, debido a la pequeña dimensión que han logrado construir sus opositores.
Dicho de otro modo, en Cambia Mendoza tienen prohibido hablar del experimento de De Marchi en público. Creen que si polemizan y lo critican, lo agrandan. Quieren que eso suceda con Guillermo Carmona, a quien prefieren como competidor después del 11 de junio, porque no cuaja en la sociedad y ya ha perdido muchas otras veces, pero no hallan el hueco por dónde generar interés en una pelea con él.
Algo parecido, pero con matices, sucede con Omar Parisi, el precandidato del kirchnerismo que es motorizado por el ultramilitante Lucas Ilardo. Llegó desde la actividad privada y en estos tiempos de "presente permanente" y redes sociales hipnotizantes, pocos lo recuerdan como funcionario provincial o como intendente de Luján: parece nuevo. Y eso es bueno y es malo, ya que pueden montar una imagen completa en torno a él, aunque falta tiempo, y es malo para la militancia que no lo siente propio y cercano, al alcance de su mano.
Así dadas las cosas, las encuestas que manejan en el peronismo le dan ganador a Cambia Mendoza, juntando los votos que consigan tanto Alfredo Cornejo como Luis Petri, y segundos a ellos, dejando terceros a sus compañeros licuados con macristas y radicales anticornejistas que conforman el espacio LUM de De Marchi.
Pero el tiempo electoral, lejos de concluir el 11 de junio, seguirá abierto. Tanto al peronismo como al radicalismo le costará encarar la tarea de seducir a los votantes de los que vayan a perder en estas PASO para llegar con fuerza triunfadora a la elección general del 24 de septiembre.
Para el peronismo es más fácil volver a nuclearse: se ha comprobado una y mil veces su capacidad de unificación detrás de un liderazgo que les permita conservar lo mucho o poco que tienen de la torta del poder.
Quedarán los díscolos que pretendan aprovechar el desparramo para apoyar a De Marchi, como ocurre en secretarías y direcciones de municipios en poder del peronismo no K, que creen estar jugando al ajedrez, pero es muy probable que se queden moviendo piezas solos ante el llamado de la "peronicidad" a sus votantes leales, que no tan fácilmente se inclinarán en una instancia final por el voto hacia un colectivo armado por el macrismo de De Marchi que, aunque "blue" o "rebelde", si hay algo que siempre tuvo fue antiperonismo y, puntualmente, antikirchnerismo. Eso, el "pueblo peronista" lo puede dejar pasar en una PASO, pero no en el llamamiento de las elecciones generales.
No será así para Cambia Mendoza, en donde Petri trata de contener al anticornejismo por dentro de la fuerza, pero que lo está haciendo, además, con acento en la crítica al gobierno de Rodolfo Suarez, al que califica "en pausa". ¿Podría decirse que el votante radical es más rencoroso y volátil? Habría que medirlo, específicamente. Pero muy probablemente sea así.
En tanto, De Marchi tiene en claro varias cosas. La primera de ella es que se le acaba el tiempo. Toda la vida ocupó cargos en el Estado y cada vez que quiso ser gobernador, la gente le dijo que "no". Además, no resultará gratis su desdibujamiento ante la referencia nacional del PRO y Juntos por el Cambio, metiendo en su arca a los náufragos de muchos otros vendavales electorales, dede seguidores formales e inorgánicos de Javier Milei, hasta los demócratas que salieron quintos en las elecciones pasadas, radicales en estado de resentimiento (con o sin razón) y muchos peronistas que abrazaron a Cristina Kirchner.
Por ello, el aventurero electoral empieza con una competencia por el segundo lugar en la corriente de votos de las PASO, pero iniciará una etapa muy distinta después. Como una ambulancia, saldrá una vez más a recolectar los heridos de las Primarias para subirlos a su arca. Una vez allí, no tendrán la suerte de Noé de esperar a que pase la tormenta, sino que deberán navegar en medio del huracán social, económico y político, cuyas consecuencias resulta hoy difícil de pronosticar.