¿Por qué nos gusta tanto el otoño?
El Prof. José Jorge Chade indaga en torno a las sensaciones que despierta la llegada de la estación amarilla.
Con la llegada del otoño, muchos experimentamos una sensación de bienestar y gusto por la estación a medida que se vuelve más fresca y envolvente.
Pero ¿qué hace que el otoño sea tan fascinante desde el punto de vista psicopedagógico?
Aunque algunos pueden experimentar un bajón de energía al disminuir las horas de luz, para muchos el otoño es sinónimo de bienestar, reflexión y reconexión con uno mismo. Veamos las razones psicopedagógicas del atractivo del otoño y su impacto en nuestro bienestar.
Otoño y conexión con la naturaleza
Una de las razones por las que a muchas personas les gusta el otoño es su estrecha conexión con la naturaleza. Con la llegada de esta estación, el paisaje cambia rápidamente: los árboles se vuelven escarlatas, naranjas y amarillos, y la temperatura se suaviza. Estos cambios visibles tienen un impacto psicológico positivo, ya que estimulan una sensación de asombro y maravilla.
Desde una perspectiva psicológica, la teoría de la biofilia sugiere que los seres humanos tienen una afinidad natural por la naturaleza y que la exposición a entornos naturales, como los paisajes otoñales, puede mejorar el bienestar mental y reducir los niveles de estrés. La belleza visual del otoño nos invita a bajar el ritmo y apreciar los pequeños momentos, proporcionándonos un descanso de las agitadas rutinas diarias.
Mientras haya otoño, no tendré suficientes manos, lienzos y colores para pintar la belleza que veo. Vincent Van Gogh -
En la imagen, el cuadro «Paisaje de otoño» de Vincent Van Gogh:
El confort asociado al otoño
El otoño se asocia a menudo con sentimientos de confort y calidez. Los días más fríos incitan a la gente a refugiarse en interiores acogedores, donde acurrucarse con una manta, una taza de té caliente o una buena lectura. Este deseo de crear un ambiente acogedor y cálido está relacionado con el concepto danés de «hygge», que representa disfrutar de momentos sencillos y cómodos.
La psicología del confort sugiere que los ambientes y situaciones que favorecen una sensación de seguridad y tranquilidad tienen un efecto directo en nuestro bienestar. El otoño, con sus tonos cálidos y atmósferas acogedoras, estimula el deseo de introspección y autocuidado, contribuyendo a una sensación de paz interior.
El otoño como estación de renovación y reflexión
A diferencia de la primavera, a menudo considerada como la estación del renacimiento, el otoño se percibe como una época de renovación interior y reflexión. Esta estación nos invita a mirar hacia dentro, a hacer balance del año que termina y a prepararnos para el nuevo comienzo que nos traerán el invierno y la primavera.
El ritmo más lento del otoño ofrece la oportunidad de tomarse un respiro y reflexionar sobre lo que se ha conseguido, lo que se ha logrado y lo que aún queda por hacer. Muchos encuentran consuelo y motivación en este proceso de evaluación personal. El otoño puede ser un periodo de autoconocimiento y crecimiento personal, que ayuda a establecer nuevas prioridades y objetivos para el futuro.
La memoria emocional asociada al otoño
Las emociones que asociamos a una estación determinada suelen estar influidas por nuestras experiencias pasadas. Para muchas personas, el otoño evoca recuerdos de la infancia, como la vuelta al colegio, festividades otoñales, saltar sobre la hojarasca, etc. Estas experiencias pueden evocar nostalgia y sentimientos de felicidad, lo que contribuye a la fascinación que ejerce esta estación sobre muchos.
Reducción de las expectativas sociales y la presión externa
Con la llegada del otoño, también disminuyen las expectativas sociales asociadas a los meses de verano, caracterizados a menudo por la necesidad de estar activos, en forma y siempre realizando actividades al aire libre. El otoño, por el contrario, fomenta un estilo de vida más pausado y menos agitado.
Según los estudios, las personas tienden a sentir menos presión en otoño, ya que la estación favorece la vuelta a las rutinas y se centra menos en el cuerpo y el aspecto físico. Esta disminución de la presión social fomenta una sensación de relajación psicológica, lo que permite a las personas centrarse en actividades más reflexivas y creativas, como la lectura, la escritura o la meditación.
Preparación mental para el invierno
El otoño desempeña un papel importante en nuestra preparación mental para el invierno. Desde un punto de vista psicológico, esta estación actúa como transición, permitiendo a las personas adaptarse gradualmente al cambio de temperaturas y a la disminución de las horas de luz.
El otoño se convierte así en una estación de preparación, en la que se fortalece la resistencia psicológica para hacer frente a los meses más oscuros y fríos. Dedicar tiempo a uno mismo durante esta fase puede ayudar a fortalecer la salud mental y desarrollar estrategias de afrontamiento eficaces para el bienestar durante el invierno.
Para los pueblos antiguos, el día del equinoccio correspondía a un paso tangible entre la vida y la muerte, hacia el tiempo de las tinieblas, hacia la improductividad de la tierra. El otoño campesino era «la estación intermedia», el tiempo entre «el caldo y el frío», entre el final del verano y el comienzo del invierno. La llegada de la «estación muerta» señalaba el inicio del período de descanso de las actividades del campo, el regreso de los rebaños de los pastos de montaña y el momento en que se sorteaban la cosecha de la uva y la última cosecha de trigo.
Los elementos de la actividad agrícola que reflejaban plenamente el simbolismo del equinoccio de otoño se referían sin duda al cultivo del trigo y de la vid. ¿Qué rasgo tienen en común estos dos antiguos fundamentos de la sociedad campesina? Ambos requieren un «paso por la oscuridad» (mientras la uva fermenta cerrada en cubas, la semilla reposa bajo tierra), para que se desarrolle el brote de una nueva planta y se produzca la transformación del mosto en vino.
A medida que la luz retrocede gradualmente, es fácil que el estado de ánimo sea especialmente susceptible al cambio de estación, trazando la pauta de los movimientos otoñales con sus altibajos atmosféricos. El otoño se ha asociado a menudo con la fugacidad de la vida y la nostalgia por el paso del tiempo, pero su etimología (que está relacionada con el latín autumnus con el significado de aumentar, enriquecer) expresaba originalmente la idea de saciedad, de disfrutar de la estación rica en frutos que la naturaleza y el trabajo del hombre han preparado.
Como en verano, el otoño ofrecía también diversas fiestas y «sagróni», antes de la última fiesta del año agrícola: «la fiesta» de finales de marzo con todos los rituales y ceremonias propiciatorias a la regeneración vegetal.
El otoño es una estación de encanto intemporal, que huele al aire húmedo y mohoso y al humo de los rastrojos que se eleva hacia el horizonte desde una vieja granja de campo. A medida que avanza la oscuridad, el frío se hace más intenso y los matices dorados del follaje se tornan en tonos apagados y pesados, donde la mirada se pierde en remordimientos del pasado. El otoño es un viaje iniciático hacia la introspección y la sabiduría, hacia un mundo que ha comprendido de la Naturaleza la necesidad de «dejar ir», mientras los árboles abandonan al viento sus hojas muertas.
«Así cae el follaje alrededor del árbol en otoño: no sabe nada de él, lo baña la lluvia o lo golpea el sol o lo golpea la escarcha, la vida se retira lentamente de él en un espacio mínimo e íntimo. No muere. Espera» (Hermann Hesse)
FUENTES
RED, Psicologia e Psicoterapia, Giulia Fusé, Ott 1, 2024
Il Baco da Seta - Quotidiano web. Emanuela Rigo 23 Settembre 2023, Lugagnano di Sona (VR).