Adivina adivinador, ¿quién soy?

El Dr. Eduardo Da Viá habla aquí, aunque al principio no parezca, de la inutilidad de las Naciones Unidas. Con su particular estilo, el humor y la ironía se unen para hablar del rol perdido por el órgano multilateral.

Eduardo Da Viá

Les facilito una ayudita: soy un pequeño y hoy barato adminículo que, sin embargo lleva milenios de uso, y que las necesidades humanas fueron transformándome hasta ser lo que soy hoy.

Aunque siempre pequeña, desempeño un papel casi diría fundamental en el diario vivir, a tal punto que casi en todas las casas argentinas hay una de nosotras, cuando no dos o más, ocupando un lugar central en la mesa familiar y por lo general lateral en la de los restaurantes, incluso los de alto nivel culinario.

Tengo la virtud, única por otra parte, de aunar o conjugar nacionalidades muy diferentes, varias de ellas originalmente muy distantes geográficamente e incluso con idiomas nativos muy diversos, sin embargo estas cualidades que para el comportamiento habitual de los humanos serían causas más que suficientes para ni siquiera hablarnos y hasta para agrias discusiones y cuando no la violencia incluida la guerra separatista, jamás, al menos que la historia registre, hemos sido casusa de conflicto, salvo un inocente llamado de atención por parte del Pater Familias ante su ausencia en la mesa familia

Mi ausencia podía llegar a ser duramente reprimida, de palabra se entiende, por el mencionado mandamás, quien hace uso diario de mis servicios y por ello se descartaba mi presencia a la hora de comer. Se ha dado el caso de que este Sr, responsabilizara a alguno de los miembros de la familia para asegurarse de mi comparecencia a la hora de yantar.

Lo mismo suele ocurrir en los restaurantes cuando no se advierte mi presencia en las mesas supuestamente listas para sentarse a comer.

Tengo otras ventajas, soy liviana, portátil y con un mango o manija central que facilita el paso de mano en mano durante la comida según me requiera cada uno de los comensales.

Pero mi diseño actual difiere mucho del original, muy antiguo, dado que ni nombre proviene del árabe, como la mayoría de las palabras españolas que comienzan con la partícula AL, y así mi prosapia es la siguiente: del árabe hispánico alkúza, este del árabe clásico. kzah, este del arameo kz[], y este del persa kuze, con significado de Aceitera.

En resumen y develando el misterio, soy la alcuza: "Vasija de hojalata o de otros materiales, generalmente de forma cónica, en que se guarda el aceite para diversos usos"

Adivina adivinador, ¿quién soy?

Con el correr del tiempo y las costumbres, fueron cambiando mi diseño originalmente como recipiente exento, para incluirme en un contenedor con cuatro divisiones para albergar además de mí el aceite, el vinagre, la pimienta y la sal

Adivina adivinador, ¿quién soy?

Bien, admito que hasta aquí este escrito carece de atractivos por cuanto me he limitado a hablar de la alcuza, orígenes y uso, tema banal y conocido por muchas personas; pero en realidad ha sido el introito para un tema muchísimo más serio y que me precupa sobre manera, cual es la misión de la ONU, entidad como todos saben integrada actualmente son 193 Estados representantes de otras tantas naciones y cuyo logo es el siguiente:

Adivina adivinador, ¿quién soy?

El emblema está formado por un mapamundi acimutal equidistante centrado en el Polo Norte y extendiéndose a 60 grados de latitud sur (por lo que no se ve la Antártida) con cinco círculos concéntricos. Rodeando al mapamundi están dos ramas de olivo. Estas ramas de olivo son un símbolo de paz, mientras que el mapa del mundo representa a la zona de interés de las Naciones Unidas para el logro de su propósito principal, paz y seguridad. El emblema fue adoptado el 7 de diciembre de 1946 por la resolución A/RES/92(I) de la Asamblea General.

La rama de olivo, que simboliza la paz, se remonta a la antigua Grecia. El mapa del mundo simboliza la extensión y la universalidad de interés para las Naciones Unidas en cuanto al logro de su objeto principal: la paz.

Este elegante dibujo, no deja de ser una entelequia muy difícil de interpretar por parte de la mayoría de las personas, dado que no es posible deducir la referencia a su leitmotiv, la paz mundial.

Tan inútil es el accionar de la organización, que entre sus 193 miembros, figuran Rusia, Ucrania, Líbano e Israel, países trenzados actualmente en guerras increíblemente crueles y en las cuales el fracaso de las tibias acciones de este monumental concierto de delegados no ha hecho o no ha logrado absolutamente nada en favor de su misión prínceps: LA PAZ.

No olvidemos que La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, fue el resultado de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial.

Y precisamente uno de los derechos más importantes es el de vivir en paz.

Es por ello, que Yo, como humilde alcuza, me propongo como logo de la ONU, en remplazo del estilizado e inservible en vigencia actualmente.

Desde mi modificación de solitaria contenedora de aceite a la actual conjunción como dijera más arriba, de cuatro elementos que siendo de naciones muy diferentes y distantes, o de lugares alejados de un mismo país, hemos sabido mantener una verdadera paz, práctica y no declamatoria, sazonando generosamente a todo tipo de comida sin distinción de raza, sexo, credo o actividad.

Para aclarar aún más el tema, digamos que la sal que consumimos en Argentina proviene principalmente de las salinas del sur de las provincias de La Pampa y Buenos Aires, Salinas Grandes de Córdoba y Santiago del Estero y la salina del Bebedero en San Luis.

Cinco provincias ofertando su cloruro de sodio para el bien común.

El aceite, si de oliva se trata, puede provenir de nuestra propia Mendoza, de nuestra vecina San Juan y la Rioja, e incluso de Italia, España, Grecia, Portugal, Turquía, Siria Marruecos, ocupando el décimo lugar Argentina.

Pero puede ser de girasol, uva, maíz etc. en cuyo caso son igualmente bienvenidos a nuestro estuche comunitario: la Alcuza.

La pimienta no se produce en Argentina, aquí no hay pimienta en cantidades adecuadas pues por razones climáticas resulta muy difícil encarar su producción y solo en la región de los Valles Calchaquíes, localizados en las provincias de Salta, Catamarca y Tucumán a 2000 m.s.n.m.. se logra una producción insuficiente para el consumo local, por eso hay que importarla en gran cantidad. En 2013 se gastaron casi 13 millones de dólares en esa legendaria especie. Se la trae de Brasil, que junto a Vietnam, Indonesia e India, son los mayores productores mundiales.

En cuanto al vinagra de vino, el más usado en gastronomía, proviene de la fermentación acética de uvas de cualquiera de las provincias productoras, pero especialmente Mendoza, San Juan, La Rioja, Neuquén, Catamarca.

En definitiva y como epítome, albergo productos muy diversos provenientes de provincias hermanas o de naciones muy distantes en las que se habla diferentes idiomas, y convivimos en la más absoluta paz a pesar de hacerlo en contacto físico estrecho, pero respetando a ultranza nuestros vítreos o metálicos límites. Sin presidente ni directorio, sin privilegios ni prebendas, todas abocadas a un fin común: sazonar en paz.

Es por ello que proponga coloquen a una de nuestras hermanas en el centro del salón del Consejo de Seguridad de la ONU como verdadero símbolo de la paz

Adivina adivinador, ¿quién soy?

De esta forma es de esperar que cada vez que termina un sesión y todos pasan a un salón contiguo para sacrificarse mediante pantagruélicos bufetes, tengan al menos el cosquilleo interno de estar usufructuando un lujo que todos los países miembros pagan y que nada han hecho en pro de la tan mentada paz, y que cuando soliciten les alcancen la alcuza, recuerden que sus ingredientes son capaces de convivir en paz, cosa que los señores delegados hacen solo en la intimidad de las asambleas pero que no se traduce en beneficio alguno para las naciones representadas por ellos, que degustan manjares mientras los jóvenes contendores siguen muriendo en los campos de batalla.


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