Cuando Mendoza fue "una ciudad sin niños"
La historia del sanitarismo en Mendoza, de la mano de Emilio Civit. Una historia contada por Luciana Sabina, @kalipolis.
Durante los últimos años del siglo XIX Mendoza sufrió oleadas de enfermedades que ocasionaron muchas muertes, entre ellas el cólera, la fiebre tifoidea y la difteria. Esta última era especialmente mortal para los niños, llevando a nuestra provincia a convertirse en una "ciudad sin niños", en palabras de Emilio Civit.
Sabemos que la difteria acompaña a la humanidad desde tiempos antiguos. En Egipto se la identificó como "baa", y la describieron en la garganta. En el papiro Rasmusseum (del Reino Medio), se advierte que posiblemente fuese responsable de las "complicaciones cardiacas y la cianosis de los labios "provocados por a la asfixia".
Hipócrates, en el siglo V antes de Cristo, la describió en su tercer libro sobre Epidemias, señalando que una mujer que «vivía cerca de la plaza de Aristion y sufría un dolor de garganta que le cambió la voz, su lengua estaba roja y reseca, luego tuvo escalofríos y fiebre alta, regurgitaba por la nariz cuanto bebía, incapaz de tragar... murió al quinto día».
Pero volviendo a Mendoza, en 1896 el entonces ministro de Hacienda, Emilio Civit, describió el contexto del siguiente modo:
"Dada la situación actual (...) la vida se hace imposible en Mendoza. El inmigrante se retrae con razón de venir a habitar este suelo, porque sabe que su existencia corre serio peligro para los que pasaron la primera edad y está completamente vendida para los que aún se encuentran en la adolescencia. La estadística del último año presenta un excedente del veinte por ciento de la mortalidad sobre la natalidad, lo que no se ha visto hasta ahora en pueblo civilizado en condiciones normales (...) llegará un momento en el que Mendoza será un pueblo sin habitantes, como ya empieza a ser una ciudad sin niños".
De inmediato el ilustre mendocino comenzó a trabajar en el saneamiento de la ciudad. En un texto dedicado a su figura y escrito por su hija, Josefina Civit de Ortega, la misma señala con orgullo:
"Son incalculables las vidas salvadas, los dolores y las lágrimas evitadas, a las familias, cuyas angustias soportamos en nuestro propio hogar, ante el fallecimiento de dos hermanos en el intervalo de veinticuatro horas, que pagaron con sus vidas, el atraso sanitario en Mendoza".
Dicha obra de salubridad comenzó durante la gobernación de Francisco Moyano (1895-1898) y quedó en manos de Civit. Pese a muchas opiniones en contra, por parte de la prensa de entonces, se creó la Dirección General de Saneamiento. Se puso al frente al eminente Emilio Coni, secundado por hombres como Luis Lagomaggiore y Jacinto Álvarez.
Todo comenzó con un censo sanitario de habitaciones, el primero de su tipo en Sudamérica, siguiendo los pasos de París. El mismo develó que de 3155 casa censadas, 302 carecían de baño y 947 de desaguaderos, por lo que los desperdicios eran arrojados a las calles y especialmente a las acequias. Se trabajó principalmente en el saneamiento de éstas y de las calles, de las que se recogieron alrededor de 300 animales muertos.
Fue el comienzo de un cambio cuya bandera siguió durante muchos años en manos de Emilio Civit, ganando así su lugar en la historia.