Trump contra las redes sociales

"Es bien conocido que Trump, como ser cabal y estable que es, iba a tomarse eso de que le corrijan en público a buenas".

Roger Senserrich

Donald J. Trump, presidente de los Estados Unidos, dice muchas bobadas en Twitter. Tantas, de hecho, que la red social marcó como "engañosos" dos tweets suyos que contenían información completamente falsa sobre los peligros del voto por correo y la posibilidad de fraude.

Es bien conocido que Trump, como ser cabal y estable que es, iba a tomarse eso de que le corrijan en público a buenas. El hombre cogió un cabreo espantoso, se lio la manta a la cabeza, y decidió que, mediante orden ejecutiva, iba a imponer nuevas restricciones legales a Twitter y otras redes sociales que le "censuran".

Aunque el argumento de la censura es una soberana tontería (la libertad de expresión no incluye el derecho de poder escribir lo que uno quiera en una página de internet privada), la otra queja de Trump no es sólo plenamente válida, sino que además tiene razón. Casualmente, Trump se está quejando sobre algo de lo que escribía hace unos meses en Voz Populi sobre safe harbor, common carrier y regulación de contenidos en las redes sociales. Trump dice que no es justo que Twitter, Facebook, y compañía no sean responsables de los contenidos que cuelgan sus usuarios en ella (y no pueden ser objetos de demanda), pero que a la vez cuando ven algo que les ofende (léase, un tweet presidencial estúpido) puedan alterarlo o borrarlo.

Trump contra las redes sociales

Me voy a autocitar, si me permiten:

(...) Si YouTube es simplemente una empresa de telecomunicaciones (o common carrier, en jerga legal anglosajona), un mero transportista de datos, entonces es cierto que no podemos hacerles responsables de lo que suceda en la página. Del mismo modo que no podemos culpar a una compañía telefónica de un asesinato porque los asesinos organizaron el golpe hablando por teléfono, tampoco podemos exigir a YouTube que controlen sus contenidos. Si YouTube, en cambio, es una plataforma de contenidos diseñada para conectar a anunciantes con grupos demográficos específicos mediante la creación de una serie de algoritmos diseñados para que los usuarios encuentren vídeos que sean de su interés, entonces no son un common carrier, sino un medio de comunicación. El modelo de negocio de Youtube es analizar contenidos, conectarlos con usuarios que quieren verlos, y ofrecer esos usuarios a anunciantes; es una televisión sofisticada, no una tubería neutral.

Esta distinción entre plataforma neutral o medio con contenido editorial es crucial, ya que la regulación para uno u otro modelo de negocio es completamente distinta. Si YouTube (o Facebook) son un common carrier, la empresa no es responsable de lo que los usuarios publiquen, pero no tienen derecho a observar el comportamiento de estos y utilizar esos datos para venderlos a terceros (es decir, anunciantes). Si YouTube es un medio de comunicación, su negocio es la publicidad, así que pueden hacer todo lo posible para ofrecer audiencias hiper-detalladas a anunciantes, pero son completamente responsables de lo que se publica en la web.

A efectos prácticos, el decreto que ha firmado hoy Trump dice que, si una red social hace cualquier tipo de moderación de contenidos de cualquier clase, debe ser considerada un medio de comunicación, no un common carrier. Es decir, que si Twitter o Facebook están haciendo moderación de contenidos de cualquier tipo que vaya más allá de eliminar contenidos delictivos u obscenos, pueden ser considerados responsables de cualquier cosa que escriban sus usuarios en ella. Si yo voy y llamo al Padre de Pablo Iglesias terrorista en Facebook (por decir algo), el padre de Pablo Iglesias me podría denunciar a mí y a Facebook por difamación.

No sé si os habréis pasado por 4Chan o alguno de los pozos sin fondo de internet donde no hay moderación de contenidos, pero ya os digo que, si Facebook y Twitter os parecen sitios horribles ahora, con este decreto en marcha serían mucho, mucho, mucho peores. Nadie en su sano juicio hará moderación de contenidos alguna ya que el riesgo de que te cosan a pleitos sería demasiado grande.

Si una red se decidiera a moderar con energía, por el contrario, el gran perjudicado sería Trump, ya que nadie querría tener a un tipo como él que va acusando a gente de homicidio en su web.

Trump tiene razón de que el juego de la ambigüedad de YouTube, Facebook, y Twitter no es sostenible. Si su negocio es vender publicidad, su producto son millones de usuarios que tienen perfectamente identificados, y eso los lleva a borrar contenidos que los anunciantes consideran poco agradables, no podemos fingir que son plataformas neutrales. Si muchos de esos anunciantes son políticos y partidos políticos (que gastan a patadas en Facebook), además, esa neutralidad no es que sea dudosa, sino que está en venta, cosa que genera conflictos imposibles de solucionar. El decreto de Trump destruiría este modelo de negocio, cosa que me parece estupendo.

Por desgracia, es poco menos que imposible que esta normativa entre en vigor a corto plazo. Las empresas del sector irán a los tribunales, y es muy probable que estos digan que el reglamento contradice la ley aprobada por el congreso. Es posible que Twitter monte una defensa basada en libertad de expresión, ya que puede ser inconstitucional que el estado obligue a una empresa a publicar y mantener contenidos en su página contra su voluntad.

Por supuesto, Trump no está haciendo nada de esto porque cree que Facebook, Twitter y demás realmente le censuran. Lo que está haciendo es "avisar" a esas empresas de que no se metan en campaña, y le dejen colgar tantas mentiras, conspiraciones y publicidad engañosa como sea humanamente posible en las redes de aquí a noviembre. Mark Zuckerberg ha ido a Fox News de inmediato a babosear que ellos no censuran nada, y que Twitter es el mal, porque el negocio es el negocio y los bots rusos pagan bien, supongo.

Nada sorprendente de una página que literalmente ha destruido la prensa tradicional en todo el planeta y que ha generado crímenes de odio allí donde pasa. Y no, no estoy exagerando.

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