Relaciones sociales entre pedagogía inclusiva y política

Haciendo una recolección de datos sobre la pedagogía inclusiva y la política, el grupo de investigación de la Fundación Bologna Mendoza, y reflexionando sobre el tema, ha construido este ensayo que ahora les presento a los lectores de Memo.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

Educar es crear una realidad en la que el ser humano en su relación crea la necesidad y la perspectiva haciendo que sus derechos sean reconocidos y respetados.

Los diferentes modos de acción de las dos ciencias en el acompañamiento del hombre en el camino hacia su plena humanización permiten que una sea apoyo de la otra y viceversa. La planificación-programación política aprovecha la capacidad crítica de la pedagogía para ensayar y remodelar, cuando sea necesario, su propia acción; la pedagogía se sirve de la observación y análisis del pensamiento político, porque esto le permite dar una perspectiva histórica a su acción, evitando que se desbarate en la ejecución de obras de poca incisividad (Rubini, 2010, p. 46).

El servicio del bien común implica la responsabilidad y el compromiso por la plena realización de todos y cada uno como condición fundamental del pensamiento político y del actuar político. Esta concepción del bien común no pretende predefinir cuáles son las mejores elecciones a realizar, sino que remite, según el pensamiento de Maritain, al pluralismo de las sociedades actuales.

Parece evidente que ambos saberes están unidos por una responsabilidad cultural encaminada a perseguir lo auténticamente humano en todo contexto público y privado (Bertolini, 2005, p. 311).

Tanto el análisis político como el pedagógico se presentan como inciertos e inquietos, empujados a afrontar una fragilidad que depende de la mutabilidad de los acontecimientos y su ambición de tomar en consideración la complejidad de los acontecimientos, sin simplificarlos, forzándolos a modelos útiles de predictibilidad, a la armonía y correlación de las ciencias que a la comprensión del fenómeno pedagógico o político.

La correlación entre educación y política constituye una suerte de garantía para ambas. Por un lado, porque la política, a pesar de su autonomía, no podía ignorar los ideales formativos que una reflexión cuidadosa y sin escrúpulos sobre el hombre y su ser en el mundo llegó a concebir. Por otro lado, la educación, aun en su especificidad, no podía perderse en discursos demasiado abstractos o moralistas, pues su atención casi constitutiva a la experiencia política la obligaba a lidiar con la práctica y por ende con la realidad cotidiana por así decir" (Bertolini, 2003, pág. 3).

La convergencia entre política y pedagogía es impulsada a veces hasta el punto de que la educación es una expresión de la política, en tanto reconocería sus razones y significados. También a veces algunos aprovechan al máximo las conexiones entre los dos tipos de conocimiento, tienen claras las diferencias en sus respectivas áreas de intervención.

En la primera hipótesis, ocuparse de la educación no significa dar vida a acciones que se inspiran en la política, sino que coinciden "tout court con la intersección de las dos disciplinas, con ese vasto espacio común en el que se sitúan como proyecto de transformación orientada de la realidad humana en una dimensión específica". En este caso, la educación se convierte en educación política que "trata temas como el poder, el estado, el gobierno, tratando de asumir la amplitud y justificación en proyectos formativos capaces de movilizar consensos en torno a su particular configurabilidad" (Volpi, 1992, p. 993).

Frente a tal posición, la identificación de las peculiaridades de un ámbito respecto del otro lleva a señalar que la educación se caracteriza cuando es capaz de asumir la obligación de definir fines propios e independientes y de prever una planificación estrictamente ligada a éstos propósitos. En esta perspectiva, la atención se dirige no tanto a la educación política, sino a la educación para el político. Este término pretende indicar, a diferencia de la política como arte, o como acción, la dimensión del ejercicio de derechos/deberes por parte del ciudadano consciente capaz de juicio crítico. La educación política, en consecuencia, consiste en la transmisión de información y habilidades necesarias para adquirir tal juicio (Ricoeur citado en Santerini, 2009, p. 137).

Se trata de brindar las herramientas para comprender sus diferentes características y actuar en base al consentimiento o no en aras de una mejora en la convivencia social. La educación política se hace posible si existe un camino formativo alimentado por una concepción educativa correctamente asentada, consciente de su independencia de los procesos de modelización o, más simplemente, de socialización y encaminada a identificar y transmitir la posesión de las herramientas necesarias para un análisis crítico interpretativo y funcional. capaz de sustentar una visión personal del mundo.

La "política", recuerda Franca Pinto (Profesor emérito de Pedagogía, Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de los Estudios de Foggia, Italia) , puede subyacer, cuando se la hace objeto de una reflexión crítica, a diferentes modos de pensar y de actuar que, en síntesis y por sencillez de análisis, podemos ordenar según la orientación alternativa a la "construcción" organizativa. arreglos de la polis o la "gestión" directa de la polis.

Charles Louis de Montesquieu argumentó que la virtud política "es una renuncia a uno mismo, que siempre es muy difícil de soportar. Esta virtud consiste en la continua preferencia del interés público sobre los propios intereses" (tr. It. 1989): con mayor realismo, no creemos que se deba renunciar a uno mismo, pero pensamos que no se debe enfatizar las propias expectativas y expectativas

En la realidad actual se necesita un análisis profundo de los problemas para afrontarlos con la necesaria concreción, es necesario no desistir ante las dificultades sociales, económicas y religiosas que genera toda la diversidad y hablas de inclusividad. El miedo a perder el propio espacio vital deriva también del sentimiento de un mundo cada vez más pequeño: la tarea que debemos realizar es la lucha contra la ignorancia de las cosas, para que podamos vivir con su complejidad. Sin embargo, esto no es suficiente, las dificultades por superar no se limitan a este hecho: las ambigüedades, las mentiras, las asimetrías de información son frecuentemente más grandes y tenaces que la ignorancia misma; el egoísmo y la apatía confinan a los ciudadanos a su propio espacio privado confinado. El análisis y profundización de estos fenómenos nos permite reconocer la aridez de una existencia centrada en uno mismo y las razones para reestablecer la relación con los demás.

Consideraciones relativas al reconocimiento, respeto y educación en política conducen a la definición de procesos de democratización que hacen que la difusión de los derechos humanos y la paz sean la premisa indispensable para su efectiva realización en la vida de las personas dentro de los sistemas nacionales e internacionales. Es pues indispensable una gran apuesta por una educación que nos permita detectar el verdadero sentido de la existencia humana y el valor de una visión política capaz de acceder a los complejos mecanismos de nuestro tiempo, disponible para identificar nuevas armonías entre conveniencias y beneficios de alcance y esforzándose por el bien de todos.

Se necesita la educación en política para actuar como baluarte y defensa contra el clima brutal de oposición al otro y la violencia que de él se deriva, y para representar uno de los aspectos más interesantes de una formación fructífera y productiva, capaz de comprender y traducir las continuas innovaciones del presente, y planificar teniendo una conciencia clara y sólida de sus principios subyacentes. De ahí la necesidad de dar concreción a un esfuerzo formativo encaminado a la realización de una educación en política anclada en principios firmes, definidos, simples, y a la vez muy difíciles, en su sustancialidad: la preeminencia del decoro, el honor, la reputación. de cada individuo, ante cualquier impedimento que genere la compartición de espacios y recursos.

La educación en general y especialmente en política se orienta hacia un fin bien definido en el intento de ayudar a una presencia social y civil activa encaminada al crecimiento del bien común.

De aquí se sigue el imperativo de mantener vivos, activos, los caminos educativos en sus múltiples formas, sin excluir, por supuesto, la educación política inclusiva, dirigida a diversos grupos de edad e individuos de todas las condiciones sociales y culturales. Todo esto parece más evidente en el momento histórico actual en el que asistimos a la carencia crónica de todo elemento ético y pedagógico de la política y en el que falta una función pedagógica de los partidos, por el contrario, hay fuertes presiones para encauzar cada vez más la política, más en la perspectiva del empleo, de los oficios y de las fuentes de enriquecimiento. Tal vez, la degradación de la política esté en pensar en estar solos y en pensar sólo en sí mismos.

Nuestra tarea es "inventar", no solo y trivialmente "aplicar". Los proyectos que saben vincular estudios e investigaciones a nivel nacional e internacional y relacionados con diversos orígenes disciplinarios constituyen una contribución importante en la línea destacada, eludiendo dos grandes límites: el fanatismo, primero, y el amateurismo, segundo, con la peligrosa superficialidad que es apropiado para él en cada área.

Es fundamental que la pedagogía continúe el camino estudiando en profundidad el sentido de la acción formativa, construyendo caminos cognitivos, sociales, políticos, éticos, religiosos, siempre inclusivo, para que una pedagogía abierta, activa, constructiva y, por tanto, menos violenta (Santelli Beccegato, 2008, pág. 30).

La dimensión cultural y formativa que caracteriza la educación en política tiene que proponerse lograr que la política asuma la carga de asumir los problemas, identificando, sí es posible, las soluciones sin limitarse a una mera técnica de poder y defensa de las rentas de la política.

Bibliografía

Arendt, H., (2006). ¿Qué es la política? Turín: Einaudi.

Bertolini, P., (2003). Pedagogía y política. Milán: Cortina.

Chade,J.J.; (2022) . La Palabra que forma. Erickson, Trento.

Chionna, A., (2001). Pedagogía de la responsabilidad. Educación y contextos sociales. Brescia: La Escuela.

Elía, G., (2010). Pedagogía y política. Convergencias y divergencias disciplinares en la perspectiva de una educación en política, en L. Carrera, Hacer o no hacer política. Milán: Guerini.

Foa, V., Montevecchi, F., (2008). Las palabras de la política. Turín: Einaudi.

Rubini, A., (2010). Pedagogía y política. El aporte de la comunicación para educar a una ciudadanía responsable. Milán: Guerini.

Santelli Beccegato, L., (2008). Pedagogía neopersonalista y política: relaciones, distinciones, objetivos, en G. Elia, B. Pojaghi (ed.), Dinámicas formativas y educación en política. Macerata: Eum.

Santerini, M., (2009). Educar en la preocupación: cuidado por los demás, compromiso cívico, en Pedagogía y Vida, 2, 2009.

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