Similitudes y diferencias entre la prensa independiente y las gacetillas oficiales
La reflexión de Pablo Gómez sobre el rol de la prensa, si es realmente independiente de los poderes.
He escuchado en estos días a más de un gobernante quejarse de la prensa que lo ataca. Y he leído, no hace mucho, a periodistas quejarse de la parcialidad de las gacetillas de prensa que envían algunos gobernantes, por su formato "tendencioso". En definitiva, ni a los unos ni a los otros les cae en gracia la parcialidad en el manejo de la información, siempre y cuando, por supuesto, esa parcialidad no coincida con su punto de vista.
Y creo, en mi humilde opinión, que el problema está en esperar imparcialidad en un espacio en donde la misma no cabe. Todos los escritos han sido desarrollados por personas, esto es, por seres pensantes que llevan toda una vida siendo educados en un entorno cultural, siendo influenciados por lo que les toca vivir, y por ende, personas que tienen puntos de vista sobre los temas que los rodean.
¿Cómo pretender entonces, imparcialidad de estas personas? La prensa independiente, ¿es independiente de qué? Todo escritor, creo yo, depende. Algunos dependen de sus jefes políticos, otros de los editores y propietarios de los medios en que los que desarrollan sus tareas.
¿Cómo hace un supuesto editor independiente para elegir entre dos noticias, cuál va en primera plana y cuál no? Simplemente elige la que para él es más importante, valoración que será compartida por algunos y no por otros, pero que en definitiva, hace dependiente la primera plana del criterio de este buen señor (o buena señora), que tendrá en cuenta en algunos casos su sentido común, y en otros los intereses comerciales de la empresa en la que trabaja. Y por el lado de la prensa oficial, ya decía Mariano Moreno hace alrededor de doscientos años que el gobierno debía minimizar la difusión de las malas noticias, y potenciar la difusión de las buenas. En su honor se fijó el día del Periodista el 7 de junio, fecha en que vio la luz la "Gazeta de Buenos Ayres", periódico oficial en el cual se ponían en práctica estos conceptos...
¿Es tan grave aceptar que se tienen límites para escribir? ¿No sería más sano blanquear la dependencia y dejar que los lectores elijan, o bien entre los que piensan igual para fortalecer sus propias creencias, o entre los que piensan distinto para ver de qué va la cosa más allá de sus narices?
Habrá a esta altura quien me refute diciendo que hay escritores independientes que escriben lo que les da la gana, solo condicionados por sus creencias personales, lo que ya es una primera dependencia. Es cierto, los hay. Pero para que alguien lea sus escritos, deberán encontrar un editor, propietario de medio o gobernante que comparta sus pensamientos, para que sean publicados. Y no es malo, creo. Lo malo es que nos quieran convencer de que son independientes, de que en los diarios sólo se marca tendencia en la columna de opinión, y de que las gacetillas gubernamentales cuentan la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Yo por mi parte, como buen escritor independiente, aprovecho la imparcialidad de este hermoso espacio digital para hacerles llegar mis ideas, y aprovecho la oportunidad para saludar afectuosamente al editor, que con su sapiencia ha sabido elegir de entre tantos escritos que le llegan, los mejores para ser publicados...