El amateurismo del Gobierno: entre militarlo y superarlo
Frente a la falta de experiencia para gobernar, algunos militantes del Gobierno prefieren militarlo como "un valor", en su ya remanido pregón anticasta. Pero no les sirve para avanzar, sino que se estancan en ello.
Una característica que sobresale en el gobierno de Javier Milei a la hora de analizarlo tomando distancia es el amateurismo. Ha sido la ausencia de conocimiento en cómo transformar en políticas públicas los sueños o deseos la principal traba, en 40 días de gestión. Le quedan 60 para completar la "luna de miel" de las primeras 100 jornadas de gobierno para aprender o delegar en los que ya saben cómo se hace.
El asunto es que cualquier disconforme con lo sucedido en la democracia de 40 años en Argentina podrá responder a ello con un "y para qué sirvieron los profesionales de la política, si estamos como estamos".
Tienen su cuota de razón, pero no es que se esté así de mal por culpa de los que saben hacer las cosas, sino que es peor: los que podrían haber hecho todo bien, como por ejemplo no despilfarrar los recursos públicos o "juntar agua cuando llueve para los tiempos de sequía", como pudo haber sido en la "década ganada", no lo hicieron.
Esa mala praxis del profesionalismo del ejercicio del poder es una excepción, demasiado constante, en todo caso, pero debería abordarse de tal modo y, consecuente, ser castigado no solamente con el voto en contra, sino con los equilibrios que el sistema tiene desde los diversos poderes.
No siendo así, volvemos al presente, en donde gran parte de los cambios que muchos esperaban que fueran rotundos en el gobierno de Milei, se están trabando por una sumatoria de torpezas inaceptables: leyes mal escritas, procedimientos mal encarados y hasta normas que generan todo lo contrario a lo esperado al redactarlas.
La presencia de amateurs podría aceptarse como algo sano cuando gente nueva entra a la gestión pública para renovarlo. Pero no cuando se milita el amateurismo, ideologizándolo, como si eso fuera bueno por sí solo.
Por eso vale escuchar a un representante del pasado pisado recientemente, que parece levantar cabeza gracias a los errores del presente. Leandro Santoro, exradical y diputado peronista, soporte de Alberto Fernández en su nadería gobernante, dice cosas que parecen ser ciertas y que deberían llamar la atención. Hay que escucharlo:
De todos modos, la racionalidad prima en algunos motores del nuevo gobierno que sí son profesionales de la política, como es el caso del ministro del Interior, Guillermo Francos, quien parece ser quien les recuerda al resto del equipo, sobre todo a los muy imaginativos en las redes y poco prácticos en los hechos, que "política" es sinónimo de "negociación" y que, por o tanto, se puede y debe recurrir al diálogo con todos los sectores para poder destrabar los lineamientos más gruesos de la metralleta de iniciativas enviadas al Congreso.
Es posible cambiar, y ahí están las encuestas que demuestran que, a pesar de todo, hay respaldo al Gobierno.
En el caso del estudio realizado por la Universidad de San Andrés, el 31% de los encuestados está satisfecho con el desempeño del Poder Ejecutivo, un 23% con el Poder Judicial, un 20% con el Senado y Diputados.
Ese mismo trabajo indica que la satisfacción con la marcha general de las cosas a 30 días de asumir Javier Milei subió de 11% a 26% y recuerda que el pico de Macri fue 53% y el de Fernández, 57%.
Pero hay un dato que debe estar presente cuando se envalentona el que ganó y cree que ese respaldo en las urnas será eterno: hoy, el 48% aprueba al gobierno de Javier Milei, a un mes de asumir, pero ojo: un 48% lo desaprueba. Tomando el dato con lupa, la Universidad de San Andrés definió que en diciembre, Javier Milei alcanzaba 54% de apoyo, conservando el voto de la segunda vuelta, pero en enero alcanza el 48% de aprobación del que hablamos antes.
De las tres líneas políticas que se respaldan de su gestión, dos están lideradas por referentes de Juntos por el Cambio: Seguridad (40%, Patricia Bullrich), Exterior (37%, Diana Mondino) y Defensa (37%, Luis Petri) son las políticas con mayores niveles de satisfacción en el primer mes del gobierno de Milei.
No aparece la Economía como solución en marcha y la inflación y los bajos salarios son los temas que encabezan la demanda social en todo el país.
De allí que, volviendo al principio, el amateurismo del Gobierno debe ser un error a corregir y no una característica a potenciar y militar. Si dieran en la tecla, es posible que consigan que el rumbo perdido se redirija.