¿En el reino de los memes El Loco es el rey?

Isabel Bohorquez se pregunta en esta nota, que hay que leer de principio a fin: "¿Cuándo vamos a ponernos serios?". Se refiere al mundo que idealiza la burla y los memes, y ¿premia la bufonería? Para leer y entablar una buena discusión (al menos, los que puedan darla, o tengan ganas de hacerlo).

Isabel Bohorquez

Un fenómeno curioso que acontece en la vida social y cultural argentina es la velocidad y creatividad casi infinita que parecemos tener los argentinos para expresar las situaciones más preocupantes, incluso absurdas o patéticas con un meme que sale a pocos minutos de haber sucedido cualquier hecho de que se trate.

La vida política argentina ocupa un espacio preferencial en el desarrollo de los memes y -seguramente- hay gente mucho más calificada para opinar sobre el peso simbólico de las burlas y las ironías así como la caricaturización de los personajes destacados. Del mismo modo, habrá quienes nos puedan revelar los posibles significados respecto al hecho de que los argentinos canalicemos a través de esos oportunos y graciosos diseños toda nuestra frustración frente a una realidad que se torna día a día más dura de afrontar.

¿Quiénes son en nuestra vida cotidiana esos creadores de memes que circulan inmediatamente en nuestros celulares generando una lectura interpretativa de los acontecimientos?

¿Serán nuestros modernos bufones que con inteligencia e ironía nos relatan icónicamente historias de esta decadente e inmoral monarquía posmoderna en la que se ha convertido toda la clase política?

¿Serán una especie de objetores de conciencia que nos advierten de los sucesos cotidianos de manera tal que no podamos dejar de enfrentarnos a esas circunstancias? ¿O simplemente serán sujetos creativos catalizadores de nuestra impotencia y de nuestra inacción que tornan en espectáculo tragicómico cada episodio de traspiés y delitos que se cometen constantemente?

Uno de los memes del primer debate presidencial.

Uno de los memes del primer debate presidencial.

Los temas se suceden y la galería de memes prolifera. Casi como una secuencia interminable de alusiones a lo tremendamente estúpidos (¿o cínicos?) que podemos ser los argentinos.

¿Importa más la vida desenfrenada y ostentosa de Insaurralde que el fallo catastrófico por las acciones de YPF que nos costarán 16.000 millones de dólares y que involucra directamente a personas actualmente en ejercicio de la gestión? Al menos, observo que la han dado más atención a lo primero que a lo segundo. Y para ambas cuestiones, hay responsables a los que deberíamos estar pidiéndoles cuentas toda la sociedad en conjunto, con las consecuencias que ello pudiera traer aparejado. Otros presidentes en otras latitudes han renunciado por menos.

¿Cuándo vamos a ponernos serios?

Lo que me parece importante destacar es que reírnos de nuestras desgracias no alcanza ni nos resuelve ninguno de los problemas.

Podríamos ser una sociedad más reactiva y salir a tirarle piedras al castillo...de ese rey que permanece escondido, que ya nadie respeta ni considera más que para hacer otro meme, y exigirle que se vaya antes porque esta crisis ya es inaguantable. ¡Al punto que todos están esperando que explote después de las votaciones!

Podríamos ser más prácticos y sencillamente pedirle masivamente que se haga a un costado formalmente, adelantando el traspaso inmediatamente después de las elecciones.

Podríamos exigir que los temas más acuciantes se resuelvan en un consenso político donde todos los representantes que elegimos en su momento se hagan cargo de solucionar esta crisis.

Nadie debería mirar para el costado. Ni diputados, ni senadores, ni legisladores provinciales o municipales, ni gobernantes en cualquiera de sus órbitas jurisdiccionales, ni partidos o alianzas o frentes electorales. Este camino ya debería estar transitándose. ¿O estamos esperando otro nuevo Mesías? ¿Acaso no aprendimos nada?

Me sorprende que una frase recurrente sea: y bueno... si lo votamos a mengano o a fulano de tal, o hace las cosas bien y se da el cambio que necesitamos o se termina de ir todo al diablo...Otra frase recurrente es: al que suba no lo van a dejar gobernar, le va a boicotear todo, en seis meses no tenemos más presidente...

¿Somos conscientes de nuestras propias formulaciones?

La cuestión más inconcebible para mí es que profeticemos saltos al vacío o hecatombes, cuando nuestros problemas se solucionan con trabajo y gestión seria, aprovechamiento decente y austero de los recursos estatales con consensos para construir una agenda que tenga en cuenta a todos los sectores.

¿Por qué estamos siempre esperando que nos vaya cada vez peor? Y hasta hacemos chistes sobre eso...

Así como estamos no vamos a ningún lado pero proyectar la incertidumbre y la debacle me parece un contrasentido.

Y lo que para mí es peor: en medio de nuestro escepticismo, apostamos por que alguien cuasi supremo nos resolverá los problemas. Siendo que somos nosotros los exclusivos responsables. Es en nuestra actitud social y colectiva activa y moralmente comprometida, donde pueden abrirse los caminos para la construcción.

Ningún presidente debería reemplazar nuestro papel en la historia. Y mirar los chistes por el celular no nos mueve de nuestro asiento.

Seguramente, el derroche de memes después del primer debate entre los candidatos presidenciales nos hizo reír y en cierta forma nos calmó la decepción de que esa escena constante del reproche y las promesas atrincheradas en unas pocas frases (poco verosímiles) sean las herramientas casi exclusivas de todos ellos.

No me gustó el debate. No hubo verdadera discusión de ideas. No se habló sinceramente de los problemas que tenemos en educación, en salud, en seguridad, en vivienda, en trabajo, en industria, en medio ambiente...el centro de todo se basó en acusaciones, chicanas y promesas sobre sacar adelante el país con medidas económicas que ya podrían haberse aplicado hace mucho tiempo si fuéramos una sociedad más responsablemente activa y participativa.

El debate me dejó un gusto amargo y muchos memes.

Hubiera querido mejor diálogo, necesitamos más soluciones concretas y posibles y menos orgullos pomposos o dedos acusadores.

Ojalá este domingo, el segundo debate muestre algo más de lo que pueden dar nuestros candidatos.

Necesitamos que las personas que vayan a conducir este país se muestren más comprometidas con los problemas que nos están atravesando y menos "coucheadas" o menos situadas en su personaje. Necesitamos decencia de una vez por todas.

Y nos necesitamos a nosotros mismos más dispuestos a afrontar que no estamos a punto de reemplazar un rey por otro. Estamos en un momento bisagra para nosotros mismos como conjunto de generaciones que debemos responder con lo que somos a nuestros propios desafíos históricos.

¿Seremos capaces de estar a la altura de nuestras respuestas? Sin memes.

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