Riorda y los "liderazgos novedosos, disruptivos y extravagantes"

Empezó en Rosario el Congreso sobre Democracia, que se hace cada dos años desde 1994 en la Universidad Nacional de Rosario. Uno de los paneles, protagonizado por Mario Riorda.

"Esta charla tiene que ver con la calidad de la democracia, en donde vamos a entender por qué en estos contextos gubernamentales es cada vez más imaginable ver liderazgos que se presentan con niveles de radicalidad". Así comenzó el consultor político Mario Riorda su charla de comunicación política, como parte del cronograma del primer día del XVI Congreso Nacional y IX Internacional sobre Democracia que se hace desde 1994 en la Universidad Nacional de Rosario y que comenzó este lunes.

 La exposición comenzó en un ambiente tranquilo y ameno, animado por los ingeniosos chistes del investigador argentino, que provocaban risas y relajaban la atmósfera. 

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Sin embargo, detrás de las sonrisas, se percibía la seriedad con la que cada oyente abordaba el tema central de la discusión. La combinación de humor y reflexión se convirtió en un puente perfecto para adentrarse en las complejidades de la comunicación política, un tema que resonaba profundamente en un contexto de cambios y desafíos de la democracia. Tras agradecer la presencia de todos, Riorda comenzó su intervención con una contundente declaración: "Básicamente, lo que quiero hacer es provocar. Generalmente no lo hago, ya que no me gustan los sentidos polémicos, pero creo que vale la pena en estos momentos". Con estas palabras, el politólogo comenzó a describir un panorama político que, según el mismo, en los últimos años, ha absorbido a todo el continente: "De 18 países en América Latina, hay 14 que corren hacia abajo en términos de unión de confianza, y algunos ni siquiera hacia abajo, sino que permanecen estancados en el fondo", ejemplificó.

 Sin embargo, explicó que, a pesar de la escasa confianza que prevalece en el ambiente político, los liderazgos políticos personales en diferentes países de la región han logrado avances significativos, si es que se pueden llamar así.

En la segunda parte de su charla el investigador se adentró en un análisis profundo para revelar las características únicas de estos nuevos líderes, planteando preguntas sobre el futuro. Un futuro que, hasta el momento, Riorda afirma, es incierto. En primer lugar, el académico mencionó la ausencia de gestión de expectativas. "Dado este contexto, en el momento en el que ganan estos liderazgos, no sólo no generan ningún cambio o adaptación del formato electoral, sino que la oferta es mucho más superlativa en la época gubernamental por sobre la gestión electoral", aclara Riorda. El segundo punto que abordó se refiere a la retórica de la incivilidad. En donde estableció una clara diferencia entre la descortesía y el proceso de incivilidad. 

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Según Riorda, "se es políticamente incorrecto en la medida en que uno tenga la capacidad de estigmatizar al otro". Es decir, que el discurso descortés es un discurso provocativo, un insulto sería un buen ejemplo de esto. Por el contrario, dice: "la incivilidad es una parte de algo que se supone es preferentemente democrático, porque en el discurso de la incivilidad, básicamente, se niega la identidad de la otredad". Este tipo de discurso se caracteriza por redefinir la ciudadanía y transformar la manera en que se concibe al otro. 

Por otro lado, resulta evidente que uno de los aspectos más notorios de estos liderazgos es su capacidad para arrasar con sectores de la sociedad que, hasta hace poco, se mantenían intocables. Es por esta capacidad inherente que Riorda los denomina "liderazgos avasallantes".

Estos liderazgos se caracterizan por tener el valor de ejecutar acciones que otros no se atreverían a realizar, como, por ejemplo, la capacidad de amenazar o castigar, como menciona el investigador. Estas características no solo son evidentes en nuevas figuras políticas polémicas, como Javier Milei o Jair Bolsonaro, sino que también describen a una larga lista histórica de líderes que han ejercido un poder similar.

La política se ha convertido, o siempre lo fue, en un cuento para niños, en una especie de mito del cual resulta difícil despegarse. En este escenario, los líderes encarnan el papel de héroe y plantean la idea de un supuesto mal que afecta el bien común de la sociedad.

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La "mitificación exagerada" de un líder, según Riorda, "siempre termina siendo irreal y artificial". De esta manera la verdad termina desvirtuándose al punto de ya no diferenciarla, como ocurre con las fake news. "Eso es preocupante, sobre todo por la escala de subversión", afirma y aclara que, "lo que más me preocupa es que gran parte del contenido falso, no está sostenido en la escala industrial, sino que está sostenido en la inversión humana e institucional del hablante."

Ahora bien, estas tendencias son fuertemente criticadas. Los desacuerdos con el estilo de los liderazgos que buscan desafiar no solo la legalidad, sino también la moral y la ética política, podrían transformar el debate público en una guerra de espejos, donde la confrontación se vuelve una repetición sin salida que empobrece aún más las bases democráticas.

Por ello, los grupos que conforman la oposición deberían optar por una estrategia que diferencie entre los valores democráticos y la política autoritaria. Mario Riorda concluyó: "El desafío está en evitar que el ciclo de polarización se profundice, pues solo así se podrá superar la crisis de confianza que atraviesan las democracias modernas".

Informe: Barbara Vázquez, UNR.

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