Libres, pero ni reinas ni putas

Escribe Kurt Ottosen, autor de esta nota de opinióN: La Vendimia es parte de nuestra identidad y como toda identidad no es homogénea en la sociedad, es entendible que no a todos les guste, pero no por eso vamos a eliminar todas las cosas en donde no haya una aprobación social absoluta, sería absurdo".

Kurt Ottosen

Podríamos remontarnos al origen del "8 de marzo" o más ambiguamente a la corriente feminista, una corriente que ha permitido que mis abuelas, mi madre y mis hermanas luchen por los mismos derechos que yo, que un hombre. Sin embargo, por momentos, siento que la libertad de ellas no es igualitaria, sino que algunas deben ser libres al estilo de las otras, al gusto de las otras, por lo que terminan, una vez más, no siendo libres.

De igual modo en que no profundice sobre el origen del día de la mujer o el origen del feminismo, tampoco lo haré sobre lo acontecido con la reina, y si, permítanme llamarle reina, de Guaymallén. Ya todos conocemos la historia, la cual muy brevemente se puede resumir en que dicho municipio emitió una ordenanza aboliendo la elección de la soberana y que por un fallo de la corte judicial dicha ordenanza fue dejada sin efecto, lo que a posteriori implicó la designación de una reina departamental para que participase en la Vendimia Nacional.

Hasta aquí todo parece marchar relativamente normal, el municipio tenia potestad de hacer lo que hizo y la corte, obviamente, también. El problema inicia cuando unimos una parte del pasado con el presente.

El 4 de diciembre del 2021 la COREGUAY (Comisión de reinas de Guaymallen) y la CORENAVE (Comisión de Reinas Nacionales de la Vendimia) coronaron a Julieta Lonigro como soberana departamental, pero, a pesar de ser un evento legítimo resulto no oficial ya que el municipio no la reconoció, ni la reconoce, como representante. Y es aquí donde la unión de ese pasado con nuestro presente ocasiona la discordia. Tras el fallo judicial en donde se ordena la representación departamental en la Fiesta Nacional de la Vendimia es que el municipio envía, por decisión propia, a Sofía Grangetto, la reina departamental mandato 2020, como nueva soberana. Algo quizás entendible ya que en su momento cumplió con todo el procedimiento pero que hoy, lamentablemente, ya no lo hace y, sobre todo, ya no lo quiere hacer.

El primer punto es el del reglamento oficial de vendimia que debido a la modificación del año 2016 regló, en su artículo segundo, que "no podrán presentarse nuevamente reinas departamentales que ya hayan sido electas", lo que impugnaría la presencia de Grangetto (Mandato 2020), pero dejemos esto de lado y vayamos al problema de fondo: Los sentimientos y la cosificación.

¿Es feliz volviendo a ser reina la Srta. Grangetto? Según ella misma expresó, durante su mandato, se sintió angustiada, cosificada, presionada, entre varias otras situaciones absolutamente lamentables por las que ninguna persona debería pasar, a no ser -unpopular opinion- que esté dispuesta a correr el riesgo y hacerle frente cuando sea necesario.

Si Grangetto no quiere ser reina porque no se siente cómoda no la obliguen a serlo; si a Grangetto no le gusta el evento vendimial no debe verse condicionada a participar, perfectamente puede dejarle el lugar a otra coterránea o bien a Julieta Lonigro, quien fue electa, de una u otra forma, legal y legítimamente.

Ahora bien, la otra parte de mi título es "putas", recuerden que completo es "Libres, pero ni reinas ni putas", y aquí hago el paralelismo.

¿Por qué aún no está legalizada y regulada la prostitución en el marco del ejercicio estrictamente voluntario si todos sabemos que se ejerce?

Las putas, las prostitutas, las mujeres de la vida, las meretrices, las rameras o como quieran llamarle en muchos casos son mujeres que eligen la profesión con discernimiento y voluntad, al igual que en el caso de los hombres ¿o alguien cree que la prostitución es solo femenina? (Véase https://acortar.link/rjk04y )

Los servicios sexuales aún no están legalizados porque una parte de la sociedad cree que quienes lo ejercen lo hacen pura y exclusivamente de forma contraria a su voluntad y porque es la única "salida" y que bajo ningún aspecto puede haber sido una "elección de vida". Pues con las reinas pasa lo mismo, y no, no las tildo de putas, no tergiversemos mis palabras, sino que pasa lo mismo en el sentido de la incomprensión. ¿Cómo le puede gustar a una dama "exponerse" de esa forma? Pues muy simple, hay gustos para todo.

La reina en la vendimia no representa a un estereotipo de mujer, representa a la Virgen de la Carrodilla -con capa, corona y cetro- no es el certamen de la más linda, es el de la más idónea para el cargo, para representar a nuestra cultura vitivinícola y a nuestra patrona, por lo que si alguien siente que se ha desvirtuado pues volvamos a los orígenes y elijamos a quien cosecha y verdaderamente trabaja, pero no busquemos eliminarlo. ¿Por qué todo debe ser siempre el extremo?

La Vendimia es parte de nuestra identidad y como toda identidad no es homogénea en la sociedad, es entendible que no a todos les guste, pero no por eso vamos a eliminar todas las cosas en donde no haya una aprobación social absoluta, sería absurdo. De esto se trata la convivencia, de aceptarnos entre todos.

Hay una frase, de Anna Freud, en donde ella dice: "Muchas cosas se hacen problemáticas por una sola razón: el descontento con uno mismo". Por ello es que debemos aprender a ser felices como somos, a amarnos, a vivir nuestra vida como hemos elegido vivirla y afrontar o huir de los problemas que nosotros elegimos, porque nadie debe decirnos que somos ni que podemos/debemos ser.

Quien quiera ser reina o rey que lo sea; quien quiera ser trabajador sexual que lo sea y el estado lo regule; quien quiera quedarse en su casa que se quede y quien quiera ir a la universidad que vaya; que cada uno haga lo que quiera y necesite para ser feliz en el marco de la convivencia social, la armonía y, en estos tiempos más que nunca, en el marco de la paz.

EL AUTOR. Kurt Ottosen es activista por los derechos humanos y fue precandidato a diputado por Cambia Mendoza.


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