Las batallas de Santa Rosa: sangre mendocina en tierras del Este

Carlos Parma, abogado, jurista, juez, autor de numerosos libros jurídicos, aquí desarrolla otro de sus aspectos personales: la historia. Es además miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza.

Carlos Parma
Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza

Preliminares
Mitre en contra de la institucionalidad

El año 1874 revive una Argentina con conflictos internos armados. Mitre al amparo de viejos militares pretendía impedir que sea presidente Nicolás Avellaneda. Un golpe de Estado a la antigua. El aún presidente Sarmiento, duro e impiadoso, en el decreto del 11 de octubre de ese año declarará desertores y por tanto sujetos de sanciones que impusiesen los respectivos consejos de guerra a los jefes y oficiales que rebelándose hubiesen combatido contra las autoridades constituidas. Una nueva guerra fratricida que cobrará muchas vidas. El levantamiento de Mitre no impide que el 12 de octubre asuma Avellaneda como presidente.

Los revolucionarios mitristas aparentaban tener fuerza combativa, contaban con la marina y las fuerzas de tierra que en ese momento tenían más de 9000 hombres. Además contarán con el apoyo del General José Miguel Arredondo[1] con más de 3000 hombres de Cuyo[2], el General Ignacio Rivas con 4000 hombres de Buenos Aires[3], las fuerzas ubicadas en Montevideo a cargo de Gelly y Obes. Erasmo Obligado, que desde el sur traiciona a Sarmiento, se suma finalmente a los insurgentes. Muchas de las armas con que Mitre contaba eran obsoletas como se demostró en "La verde"[4]. Arias venció contundentemente.

Es oportuno señalar que Mitre es sabedor de la tozudez de Sarmiento y la tibia ayuda que le brindan los militares que lo apoyan. Por eso prontamente desiste de la revuelta y se rinde en Junín. A esto se suma la defección de los Taboada en Santiago del Estero.

Era obvio que la situación de Mitre, era muy complicada penalmente pues es condenado a muerte, pero lo favorece la jurisdicción militar o federal (de los Tribunales de Justicia) y finalmente el indulto que se le otorga desde la Presidencia. Va a estar en prisión sólo 4 meses, allí se enfoca en escribir y empezar a publicar en el Diario La Nación la historia de San Martín[5].

Hay que aclarar que la oficialidad que se mantuvo leal al gobierno de Sarmiento en 1874 estaba mayormente compuesta por militares jóvenes -en su mayoría no pasaban de los 40 años- cuyo bautismo de fuego y ascenso se produjo en la larga campaña del Paraguay[6]. Eran una notable mayoría que contarían en un momento con el aval de quien va a ser el más grande estratega de la época: Julio Argentino Roca.

La agónica situación de los revolucionarios imponía un rendimiento total, cosa que ocurrió, menos en el frente que conducía el uruguayo Arredondo[7], un militar veterano con decisión, arrojo y fuerte predicamento en la tropa. Éste, decide tomar el protagonismo y continuar con la revuelta. El Gobierno Nacional extiende el Estado de Sitio a todo el País[8].

Arredondo: un rebelde en solitario

Al seguir la sublevación, Arredondo, se dirige a Río Cuarto y desde allí va en auxilio del gobernador de San Luis Lindor Quiroga. Es así que subleva Villa Mercedes y se apropia de los regimientos 3 de infantería y 4 de caballería. En un error sin razón alguna uno de sus oficiales da muerte al general Teófilo Ivanowsky que desprestigia notoriamente a Arredondo y lo condena al fracaso posterior.

El gobierno nacional formó el 28 de septiembre al llamado Ejército del Norte[9] que puso al mando del coronel Julio A. Roca para actuar en el interior contra los insurgentes. Roca con tan sólo 31 años y 600 hombres va en busca de Arredondo. Se ubica en Rio Cuarto momentáneamente pero sabe que necesita refuerzos entonces vuelve a Santa Fe. Es así que Arredondo comienza un giro volviéndose a Río Cuarto invadiéndola con facilidad, lugar donde con la ayuda de su hermano, tenía controlado.

En un error muy grave Arredondo manda un grupo de soldados a cargo de Frías para matar al General Ivanoski, héroe de mil batallas. En un asalto a su casa lo acribillan de diez balazos a través de la puerta de su habitación.

Envalentonado Arredondo va sobre Córdoba y la ocupa sin resistencia, allí no suma prácticamente a nadie y debe abandonarla a los 4 días. La muerte de Ivanowsky ya tenía consecuencias negativas en su imagen.

Momentos previos a la primera batalla de Santa Rosa

Arredondo busca hacerse fuerte en Cuyo e inicia su vuelta rumbo a Mendoza. Este tránsito está poblado de motines, deserciones y moral baja en la tropa. En San Luis se reagrupa y logra ya contar con 2500 hombres, aunque muchos puntanos se le resisten.

Roca le envía una correspondencia -a través del Capitán Palavecino- el 25 de Octubre de 1874 al Gobernador Francisco Civit allí le dice textualmente "... es necesario que V. haga reconcentrar todos los elementos de movilidad de esa Provincia y ponga una fuerte vanguardia en la Villa de la Paz".

En reiteradas correspondencia le comenta que Arredondo no tiene una tropa bien alimentada, que su ánimo está bajo, los caballos enflaquecidos y que no son muchos. Lo cierto era que Mendoza estaba dividida y los "gonzalistas", adherentes a la candidatura de Carlos González Pintos, estaban en contra de Civit y veían con simpatía a Arredondo

Don Francisco Civit, que era Gobernador de Mendoza, llama pronto a la resistencia. Dos decretos gubernamentales (del 25 de setiembre y del 3 de Octubre) logrando reunir 2000 hombres. Se obtiene el apoyo del heroico Defensor de la frontera, el Teniente Coronel Amado Catalán. La tropa entonces llega a 2500 hombres en total. Allí está el valiente mayor Rufino Ortega con su "apostura marcial y su ascendiente sobre la tropa, a la que electriza con su valor, bizarría y su reluciente uniforme de parada"[10], Kepi, pasador dorado, charreteras relucientes, etc.[11].

La primera batalla de Santa Rosa

Las batallas de Santa Rosa: sangre mendocina en tierras del Este

El gobernador de Mendoza: Francisco Civit, manda la tropa rumbo a Santa Rosa para tomar posiciones allí. Arredondo apresura la marcha desde San Luis porque sabe que debe destruir las fuerzas mendocinas y pasar inmediatamente a San Juan para controlar Cuyo.

Muy cerca al casco de la ciudad de Santa Rosa en una hermosa finca de los González, parada obligada de viajeros, el ejército defensor a las órdenes de Catalán logra tomar posición. Buenos potreros bien regados, casa amplia, hospitalaria y una arboleda indicativa de cierto arraigo. Sin trepidaciones forman trincheras allí, Catalán tiene experiencia, confía en ese lugar y en sus valientes hombres.

Arredondo le pide la rendición ofreciéndole honores. Catalán rechaza la propuesta.

De pronto el enemigo enfrente,la ofensiva de Arredondo era implacable, temeraria. Un ataque sorpresivo y certero. Eran las 6 de la mañana del día 29 de Octubre de 1874. Valiente como nadie el Capitán Irusta grita: "Los soldados de la ley no temen la muerte". Su embestida es inútil, es prontamente muerto y atrás muere el reconocido jefe, Amado Catalán.

El prestigioso historiador Roberto Azzareto lo cuenta así: "El 29 de octubre tiene lugar la batalla. Las fuerzas mendocinas de Catalán resisten durante una hora las cargas de Arredondo que se repliega no siendo aprovechado por el jefe mendocino para atacarlas. Luego de una breve pausa Arredondo arremete otra vez y al caer muerto el teniente Coronel Catalán se desmorona la resistencia a pesar de los esfuerzos del mayor Rufino Ortega. Centenares de mendocinos pierden la vida en esta batalla".

Por su parte, Rufino Ortega, cuyo valentía en combate era por demás conocida, pelea hasta desvanecer, recibe un balazo, se lo da por muerto. Cerca de la noche cuando recogían los cadáveres, se observa a Ortega vivo, al lavarle la cara Arredondo lo reconoce. Queda con vida.

Como se señala, el mayor Rufino Ortega recibe un balazo en la cara y en el piso un feroz bayonetazo en el pecho lo que de suyo implica agonía en el lugar y mucho tiempo de rehabilitación. La batalla, que duró muy poco tiempo, tiene un saldo de 80 prisioneros, 138 muertos y 242 heridos para las tropas mendocinas. Ortega había sufrido graves heridas y es auxiliado posteriormente por el cura Ramón Montagut tardando meses en recuperarse, luego pasará a servir en la plana mayor en San Rafael hasta 1877.

Un médico español, Ventura Gallegos, va a cumplir un destacado rol en la asistencia de los heridos mendocinos.

Los pasos a seguir de Arredondo

La agresión de Arredondo luego de la primera batalla de Santa Rosa lo hace entrar victorioso a Mendoza el 1 de noviembre de 1874. El gobernador Civit se oculta en Tupungato junto a Joaquín Villanueva. Los invasores nombran un gobernador interino con el apoyo de la legislatura. Así Eliseo Marenco es gobernador de Mendoza sólo por 37 días [12] Una serie de militares se le unen y así aparecen personajes como Mario Frigolé, quien había dirigido la resistencia del gobierno legal en el departamento de Luján y luego desertó para sumarse a las filas de Arredondo, Ambrosio Videla, teniente del gobierno legal se cambió de bando luego de haber sido ascendido a capitán por los revolucionarios. Otro teniente de las fuerzas del gobierno legal que luchó en Santa Rosa luego pasó a instruir a la Guardia Nacional en el bando rebelde. Otro sargento, Tomás Maldonado se pasó a las filas rebeldes entregando además a los soldados de su compañía.

Arredondo desde Mendoza se desplaza a San Juan el día 3 de Noviembre de 1874 y la ocupa con facilidad pero sus logros en el reclutamiento de tropas son casi nulos. Distinta situación le sucede a Roca que ya está en condiciones de vencer y sigue sumando tropas y avanzando.

Breve referencia a la segunda batalla de Santa Rosa

Al volver a Mendoza, Arredondo para ganar tiempo se parapeta en el mismo lugar en Santa Rosa donde resultó días antes victorioso a la orilla del río Tunuyán que estaba bastante crecido. Defendido por una posición fuerte, con una ancha zanja y un parapeto de tierra, rodeado de montes bajos, imposibles de cruzar para la caballería. Esta construcción estuvo a cargo del ingeniero Berghmans.

En sus memorias Fotheringham recuerda que el día 5 de diciembre hay una propuesta de paz del teniente coronel Benjamín Sastre a Roca. Éste la rechaza y le impone la rendición total: está Ud. despachado le gritó Roca. El 6 de diciembre de 1874. Roca lo cañonea de frente haciéndole creer que el combate será frontal. Deja fuegos encendidos en sus posiciones para engañar al enemigo, en una negra noche, con un silencio sepulcral y siendo aproximadamente las 10 de la noche con las formaciones marciales listas inicia una marcha nocturna con una táctica envolvente. El comandante Funes lo alerta a Arredondo: "están pasando fuerzas por el flanco izquierdo". Arredondo le contesta "no nos harán nada y a dormir". El día 7 de diciembre, poco antes del amanecer, en una maniobra inusual, Julio Argentino Roca (por atrás) ataca súbitamente al ejército de Arredondo. "El zorro"[13] vence con facilidad. Arredondo es tomado prisionero de manos del capitán Pallavecino de manera inmediata.

En las tropas leales el Coronel Carlos Paz, el capitán Vieyra y el teniente coronel Pedro Timote (jefe del 8 de caballería) mueren. El saldo negativo de las tropas de Arredondo son 9 jefes, 11 oficiales y 100 soldados muertos, además hay más de 340 heridos.

Arredondo logra huir, se le hace juicio y se lo condena a fusilamiento, nada de esto se consuma[14]. Curiosamente el 25 de mayo de 1875 el presidente Avellaneda redujo las penas e indultó a cinco de los condena­dos, entre los que estaba Mitre. El General José Miguel Arredondo, regresó y fue reincorporado al Ejército participando junto a Roca de la Conquista del Desierto.

EL AUTOR. Carlos Parma. Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza.



[1] José Miguel del Corazón de Jesús Arredondo fue un militar uruguayo de larga carrera en las guerras civiles argentinas y en la Guerra del Paraguay. También luchó en la frontera con los indios, y dirigió una fracasada revolución contra el gobierno uruguayo en 1886

[2] Aunque en sus cartas Roca dice que luego de las deserciones sólo contaba con 700 hombres.

[3] Velasco Quiroga, H.; "Perfiles", Ed. Best Hermanos, Mendoza, 1942, ps. 247/270.

[4] La Batalla de La Verde (provincia de Buenos Aires, 26 de noviembre de 1874) fue un combate entre las fuerzas nacionales al mando del teniente coronel José Inocencio Arias y las revolucionarias, dirigidas por Bartolomé Mitre, que dio fin a la revolución de 1874 en la provincia de Buenos Aires.

[5] Elissalde, Roberto; "Mitre y Mendoza", Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, año 2020/2021, ps. 238.

[6] Allí estaban Manuel Olascoaga (39), Napoleón Uriburu (38), Leopoldo Nelson (38), Rufino Ortega (37), Luis María Campos (36), Hilario Lagos (34), Eduardo Racedo (31), Ignacio Fotheringham (31), Octavio Ruiz Moreno (31, Julio Argentino Roca (30). Solo los coroneles Amaro Catalán (42), Juan Ayala (42) y Julio Campos (40) superaban los cuarenta años.

[7] Existían oficiales de un lado y del otro. Arredondo fue denunciado públicamente por Álvaro Barros entre 1870 y 1872. Figuraban varios testimonios en contra de éste que hacían referencia al mal desempeño de sus funciones y evidencias de corrupción en su desempeño como jefe de la Frontera de Córdoba. Entre otras cosas se lo acusaba de traficar con los sueldos de los soldados, recibir provisiones y dinero según listas de revista infladas con soldados inexistentes.

[8] Es muy recomendable ver sobre el contexto político en la zona de Cuyo: Bragoni, Beatriz, Cuyo después de Pavón: Consenso, rebelión y orden político, 1861-1974, en B. Bragoni y E. Míguez (Compiladores.), Un nuevo orden político, Provincias y Estado Nacional, 1852-1880, Biblos, Buenos Aires, 2010, pp. 29-60

[9] Si bien a este texto le interesa conectar con la actuación de Rufino Ortega, es necesario aclarar que se crearon otras comandancias: formación del Ejército del Oeste a las órdenes de Luis María Campos y colocó al hermano de este, Julio Campos, al frente del Ejército del Sur. Estas dos últimas fuerzas actuarían en la provincia de Buenos Aires. Adolfo Alsina había sido nombrado Comandante en Jefe de toda la Guardia Nacional movilizada en la provincia de Buenos Aires, y el gobernador Álvaro Barros se dio a la tarea de movilizar toda la milicia provincial de la campaña y la capital.

[10] Conferencia dada por Jorge Segura al inaugurar el monolito de las dos batallas de Santa Rosa en 1974. en el "Centenario de las dos batallas", en la Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, nro. 8, año 1975, ps. 468.

[11] En la sala de armas de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza pueden verse todos estos objetos donados por su esposa Leonor Solanilla de Ortega.

[12] Páramo de Isleño; "La situación política durante la Gobernación de Francisco Civit", en "Contribuciones para la historia de Mendoza", Edición Universidad Nacional de Cuyo, 1969, ps. 268 y ss.

[13] Como lo había bautizado su viejo amigo: Nicolás Avellaneda.

[14] Los consejos de guerra cumplieron su misión y fijaron las condenas para los jefes rebeldes. José Miguel Arredondo, fue sentenciado a la pena de muerte y el ex Presidente Bartolomé Mitre entre otros implicados, a sufrir ocho años de destierro. Aunque el caso devino en abstracto y no llegó a ser revisado por la Corte Suprema, pues la cuestión de fondo, la determinación acerca de si el delito catalogado como rebelión, cometida por militares, era pasible de sanción por los tribunales federales o los militares no llegó a ser resuelta por la Corte en virtud de que los procesados fueron indultados por una ley de amnistía aprobada en julio de 1875.

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