Francisco, el Papa argentino que habló el lenguaje de los emprendedores
Una mirada diferente en torno al legado de Jorge Bergoglio durante su papado. Escribe Gabriel Piconero.
El fallecimiento del Papa Francisco conmueve al mundo entero, pero también deja una huella especial en quienes día a día apuestan al esfuerzo, la creatividad y el trabajo independiente para construir un futuro mejor.
En sus años de pontificado, Jorge Mario Bergoglio -hijo de inmigrantes y nacido en el corazón de Buenos Aires- supo interpretar como pocos el valor del emprendimiento en clave humana.
Desde su elección como Sumo Pontífice, Francisco transmitió una visión profunda sobre el rol de los emprendedores en la sociedad. Sus palabras no eran slogans: eran faros. "La actividad empresarial es una noble vocación, orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos", expresó en la encíclica Fratelli Tutti, una de las tantas veces en que reivindicó el trabajo de quienes se animan a iniciar, a crear, a asumir riesgos y generar empleo.
En Argentina y Latinoamérica, donde emprender muchas veces significa resistir a la adversidad y buscar salidas creativas frente a contextos económicos inestables, su mensaje resonó con fuerza. Francisco entendía -y lo decía sin rodeos- que el sistema económico no podía seguir girando en torno a la especulación y el descarte. "La economía actual mata. Tenemos que humanizarla. Ustedes tienen la creatividad para hacerlo", dijo ante jóvenes emprendedores reunidos en Asís, en el marco del encuentro internacional La Economía de Francisco.
En múltiples ocasiones, invitó a los empresarios y emprendedores a pensar en grande, pero con sentido social. "No hay que tener miedo de apostar por una economía diferente, una economía que no deje a nadie atrás, que no convierta al trabajo en descartable". Su mensaje caló hondo en emprendedores sociales, cooperativistas, pymes familiares, redes de comercio justo y asociaciones de la economía popular, muchas de las cuales encontraron inspiración y validación en su palabra.
En nuestras recorridas por ferias locales, charlas, capacitaciones y encuentros de emprendedores, no fueron pocos los que citaron al Papa Francisco como un referente de valores. Muchos lo vieron como alguien que hablaba "su idioma", que comprendía el esfuerzo de vender en una feria, de reinventarse ante la crisis, de sostener una idea a pulmón.
Su mirada sobre el trabajo digno y el rol del emprendedor como agente de cambio fue siempre clara: "El trabajo es sagrado. Y quien da trabajo, cumple una función esencial en la sociedad".
Hoy, desde Argentina y desde cada rincón donde hay un emprendimiento que nace con esperanza, lo despedimos con dolor y gratitud.
Su legado nos compromete. Nos deja la tarea de seguir construyendo una economía más humana, más solidaria, más justa. Una economía que no descarte, que no deje a nadie afuera. Una economía que abrace.
Hasta siempre, Francisco. Gracias por inspirar también a quienes emprenden.