Infancia y violencia de género: el niño que mató a su padrastro para defender a su madre

El suceso que conmociono en la semana, bajo el análisis del criminólogo Eduardo Muñoz para Memo.

Eduardo Muñoz
Criminólogo. Autor del libro "El Género de la Muerte". Divulgador en medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad. linkedin.com/in/eduardo-muñoz-seguridad IG: @educriminologo

El día en que un niño empuñó un cuchillo

Un niño de 12 años mató a su padrastro para proteger a su madre de una brutal golpiza. Ocurrió el martes 1 de abril de 2025, en San Francisco Solano, provincia de Buenos Aires. Ese día, la violencia de género no solo casi se cobra una vida más, sino que rompió definitivamente una infancia.

El hombre, de 37 años, tenía antecedentes por violencia familiar y adicciones. Tras una discusión violenta, destrozó objetos del hogar y golpeó a la mujer mientras dormía. El niño, testigo habitual de estas escenas, tomó un cuchillo de cocina y lo apuñaló varias veces por la espalda. El agresor murió en el lugar.

No fue un acto impulsivo: fue desesperación. El niño, que ya había vivido episodios similares, esta vez reaccionó. No por venganza, sino por miedo. No por odio, sino por amor.

A pesar de las denuncias previas presentadas en 2023, no existían medidas de protección vigentes. Hoy, el menor se encuentra bajo resguardo institucional y es acompañado por equipos especializados.

Infancias expuestas a violencia de género: el daño invisible

Los hijos de mujeres víctimas de violencia de género no son solo testigos: son víctimas directas. Crecen entre gritos, amenazas y golpes. Aprenden a leer el peligro antes que a leer cuentos. Su día a día se convierte en un campo minado emocional.

La infancia, cuando está atravesada por el trauma, se convierte en un ejercicio constante de hipervigilancia y supervivencia. Los niños callan, observan, aguantan. Y muchas veces, asumen roles que no les corresponden: consolar, cuidar, proteger.

La hermana del menor lo expresó con crudeza: "Mi mamá se estaba muriendo. Hizo lo que tenía que hacer. Si yo estuviera en esa situación, hubiera hecho lo mismo".

Frases como esta reflejan hasta qué punto la violencia se ha naturalizado, y cómo la ausencia de respuestas institucionales refuerza ese ciclo de horror.

Niños protectores: cuando el trauma reemplaza a la infancia

Desde la criminología de género, el concepto de violencia vicaria describe cómo los hijos son usados para dañar emocionalmente a la madre. Pero hay otra forma silenciosa y devastadora: la violencia presenciada.

Los niños que crecen en hogares violentos suelen asumir responsabilidades adultas. Se vuelven hiperresponsables, anticipan el conflicto, intentan mediar o contener. En casos extremos, como este, actúan como lo haría un adulto, aún a riesgo de su propia salud mental y libertad.

El niño no reaccionó solo en defensa. Lo hizo como desenlace de un trauma acumulado, en un contexto de abandono estatal. Su acto fue el grito final de una infancia sin red.

Trauma infantil: el precio de sobrevivir a la violencia

"Se quedó dormido llorando. Se siente culpable", dijo su hermana. Esa imagen encierra la carga emocional que ahora arrastra: salvó a su madre, pero quitó una vida.

Este tipo de experiencias se inscriben dentro del trauma complejo, caracterizado por la exposición prolongada a violencia durante la niñez. Estos niños no solo tienen miedo: viven anticipando el peligro, entrenando su mente para sobrevivir. Y a veces, sobreviven haciendo lo impensable.

En este caso, el agresor había sido denunciado. El Estado conocía la situación. No hizo nada. Y ese vacío, esa omisión, pavimentó el camino hacia esta tragedia.

¿Cómo prevenir que un niño tenga que matar para frenar la violencia?

Este caso debe encender todas las alarmas. La violencia de género no solo mata a mujeres: también destruye infancias.

Cuando un niño actúa para salvar a su madre, lo hace porque todos los adultos e instituciones fallaron antes. Ningún niño debería tener que elegir entre ver morir a su madre o convertirse en agresor.

Es urgente implementar políticas públicas con enfoque de género e infancia que prioricen la prevención, la detección temprana y la intervención efectiva. Los dispositivos de protección deben activarse antes del desenlace, no después.

Infancia, violencia y abandono estatal: una tragedia evitable

La violencia de género no es un problema privado. Es una problemática estructural que atraviesa hogares, escuelas, juzgados y gobiernos.

Este caso no es una excepción. Es una consecuencia. Y mientras no exista una red real de contención y protección, la justicia siempre llegará tarde.

Un niño no debería tener que matar para sobrevivir. Si lo hace, es porque el sistema falló en todas sus formas. Y esa falla no es un caso aislado: es una deuda pendiente con miles de infancias rotas por la violencia.

Esta nota habla de: