Una cuestión de derechos básicos
Sobre la situación estancada del paso de camiones en el Paso Cristo Redentor, escribe Daniel Ariosto, presidente de la UCIM: "Las autoridades tienen la obligación de sentarse a discutir medidas que permitan modificar de una vez por todas estas condiciones, por el bien de la vida de la región".
Ya UCIM se ha expresado en una oportunidad sobre el tema: el maltrato que reciben los trabajadores de transporte de productos de toda clase que intentan pasar a Chile por el Cristo Redentor.
Estas personas, que realizan un trabajo por demás sacrificado y que durante días deben soportar los innumerables inconvenientes de estar lejos de su casa y familiares, si deben atravesar al vecino país, no hacen más que soportar maltratos de todo tipo.
En invierno, barreras físicas y climáticas hacen muy arduo su trabajo y con la pandemia, vieron profundizada la imposibilidad de desplazarse con libertad, para cumplir con su tarea.
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Pero lo sucedido en estas últimas semanas en el Paso Cristo Redentor, no tiene parangón: no solo no pueden cumplir con la misión que se les ha encomendado sino que, tienen que padecer autoritarismo y maltrato por tener que custodiar su carga hasta el destino.
La autoridad chilena en esta oportunidad, no solo se conforma con no dejarlos pasar, a ellos, sus cargas y a todos los turistas que deseen visitar el país, sino que los confinan a una especie de gueto sin servicios y si están enfermos, ninguna asistencia que permita hacer más humana su estadía, según lo expresado.por los propios protagonistas.
Es vergonzoso e inadmisible lo que está ocurriendo.
Mendoza se jacta de ser parte de un vigoroso Corredor Bioceánico que permite el paso desde el Atlántico al Pacífico, de destinos tan lejanos como ciudades brasileñas, paraguayas, etc. que eligen el paso Cristo Redentor por su proximidad al puerto de Valparaíso y de ahí a los mercados del Pacífico.
Pero la realidad es que nunca, nuestras autoridades nacionales han visto la verdadera dimensión y trascendencia de ese hecho y las consecuencias las pagan claramente los empresarios que apuestan a sostener esta posibilidad y sobre todo, el personal que pone el cuerpo a esta, "hazaña".
Lo planteado por los funcionarios de Liberadores y respaldado por las autoridades de ese país, parece no entender la dimensión de los negocios propuestos y los beneficios que también traen a su economía.
Esta negligencia o mala intencionalidad, no solo significa una limitación a la libertad de trabajo, de comercio, de libre tránsito sino que además suponen un atentado a los derechos básicos de los seres humanos, los trabajadores.
El resultado de esta desidia es que cerca de 2000 camiones esperan para poder pasar a otro lado y un gran número de sus conductores esperan, tras un test positivo, superar el contagio, sin baños, sin servicios y sin asistencia médica poder continuar su camino.
Miles de miles de pesos se pierden con el tiempo de demora, cargas que se vencen, conexiones que se pierden para continuar su camino a los mercados de destino.
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Nada va hacer volver el tiempo atrás. Lo que está en camino debe continuar hasta encontrar el destino final pero si, todos debemos comprometernos para que este brutal escenario no se repita.
Los empresarios, responsables de hacer andar el andamiaje económico no solo de nuestra provincia, sino también del país y la región necesitan, imperiosamente, seguir trabajando pero sobre todo, necesitan tener garantizada la libertad de trabajo y sus derechos más básicos
Las autoridades tienen la obligación de sentarse a discutir medidas que permitan modificar de una vez por todas estas condiciones, por el bien de la vida de la región.