No quedan 2 años de Suarez, sino posiblemente 6 para cambiar Mendoza
Se puede ver al calendario de diferentes maneras: a Rodolfo Suarez se le acaba el mandato en dos años o bien, llegará -a falta de alternativas- otro período de cuatro bajo el mismo signo. La era de Cambia Mendoza sumaría 12 años. Al final será evaluada por si Mendoza cambió o sigue siempre igual.
Los gobernantes y sus opositores, es decir, la maroma del poder, es quien decide qué se hace y qué no. En Mendoza, ese juego de subibaja funciona mejor (para bien o para mal) que en otros puntos de la Argentina. Hay una costumbre de discusión de los temas antes de que sean impuestos que levanta el octanaje del combustible democrático, aunque eso no signifique se acelere el motor de los cambios, sino todo lo contrario: se demoran, se postergan. Se teme demasiado a que algo salga mal y alguien deba pagar por ello con su futuro político.
En la semana que terminó (como puede leerse hoy en varias columnas de Memo, y en artículos anteriores) se conoció el estado de situación de la economía. Levantó el telón el Ieral de la Fundación Mediterránea y lo que se vio no fue del agrado de nadie.
Es que en Mendoza conviven un relato de lo que se quiere ser (que levanta la autoestima y permite mirar por encima del hombro a las otras provincias) y la más cruda realidad del empobrecimiento y el estancamiento.
Nótese que apenas unas horas después de los fastos vendimiales, a la hora de los postres, el informe dejó un gusto amargo que nadie puede sacar todavía de sus sensaciones cotidianas.
Mirar en qué plazos hacia adelante
Al respecto, han surgido numerosos comentarios y actitudes. Así, hay reproches al pasado y al presente. Pases de facturas. Actitudes de distracción, como que el asunto no les compete. Y también, onda preocupación porque evidentemente los acuerdos que se ratifican, por ejemplo, en cada Vendimia con todos los protagonistas sobre el escenario, terminan beneficiando a los mismos y no a todos o a muchos más de los que se reafirman año tras año.
Los plazos de una vida política que tampoco logra marcar un buen ritmo, ya sea por los plazos de gestión y la obligación de someterse al electorado cada dos años, o porque recibe zancadillas de las que no sabe o puede recuperarse, parecen jugar en contra de una salida coordinada o del trazado de una directriz que dibuje nuevos horizontes.
De allí que surge una forma de análisis que probablemente las fuerzas productivas y de gestión no han mirado del todo, pero que sí vieron, en todo caso, los economistas que realizaron el diagnóstico y calcularon las perspectivas: observar la coyuntura en términos de mediano plazo, con realismo en torno a la política e impulsar una nueva mirada sobre la planificación ya no en lo estratégico, sino en lo táctico.
Al equipo de gobierno actual de Mendoza le quedan dos años de gestión.
En ese tiempo, ¿qué puede hacer?
- Puede apurarse para terminar, y hartos de los obstáculos que han tenido que atravesar, dejar solo que pase el tiempo para entregarle la responsabilidad a otros.
- Detenerse sobre el camino recorrido, repasar los pasos dados y buscar dejar un legado, eso que siempre buscan y pocas veces encuentran los gobernadores mendocinos.
- Tratar de que el camino de salida no resulte un plano inclinado y resistirse caer rodando, haciendo el esfuerzo porque se haga más lento el avance y eso otorgue más oxígeno para generar acciones, desafíos, proyectos y de ese modo, dibujarles un mapa a los que vienen.
- O finalmente, más en línea con esta última opción, comprender que posiblemente no queden dos años de gestión, sino seis y, con ello, todo un mundo de posibilidades para terminar de construir una idea de un período que, al final, habrá sido de 12 años y será revisado por la historia y los diagnósticos, como un tramo completo e ininterrumpido de partidos y gobernadores del mismo signo en el ejercicio del poder.
Se parte de la base, para pensar en esto, de que la alternativa al actual equipo de gobierno que representa el variopinto espacio Cambia Mendoza, está atomizada. El peronismo no ha logrado todavía consolidarse como una fuerza que pueda retomar las riendas de la Administración y eso le da una chance al actual gobierno, sus aliados y adherentes (dentro y fuera de la política) de parar todo y pensar en real perspectiva: estaríamos justo ahora a mitad del camino iniciado por Alfredo Cornejo y queda un período igual para completar una idea de lo que se quiere y hace por cambiar a Mendoza.
Si se mira de ese modo el tiempo que queda para el recambio que ha venido garantizando desde 1983 el equilibrio político y la alternancia en Mendoza, se verá que más allá de las derrotas del corto plazo, hay tiempo para repensar con nuevos proyectos (¿y ejecutores protagonistas?) todas las ideas motoras que se vieron alteradas o paralizadas hasta ahora.
No quedan dos años de Rodolfo Suarez, sino probablemente seis de un equipo del mismo signo político. Y será un período en el que la alternativa tendrá que, sí o sí, buscar y encontrar su eje para sintonizar con la sociedad.
Puede que lo que venga sea mucho mejor, pero hay que trabajar en ello. Las cosas no suceden por destino, sino porque las personas con liderazgo y capacidad hacen un gran esfuerzo para que se produzcan.