Recuerdos de antaño: un surtidor de aguas callejero

Remembranzas de la Villa Hipódromo de la segunda mitad del siglo XX a través de una conversación, por Matías Edgardo Pascualotto, autor de "Las políticas hídricas y el proceso constitucional de Mendoza".

Matías Pascualotto

El distrito de Villa Hipodromo, ubicado al noroeste del departamento de Godoy Cruz ha cambiado radicalmente sus rasgos urbanísticos en las últimas décadas. No obstante ello, el área ocupada por el actual Corredor del Oeste y las actuales barriadas extendidas hacia las faldas de las primeras estribaciones de los cerros, guardan frescos recuerdos de su pasado suburbano.

A través de las conversaciones mantenidas con la señora Cristina Elena Hidalgo, quien viviera gran parte de su niñez en el área, pudimos rescatar algunos elementos de historia que presentamos en esta reseña, importantes para la reconstrucción del pasado cotidiano.

Nos cuenta la memoria de la cronista que su familia se mudó a calle San Vicente, en la zona de Villa Hipódromo, departamento de Godoy Cruz, cuando ella era apenas contaba con dos años de edad, en donde residieron por el lapso de 7 años aproximadamente.

Mediaba la década del cincuenta del siglo XX. El inmueble que conformaría la vivienda familiar estaba ubicado en dicha arteria, y formaba parte de por una serie de pequeños terrenos a los cuales se accedía desde la vereda por un pasillo peatonal, el cual, a su derecha, lucía alineadas las filas de de entradas a las respectivas unidades habitacionales, algunas en construcción para la época. Su familia ocuparía los dos terrenos ubicados en los fondos del pasillo comunero, en donde los mayores de su casa levantarían, con sus propias manos, su modesta vivienda familiar.

En dicho sentido una de los recuerdos de pequeña que aporta la memoria de la autora intelectual de este relato, es el recuerdo de su padre, a deshoras del trabajo fuera de casa, fabricando adobes junto a su abuelo materno - italiano del sur bajado del barco, ácrata en sus ideas, según destaca-. La faena constructiva se realizaba en un espacio del terreno ubicado a las puertas del inmueble, en área que suponemos de retiro de la línea municipal, o perteneciente a otra parcela aún no edificada. Los adobes resultantes, trasladados al lugar que formarían los muros, servirían para la construcción de la casa de la familia, hogar de la niña rememorada por su actual versión mayor.

Si uno circula por ese sector godoycruceño, aún hoy pueden observarse gran cantidad de pasillos de entrada a terrenos subdivididos de dicha forma, los cuales dan una particular fisonomía a gran cantidad de inmuebles del lugar: rectángulos formados por una vivienda con frente a la calle, y pasillo en uno de los laterales de esos frentes, generalmente de puertas peatonales en madera o chapa, al estilo o usanza de la décadas del 50/60 del pasado siglo.

Aprovechamientos de subdivisiones del terreno que, para la época, constituirían la vivienda de infinitas familias de clase trabajadora, en una ciudad que aún resonaba en ecos de la inmigración de décadas pasadas.

Un surtidor público

Entre las distintas improntas de uso del agua urbana, encontramos para nuestra área metropolitana la referente a los surtidores callejeros de uso colectivo, ubicados estratégicamente en algunas arterias de los barrios de la ciudad. Su fin utilitario consistió en coadyuvar al aprovisionamiento de la población en épocas en que las redes de agua potable no conformaban parte del confort doméstico, dado hoy como obvio en la gran mayoría de los hogares mendocinos.

Nuestra narración histórica aporta referencias al respecto, toda vez que a metros del inmueble de la infancia de nuestra cronista, se ubicaba uno de estos proveedores comunes de aguas para consumo.

Ilustra al respecto la memoriosa narradora que: "... Saliendo de la casa por el pasillo de entrada, girando hacia el norte, y caminando hacia la esquina (sobre calle San Vicente, léase), aproximadamente a mitad de cuadra, y sobre la misma vereda, a dos casas del pasillo de ingreso a mi casa aproximadamente, había un surtido público, a la sombra de un añoso pimiento."

Cabe destacar que varios de estos árboles, característicos de la geografía local, conforman aún hoy piezas del paisaje de la zona, ubicándose algunos particularmente añosos que conforman verdaderos íconos urbanos de referencia en el sector.

Siguiendo con el relato del surtidor, destaca la memoria descriptiva de la cronista, respecto a la estructura del mismo, que: "tenía una especie de respaldar de cemento y una pileta del mismo material, y sobre el respaldar estaba la canilla. Era una canilla común y silvestre... creo que era blanca.. no era amarilla... debe haber sido metálica".

Los recuerdos, por otra parte, arrastran a nuestra comentarista hacia la estética de la arteria. Nos comenta que: "...Calle San Vicente a esa altura era una calle de tierra, que tenía enfrente (a su vera, léase), el canal Civit. Sobre nuestra vereda (en la margen opuesta de la calzada que bordeaba el citado canal, según nos explica), había acequia.

Las usanzas del regadío de las polvorosas calles y veredas también están presentes en el recuerdo. Continúa expresando que: "...se regaba con los tarritos con el palo, sacando agua de la acequia, y todas las noches en las tardecitas de verano algunos vecinos salían a tomar fresco."

Por ello, varios vecinos memoriosos de antaño seguramente recordarán el regado de calles y veredas con el rudimento tecnológico construido por un tarro metálico, de aceite u otro producto, que, tras una pequeña incisión en su cara lateral, era proveído de un largo mango hecho con algún palo, quizás de alguna escoba ya gastada, que era adosado al tarro con un clavo.

Por otra parte, volviendo al surtidor y en lo referente al uso del mismo, señala la cronista que: "....los vecinos iban a buscar agua. Yo tendría en esa época entre ocho y nueve años aproximadamente. No recuerdo ese surtidor de cuando era más chica...".

A partir de allí, los aportes de la antigua vecina nos sorprenden con un detalle que podríamos trasladar a cualquier momento histórico de nuestra ciudad andina. Y es que el recuerdo del surtidor nos transporta a través de su memoria hacia la conmemoración de otro ícono relacionado con el agua, usanza antiquísima como la Mendoza misma, que pervive en su recuerdo de infancia como un valioso aporte al pasado de la cultura del agua, y que a continuación reseñamos.

Una doméstica pileta de decantación

Hilando los recuerdos sobre el surtidor callejero de calle San Vicente, en Villa Hipódromo, este otro recuerdo es el que nos sorprende por parte de la autora de la historia que narramos, y al cual introduzco hilado el párrafo que precedentemente trascribiera y que en parte repito aquí.

Rememora al respecto: "...Yo tendría entre 8 y 9 años. No me acuerdo de ese surtidor de cuando era más chiquita... Nosotros antes en la casa teníamos una pileta alimentada por acequia y un botijón...".

La historia de la provisión de aguas domiciliarias mediante el sistema de acequias callejero y a cielo abierto, es viejo como la historia misma de la ciudad de Mendoza. En dicho sentido, he destacado el particular en el libro Las políticas hídricas y el proceso constitucional de Mendoza. Suministro de aguas para consumo y regadío, y sistema de acequias como modo de lograrlo, conforman la estructura de vida de nuestro oasis provinciano.

Dentro de esa lógica, la crónica que se nos presenta inserta este otro elemento que conformará el instrumental cotidiano de los hogares de antaño: las piletas o cisternas de reservorio y decantación de aguas.

Provistas del recurso a través de las acequias urbanas circulantes a cielo abierto, dichas piletas se ubicaban dentro de las parcelas particulares. En ellas se depositaba el líquido, y a través de distintos sistemas de filtrado, como la utilización de arena, o la simple sedimentación del agua estancada, que depositaba sus residuos sólidos en el fondo de su reservorio, en los casos más rudimentarios, se completaban el ciclo de "potabilización".

En nuestro caso particular destaca la narrativista que: "... teníamos una pileta alimentada por acequia y un botijón. Así que quizás cuando yo era más chica no había surtidores en Godoy Cruz (señala la autora, en referencia a la zona de su niñez dentro del área municipal). No tengo recuerdo tampoco de mi mamá yendo a buscar agua al surtidor público...".

Más adelante en el relato, nos informará que recuerda dentro de su inmueble "...la pileta de llegada de aguas por acequia y el botijón de decantación de agua para tomar que estaba antes de la cocina. Era cerámico".

Por otra parte, recuerda la vecina que: "...la pileta de decantación, que para su recuerdo de niña era de extremadas dimensiones (y que, ahora, de grande, podemos suponer de que no lo era tanto), tenía una losa cementicia que la tapaba, y se extraía el agua con un balde y un gancho, levantando una pesada tapa, que se podía mover únicamente por la fuerza de una persona mayor". De ese dato concluimos que dicha tapa y su peso constituía ex profeso una protección para los niños de la casa, que en el recuerdo de la otrora niña, constituía un gran esfuerzo para su madre, cada vez que necesitaba desplazarla para surtirse del recurso.

Finalmente, el botijón que recuerda a medias la memoria de la urbana cronista, ubicado en la entrada de la cocina de su antigua casa, el cual, por lo que ella rememora, se ubicaba sobre algún mueble, y que sí recuerda (como ya señaláramos) "era cerámico", constituiría muy probablemente un filtro manual de filtrado de aguas, las cuales harían su paso previo en el mismo, antes de su consumo.

Concluimos así esta pequeño paseo por el anecdotario de una Villa Hipódromo de antaño, en pleno crecimiento hacia el oeste, en una época que mezclaba elementos de la más antigua data como las construcciones de adobe casero y la provisión de aguas por acequia, con las primeras improntas de una ciudad moderna en expansión territorial. Tras estas líneas, algunas pinceladas de la memoria y el recuerdo entramando costumbres del tiempo ido. Iconos urbanos, improntas hídricas mediante las vivencias de una niña en el área metropolitana de la Mendoza del siglo XX.

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