Elecciones en Chile: ganadores y perdedores

El historiador Pablo Lacoste analiza los resultados de las elecciones en Chile, celebradas en segunda vuelta el domingo pasado, y da cuenta de un resultado transversal a todo el país. Qué es lo que apoyaron esta vez los chilenos.

Pablo Lacoste

La segunda vuelta de Gobernadores ha completado el proceso electoral de este año en Chile, con sus ganadores y perdedores.

En líneas generales, ganaron los moderados pro diálogo y transversalidad, mientras que los derrotados fueron los radicalizados y extremistas de izquierda y derecha. Además, fueron ganadores los partidarios de la seguridad y la valoración del patrimonio eco-cultural.

Los grandes derrotados fueron la derecha dura del partido Republicano y la izquierda más radical. Los republicanos no ganaron ninguna de las 16 gobernaciones; poco les queda del apogeo que tuvieron hace tres años, cuando su líder, José Antonio Kast, pasó al ballotage de las elecciones presidenciales. Su figura parece hacer entrado en un ciclo de declinación. Lo mismo ocurre con la izquierda radical. El "soldado de Maduro", exsenador Navarro, apenas alcanzó el 26% de los votos en la Región del Bio Bio, la segunda más poblada e importante de Chile. Algo parecido ocurrió en la ciudad de Santiago, donde otra simpatizante de la dictadura de Venezuela fracasó en su intento de reelegirse y deberá dejar el cargo el próximo 6 de setiembre. Este resultado fue parte de un proceso mayor: ese partido perdió cuatro de los seis municipios que puso en juego en estas elecciones.

De las 16 regiones, los candidatos del gobierno ganaron 7; el centro derecha ganó 6; y en las dos regiones restantes ganaron los independientes, pero apoyados por el oficialismo. Por lo tanto, desde el punto de vista territorial, el poder ha quedado repartido. Se ha generado una situación de nuevo equilibrio, dejando atrás los años de radicalización.

La principal figura emergente es el gobernador de la Región Metropolitana, el centrista Claudio Orrego, que logró su reelección, con un discurso de armonía y búsqueda de acuerdos. En primera vuelta obtuvo 38,5 % contra 27; en la segunda, ganó por 55 a 45%. Al ganar en la mayor región de Chile (equivalente en Argentina a Ciudad y Provincia de Buenos Aires juntas), se proyecta como líder nacional: ya ha comenzado a medir en las encuestas entre las figuras mejor posicionadas para las elecciones presidenciales del año que viene. Es posible que el oficialismo tenga que llevarlo como candidato, dado que el gobierno no ha logrado generar nuevos liderazgos competitivos. Esto significaría una frustración de los grupos más radicalizados, que hace cuatro años, trataron de sacarlo del juego. En aquella oportunidad, la izquierda llevó de candidata a Carina Oliva, luego involucrada en escándalos de corrupción. Orrego se postuló por la centrista Democracia Cristiana y ganó gracias a los votos de la derecha, que lo considera un candidato moderado y garantía de estabilidad y equilibrio. Por tal motivo, después de las elecciones de ayer, la emergencia de la figura de Claudio Orrego aporta un ensanchamiento del espacio de los moderados y el centro político. Lo más probable es que deba enfrentar a la alcaldesa de Providencia, la centro-derecha Evelyn Matthei. Entre ellos dos estaría, hoy por hoy, la próxima elección presidencial, debido al debilitamiento de figuras más radicalizadas tanto de izquierda como de derecha.

Buenas noticias para las relaciones bilaterales. Mientras Argentina deja atrás la era de la corrupción, el Estado fofo y la hiperinflación, Chile logra superar el ciclo de intolerancia y violencia. Poco a poco, se recupera el clima de armonía y confianza mutua. Aunque torpemente, el canciller rioplatense haya faltado a la celebración de los 40 años del Tratado de Paz y Amistad de 1984.

En el plano de los planes de desarrollo a partir de la puesta en valor del patrimonio natural y las rutas enogastronómicas eco-culturales, también hay buenas noticias. En la Región de Valparaíso, fue reelecto el gobernador Mondaca, con fuertes compromisos ambientales. En la RM, Claudio Orrego va a profundizar su "Programa barrios comerciales" para recuperar el centro histórico, afectado por la vandalización de 2019, la inseguridad y la proliferación de mafias disfrazadas de comercio ambulante. Después de aplicarlo en los barrios Bellas Artes, Italia y Lastarria, ahora el foco estará en la Plaza de Armas, que se convertirá en el gran centro aglutinador del circuito turístico patrimonial de Santiago, con la puesta en valor de sus museos, restoranes y galerías comerciales. Por licitación pública, esta obra ya fue adjudicada a la consultora Vinífera, conocida en Cuyo por su apoyo al clúster turístico Mendoza Este.

En la Región de Coquimbo triunfó XX Juliá, familia de vitimigrantes que, huyendo de la plaga de filoxera en Europa, llegó al Norte Chico a fines del siglo XIX y se destacó con el cultivo de la viña y la elaboración del pisco. Los Juliá mantienen vivo esta tradición, con la pisquera artesanal de Rapel, Valle de Limarí; se innovación los ha llegado a la gastronomía, a través del restaurante Fuente Toscana, en la ciudad de Ovalle. Esta cultura de las pymes centradas en los productos típicos y la identidad local, llevó al gobernador Juliá a firmar el Manifiesto por Limarí, documento hermano de Mendoza Este. Esta situación preanuncia buenas perspectivas para que ambos territorios puedan articularse para impulsar estrategias conjuntas de desarrollo.

Algo parecido ocurrió en la Región del Maule. El gobernador electo, Pedro Pablo Álvarez Salamanca, ha expresado fuerte compromiso con el desarrollo del turismo patrimonial e identitario; y pocos días antes de las elecciones, recibió formalmente a la delegación del clúster turístico regional, autor de su propio Manifiesto, hermano de los de Limarí y Mendoza Este. Por lo tanto, poco a poco, se van coordinando estos tres territorios, comprometidos con la Red Sudamericana de las rutas enoturísticas eco-culturales.


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