Del dicho al hecho: podrá Faurie influir en algo para mejorar el paso a Chile
El embajador demostró que tiene declaraciones para todos los tipos, de este lado y del otro de la cordillera. Sin embargo, podrá concretar lo que sugiere para mejorar el funcionamiento del paso Cristo Redentor.
El embajador argentino en Chile, Jorge Faurie, llegó haciendo mucho ruido, pero hasta el momento genera más problemas que soluciones. Tal como señalé en una columna anterior, con un tono muy porteño vino a Mendoza en enero y comenzó a enviar mensajes a los funcionarios chilenos a través de los medios y del cónsul trasandino.
Un Faurie en modo Milei (y porteño) que chocó antes de arrancar
En marzo tuvo el incidente en el complejo Los Libertadores, el que vino a sumar otro episodio en el que el verborrágico excanciller mostró su forma de actuar. Sin embargo, y tal como señalamos en Memo en enero, los funcionarios chilenos no le responderían, sino que le harían sentir el malestar, y así lo hicieron. Por las vías diplomáticas presentaron los reclamos, obligando al funcionario a presentarse en la Cancillería trasandina antes de ir a entregar sus cartas credenciales a La Moneda. Aunque se niegue, fue a pedir disculpas y bajar algunos cambios.
En el medio de todo esto, y cuando estaba entregando sus papeles en La Moneda, volvieron las filas eternas a la frontera.
Sin embargo, y lo que me llama la atención tras escuchar algunas declaraciones en radios mendocinas, es cómo el excanciller cambia de tono cuando habla en uno y otro lado de la cordillera. Acá confronta más y ofrece soluciones que claramente no van a tener eco fuera del edificio de la avenida Vicuña Mackenna en la capital chilena.
Sin menospreciar la trayectoria diplomática de Faurie, un embajador mendocino, por ejemplo, no habría cometido el error de pelearse con el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), Aduanas o los coordinadores chilenos del paso. Un conocedor del funcionamiento, entiende que son ellos los que están en el día a día de la frontera (lo que determinan sus tiempos), lejos de las oficinas de La Moneda, el Ministerio del Interior y Cancillería.
Acá habla el embajador de cambiar sistemas y usar modelos europeos, pero obviando que el gran problema -históricamente- es la escasa confianza que tienen las autoridades chilenas en los organismos argentinos en materia de control.
En ese contexto, y de pronto, nos encontramos con Faurie muy confrontativo cuando habla para la galería mendocina, pero muy contenido y hasta temeroso en los medios trasandinos.
Es que también Faurie (en su regreso a Chile) de pronto se encontró con un recuerdo que seguramente no le agrada. En Radio Biobio le recordaron que era el segundo al mando de la embajada en Santiago durante la gestión de Oscar Spinosa Melo. Fue una breve reseña, pero que seguramente no resulta nada agradable considerando la imagen que quedó de esa gestión diplomática argentina en el vecino país.
El diplomático fue removido de su cargo en medio de la polémicas que llevaron, incluso, a censurar el libro Impunidad Diplomática del periodista chileno Francisco Martorell. Y es que, más allá de lo que señaló el actual embajador en Tenés que Saberlo de Radio Jornada, lo que sucedió fue mucho más allá de cuestiones personales de Spinosa Melo y llegó a denuncias por extorsión de actores políticos relevantes en Chile, las que no terminaron en causas judiciales por la condición diplomática del involucrado.
Por eso, el regreso de Faurie a Chile no está resultando simple, pero pareciera que la forma en que está asumiendo su rol de embajador tampoco sirve mucho para sumar, porque ya entró mal con los que en realidad son los que tienen el control de la frontera.
Lejos del centro del país, lo que sucede en el Complejo Los Libertadores no tiene una consecuencia social mayor que pueda mover el accionar de los funcionarios del nivel central, por lo que el manejo de los procesos recae mucho sobre organismos como Aduana y SAG, los cuales lejos de lo que pueda señalar una conducción política hacen sus procedimientos -con mayor o menor tecnología- con los mismos protocolos históricos.
Ni siquiera la figura del Delegado Presidencial, que se creó en las últimas administraciones, vino a cambiar la forma en que se opera en el complejo trasandino. Por eso, en su rol de embajador, Faurie puede hacer gestiones, pero no tiene el poder que sí tuvo cuando fue Canciller, por lo que seguramente habrá muchos discursos sobre visiones y soluciones posibles, pero que poca llegada tendrán en el vecino país, porque ya empezó con el pie izquierdo con los que están en la frontera.
Veremos con el tiempo cuál de los dos discursos prevalece, el que se usa para este de la montaña o el que viene más pausado y se escucha al otro lado de la frontera.