El tránsito en el área metropolitana
El ingeniero Oscar A. Sevilla formula aquí un aporte para abordar el tránsito en la conjunción de espacios urbanos que constituyen una metrópoli, como Mendoza.
Permanentemente nos encontramos ante el desafío de mejorar la congestión de tránsito en nuestra área metropolitana, lo que nos lleva a plantear medidas eficaces para mantenerla bajo control con el fin de salvaguardar la calidad de vida y sostenibilidad urbanas. El centro de los análisis que se realicen deben ser las personas y no los vehículos.
La incorporación de una perspectiva más amplia de la ingeniería de transporte puede ayudar a una mejor gestión urbana y ambiental. Esta perspectiva es factible, existiendo diversos enfoques para evaluar otros impactos urbanos derivados del tráfico, aparte de la sola congestión vehicular. Se puede especular, entonces, que la ausencia de tal perspectiva nace de un desconocimiento técnico y político de las potencialidades que tiene la gestión de tránsito en la solución de los problemas urbanos.
La congestión de tránsito ha ido en aumento en gran parte del mundo, desarrollado o no, y todo indica que seguirá agravándose. Se deben intentar un conjunto de acciones sobre la oferta del transporte, así como sobre la demanda, a fin de racionalizar el uso de las vías públicas.
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Hay que tener muy presente, que, si bien se pueden tomar como ejemplos, trabajos realizados en otros países o ciudades (ej. Dinamarca, España, EEUU, Alemania, Chile, Bogotá, etc.), los mismos no siempre son aplicables a nuestra realidad, tanto por razones culturales como geográficas.
La principal manifestación de la congestión, es la progresiva reducción de velocidades de circulación, que se traduce en incrementos de tiempos de viaje, de consumo de combustibles, de otros costos de operación y de polución atmosférica, traducida en un aumento de emisiones de contaminantes atmosféricos producidos por el tráfico (COV, COx, NOx, PM10, PTS, SOx,). De estos, algunos tienen más impacto a nivel local como el monóxido de carbono (CO), el material particulado respirable (PM10) y las partículas totales en suspensión (PTS). El aumento en el nivel de ruido en las calles, medido en dB(A), y vibración en edificios debido al tráfico en una vía. Existen dispositivos para detectar el ruido y hay modelos matemáticos que lo ligan al flujo vehicular.
La situación se agrava en nuestra ciudad, debido a problemas de diseño, conservación de sus calles, estacionamiento y ciclovías que restringen la capacidad de circulación vehicular, el estilo de conducción que no respeta a los demás, la defectuosa o nula información respecto a las condiciones del tránsito y la gestión inapropiada de las autoridades competentes (fragmentada en multiplicidad de entes).
Los costos de la congestión son elevados. Aumentar en promedio las velocidades para viajes en auto en 1 km/h y de los de transporte de colectivo en 0,5 km/h implicaría una reducción de tiempos de viaje y costos de operación por un valor equivalente a 0,1% del PBI provincial (Thomson, 2000b).
a-Debido a las ventajas que representa el automóvil, los usuarios tienen disposición a tolerar un determinado nivel, aún no dilucidado de congestión, dando como conclusión que resultaría imposible eliminarla del todo, sino mantenerla bajo control.
Es un tema para trabajarlo desde varios frentes.
b- Comenzar con medidas sobre la oferta. Estas representan aumentos de capacidad de transporte y muchas veces no tienen costo directo para los usuarios. Es deber de las autoridades proporcionar siempre más y mejor infraestructura vial. Atendiendo a esto, deberán iniciar una lucha contra la congestión con acciones tales como el mejoramiento del diseño de intersecciones, correcta y apropiada demarcación de las vías y señalización racionalizada, incluyendo la corrección del ciclo de los semáforos, recurriendo a semaforización inteligente y controlada desde una base de operaciones, tarea que puede irse realizando por etapas, dado su elevado costo. Probablemente, además, sea necesario reordenar las líneas troncales y alimentadoras, estableciendo ciertas preferencias, mejorar la calidad de autobuses y la capacidad empresarial de los operadores. Esto no asegura que muchos automovilistas sean atraídos al transporte público, pero si se puede aspirar a mantener la proporción de viajes diarios y ofrecer un servicio digno y rápido. Un aporte positivo es el Metrotranvía.
c- Medidas sobre la demanda. Debe tenerse cuidado con la aplicación de disposiciones exageradamente restrictivas (ej. ciclovías mal diseñas tanto desde lo técnico como desde la seguridad, que restringen la capacidad de transporte de las calzadas), que ahuyenten a empresas y residentes, a fin no deprimir determinadas zonas de la Ciudad. De ahí la importancia de desarrollar una política coherente de estacionamientos (ej. bajo plazas, etc.), que favorezca el desarrollo y sostenibilidad urbanos. No es el caso actual, donde desde lo residencial, administrativo y comercial, están migrando a zonas más alejadas, mostrando una gran falla en la intención de las autoridades de lograr una ciudad compacta. La educación vial debe ser permanente desde la niñez, lo que contribuiría a aminorar la congestión, enseñando a evitar la conducción indisciplinada o falta de respeto hacia los demás, sean peatones, ciclistas o vehículos. A su vez, los peatones y ciclistas también deben ser orientados a observar reglas de circulación.
d- La congestión hace más lenta la circulación de los buses y eleva el valor de los pasajes, incrementa los accidentes, aumenta el consumo de combustible, agudiza la contaminación ambiental, amenaza la competitividad, pone en peligro la sostenibilidad de la vida urbana y perjudica la calidad de vida. Los buses eléctricos, no contaminantes directos, son un gran aporte positivo.
e- Trabajar sobre esto, respetando las condiciones locales, lleva a que lo más aconsejable puede ser abordar las siguientes medidas:
- Rectificar intersecciones.
- Mejoramiento de la demarcación y señalización.
- Aumento de estacionamientos (subterráneo con estaciones de carga eléctrica vehicular) y racionalización de los mismos en la vía pública.
- Escalonamiento de horarios.
- Coordinación de semáforos.
- Dada nuestra infraestructura, no es aconsejable, tanto desde lo práctico como desde la seguridad, la utilización de carriles segregados para el transporte público.
Como conclusión, es necesario construir una visión estratégica de largo plazo para el desarrollo de la ciudad, que permita compatibilizar la movilidad, el crecimiento y la competitividad, tan necesarios actualmente, con la sostenibilidad de la urbe y su calidad de vida.
El trabajo debe ser continuo y permanente.
EL AUTOR. Oscar A. Sevilla. Ing. en Construcciones. Ing. Civil. Socio del Centro de Ingenieros de Mendoza. NR.: Para este escueto trabajo, se recurrió a distintas publicaciones internacionales.