La obligación de reinventarse

Los argentinos comenzamos, desde hoy, una nueva etapa.

No solo cambia el gobierno nacional, sino, en el caso de Mendoza, también el provincial y muchos locales.

En la Nación, no es solo el cambio de caras sino, en apariencia, un cambio de modelo de país.

Decimos en apariencia, porque el 55% de los argentinos votó a alguien que prometió patear el tablero, implementar una solución drástica y hasta el momento, nunca implementada en Argentina.

Fue, en cierta forma un salto al vacío, empujados por el hartazgo de no encontrar salida ante las opciones de siempre. Pero como ya lo dijimos muchas veces, no confiamos en mesías o salvadores.

La Patria es una construcción: no es un producto de nuestro voto y después volver a lo nuestro. Es el trabajo de todos los días. El aporte de ideas y soluciones que todos podemos aportar.

Estamos alcanzando nuestro récord de democracia. Con más errores que aciertos, parece ser el balance pero también, hemos recuperado, nuestras instituciones, hemos fluctuado entre más y menos libertades, mejores y peores condiciones de vida, más o menos educación, seguridad, salud pero ganamos la posibilidad de elegir a quienes nos dirigen, de expresarnos, de decidir aunque sea parcialmente, como vivir.

Vivimos un proceso muy importante y tras cuatro décadas, la democracia como forma de vida va madurando, se va estirando y contrayendo pero sin dudas, necesita de ciudadanos para continuar.

Dijo Santiago Kovadloff en el encuentro que celebramos para nuestro aniversario: "La Democracia es el mejor sistema posible, pero el más difícil, porque debe perfeccionarse a sí mismo todo el tiempo, pero nos da la posibilidad de hacerlo".

Es por esto que no debemos dejarla solo en manos de los gobernantes, ni los actuales ni los futuros. El nuevo país también es nuestra responsabilidad.