El sangriento militar que se encuentra enterrado en el Cementerio de Mendoza
¿Quién fue Ambrosio Sandes, "El Degollador"? Aquí lo cuenta la historiadora Luciana Sabina. Sus restos, en el Cementerio de la Capital, que queda en Las Heras.
Ambrosio Sandes fue, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, uno de los encargados de pacificar el país tras la caída de Rosas. En otras palabras, de imponer el Estado Nacional y la Constitución, en detrimento de los caudillos.
Se dice que Sandes, como jefe del Regimiento 1º de Caballería, fue entonces un verdadero azote para la provincia de San Luis.
"Hacía Sandes -nos cuenta Dalmiro S. Adaro- matar a los ciudadanos por el placer de ver correr sangre, y en ese desenfreno de barbarie eran frecuentes, casi diarias, las ejecuciones a lanza para economizar pólvora.(....) Hacía lancear y matar con íntima satisfacción, y como prueba muy sugerente de esto, en la correspondencia epistolar del general Mitre, publicada después de la muerte, hay una versión que no puede ponerse en duda y que jamás ha sido rectificada ni menos desmentida. En uno de los combates librados con las fuerzas rebeldes a las órdenes del general Ángel Vicente Peñaloza (...) se retiraron del campo dejando un buen número de prisioneros, pero llevando otro de las fuerzas nacionales, en análoga proporción. (...) Peñaloza (...) puso a disposición de Sandes los prisioneros que le había tomado, invitándolo a un canje con igual número, pero Sandes no pudo corresponder a ese acto de humanitaria gentileza, porque ya había hecho lancear a todos los que habían tomado sus fuerzas...".
Con la presencia del enviado presidencial, los puntanos sufrían a diario de las peores escenas en la plaza pública. Muchos eran torturados sólo por resultar sospechosos, mientras Sandes observaba tomando algunos mates. Harto y con gran temor, el gobernador de entonces solicitó a Mitre que lo librara del temible militar. Accediendo, el presidente decidió trasladarlo a Mendoza.
Para despedirlo se decidió hacer una fiesta en su honor. Camino a la misma el agasajado fue acuchillado. En la oscuridad de la noche puntana con rapidez inesperada, un desconocido gaucho esgrimió su puñal y aplicó una estocada en el costado derecho del militar.
El puñal se rompió en el interior del cuerpo, quedando el agresor con el cabo en la mano y Sandes, con unos 20 cms de metal en el cuerpo. Tras este episodio el misterioso "heridor" escapó airoso.
De inmediato se llamó al médico del regimiento "que estaba preso por orden de su jefe, para que lo atienda, y éste, como premio al esmero y suavidad con que quería extraer la hoja de acero que permanecía en la herida, recibe una terrible bofetada y es objeto de las más duras imprecaciones", nos cuenta el citado Adaro.
Nuestro protagonista decidió marcharse a Mendoza dos días más tarde, dónde falleció al llegar. Adentrándonos en el Cementerio de la Ciudad podemos encontrar el modesto mausoleo donde descansan los restos del terrible Sandes.