Si ellos son la Patria, yo soy extranjero
Un artículo de opinión del lector Eduardo Rivas.
A partir de la batahola que se armó con el video que publicara el jugador de fútbol Enzo Fernández cantando una ‘canción de cancha' y las consecuencias que ello trajo, se desató en Argentina una fiebre chauvinista que pretende hacer creer que el mundo está en nuestra contra.
Si de por sí el argentino medio se cree el centro del mundo, estas situaciones y, fundamentalmente, las reacciones a ellas potencian aún más esta situación.
La semana pasada contamos que la vicepresidenta de la República, Victoria Villarruel, se había sumado al debate que se había suscitado y sostuvo ‘Argentina es un país soberano y libre. [...] Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir. Basta de simular indignación, hipócritas. Enzo yo te banco, Messi gracias por todo! ¡Argentinos siempre con la frente alta! ¡Viva la argentinidad!', y una semana después volvió a arremeter, con un toque profético, afirmando ‘Argentina está destinada a la grandeza. ¡Viva la argentinidad!'
Como en un revival de aquel ‘Argentina está condenada al éxito' del zabeca de Banfield, Villarruel expone que casi como un destino ineludible Argentina tiene el norte fijado. Queda claro que Villarruel no leyó a Savater, quien en su ‘Ética para Amador' le decía a su hijo ‘Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza. "¡Para, ya está bien, no me pegues más!", le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: "¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático". Hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza. La prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no sepan artes marciales...'
Curiosamente los cultores de la libertad niegan la libertad y exponen que todo se trata del cumplimiento de algo planificado y llevado adelante por algo o alguien ajeno a nosotros, como una suerte de ‘The Truman show' moderno.
No es así, el futuro lo construimos nosotros, con el escaso margen de libertad de acción que tenemos, delimitado por nuestras ideas, nuestros valores, nuestras historias... pero con libertad, nada de profesía bíblica.
Pero la cuestión es de qué se trata esa ‘argentinidad' proclamada... Bersuit Vergarabat hizo un racconto de muchas de las cosas que la constituyen
pero la mayoría de ellas con visión porteña y citadina cuando Argentina es mucho más que eso, y he ahí el meollo del tema, la tan mentada argentinidad es una construcción que se pretende imponer de arriba hacia bajo para ‘uniformar' el pensamiento. Quien no piensa como nosotros, no es de nosotros. Quién no comparte ‘su' argentinidad, no es argentino...
Nosotros elegimos construirla, sin imposiciones y con múltiples matices, con la pluralidad de realidades que conforman esto que se ha dado en llamar Argentina, con coincidencias y diferencias, pero teniendo en claro que, como dijera Charly García, si ellos son la Patria yo soy extranjero...