Somos viajeros obligados

El viaje desde antes de nacer hasta que salimos a la vida externa al vientre materno. Una genial nota del doctor Eduardo Da Viá, viajero incansable y autor de relatos, crónicas y opiniones de alto nivel.

Eduardo Da Viá

Según las últimas estadísticas, 1.400.000 personas han realizado algún tipo de viaje durante el 2022, es decir la sexta parte la población mundial ha viajado.

Del resto, es decir de los que no viajan y permanecen en sus respectivos lugares donde viven, algunos no les interesa viajar y muchos lamentablemente no lo pueden hacer, sea por impedimentos físicos o quizás más frecuentemente financieros.

Éstos últimos, los que nunca lograron disponer del dinero necesario para desplazarse a distancia de su residencia, es decir viajar, suelen quejarse de la tremenda disparidad que existe entre los humanos. Nunca tomaron un avión o un tren o un barco y mucho menos se alojaron en un hotel. Intertanto están los que lo hacen a menudo y a veces con lujos obscenos.

Por desgracia les asiste toda la razón.

Sin embargo, muchos de los que hemos viajado como los que nunca lo hicieron, solemos menospreciar y hasta ignorar el hecho de que fuimos concebidos como nuevos seres humanos, en el transcurso de un maravilloso como imperceptible viaje; obligados viajeros porque así lo dispuso la naturaleza y sin distingos de ningún tipo.

Es precisamente durante ese viaje común para todos, cuando no hay diferencias, como inevitablemente existirán cuando el mencionado viaje finalice.

Paso a explicarles a quienes lo desconocen, la palabra nacimiento, vulgarmente conocida como la expulsión del feto por parte del útero grávido a través de los genitales de la madre tiene otra acepción que es la dar origen a un nuevo ser.

Así las cosas, en realidad nacemos en el mismo y preciso instante de la fecundación del óvulo materno por parte del espermatozoide paterno.

Este maravilloso fenómeno tiene lugar no en el útero sino en la trompa de Falopio, ese conducto que tiene un extremo libre en forma general de embudo y se encuentra en las cercanías del ovario y un extremo dentro de la pared muscular del útero tal cual lo muestra la ilustración siguiente: 

Somos viajeros obligados

Cuando el ovario libera un óvulo maduro, éste es inmediatamente recogido por el llamado pabellón de la trompa, el embudo que mencionamos y mediante movimientos musculares va empujando por así decirlo al óvulo en dirección a la matriz.

Referencias:

Somos viajeros obligados


En la medida en que los tiempos coincidan, los espermatozoides depositados mediante el coito en el fondo de la vagina, inician con movilidad propia el viaje por la trompa en sentido contrario, vale decir hacia el ovario. Aproximadamente en el tercio externo de la trompa tiene lugar el encuentro de ambas células llamadas con más propiedad gametos, siendo sólo uno entre millones el espermatozoide que logra penetrar la membrana del ovocito (óvulo) y generar el fenómeno de la fecundación, con lo que acaba de nacer un nuevo ser. Ésta es la otra acepción del término: nacer significa dar origen a un nuevo ser.

Lo notable es que este increíble encuentro y sus consecuencia se produce entre dos viajeros que no detienen su andar, ni el óvulo que desciende ni el espermatozoide que asciende y una vez nacido este nuevo ser seguirá su viaje hasta el tercio medio de la pared posterior del útero donde se aferra a la misma en al proceso de la llamada implantación.

Allí dará lugar a la placenta por una parte y al embrión por la otra, ambos surgidos de transformaciones que sufre el ovocito fecundado.

El recorrido promedio desde la fecundación dentro de la trompa hasta la implantación dentro de la matriz es en promedio de 14cm lo que equivale a 140.000 micras; ahora bien, si tenemos en cuenta que el óvulo fecundado mide aproximadamente 140 micras y que cada vez que el mismo se desplaza totalmente ha recorrido el diámetro de su cuerpo es decir 140 micras, para recorrer esos 14 cm debe repetir el movimiento alrededor de 1000 veces.

Si consideramos cada desplazamiento como un paso ovular y lo comparamos con el desplazamiento promedio de un humano adulto caminando, con pasos de 70 cm de promedio, en total recorrería 70.000 cm lo que significa 700 m o sea 7 cuadras.

Sin medir linealmente la longitud que recorre el feto dentro del útero cuando comienza a moverse, para completar el viaje le resta transitar el llamado canal del parto o sea la vagina cuyo largo promedio es de 10 cm con lo que totaliza siete cuadras y 10 cm.

Somos viajeros obligados

Finalmente asoma la cabeza en el llamado periné que son las partes blandas de la anatomía femenina alrededor de la vulva y el ano.

Ésta es la acepción común del nacimiento, cuando en realidad es la expulsión del feto ya nacido como nuevo ser vivo hace aproximadamente 9 meses antes.

No debe confundirse con el alumbramiento, muchas veces considerado sinónimo, pero que en realidad es la expulsión de la placenta y las membranas adjuntas en la tercera etapa del parto, después de la expulsión del feto.

Como queda pues demostrado, este nuevo ser ha realizado su primer viaje de sólo 700 m a un ritmo pausado dado que le insumió 9 meses.

De ahí para adelante que viaje o no durante su vida extrauterina dependerá de numeroso factores ajenos a este escrito, pero conste que todos los seres humanos hemos viajado por lo menos una vez.


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