Massa consiguió los dólares, pero el FMI lo persigue y él parece que desobedece

El ministro hace malabarismos para sortear demandas del FMI, aunque todo parece un paso de comedia para facilitarle la gestión al funcionario y su posicionamiento como candidato.

Rodolfo Cavagnaro

Evidentemente Sergio Massa, más que los dólares, ha conseguido el apoyo del FMI para su carrera electoral y esta semana interpretaron un paso de comedia muy divertido. Primero le dan los 7.500 millones de dólares, pero después se quejan de los incumplimientos. Más tarde, la Directora Gerente del organismo le recuerda que debe evitar el atraso cambiario (Massa lo congeló hasta octubre), que debe bajar los salarios de los empleados del Estado y de las jubilaciones (Massa anunciaba un complemento de salarios y de jubilaciones) y una nueva suba de tarifas.

En medio de la campaña electoral Massa se bancó hacer la devaluación del tipo de cambio oficial y ya está viendo las proyecciones que se hacen por las consecuencias. Incluso, el FMI lo autorizó a intervenir (moderadamente) en el mercado de cambios en un sistema de bandas, algo que al mercado no le gusta, pero que es menos claro cuando no se especifica cuáles serán los niveles superiores e inferiores de dichas bandas. Por el momento reina la cautela y los dólares alternativos se han mantenido estables toda la semana.

Pero todo parece un escenario montado donde el FMI hace de malo y Massa de guapo que desobedece al malo. De esta manera el ministro trata de buscar algún elemento que lo posicione, sacando del foco la crisis, que esta semana tuvo manifestaciones claras. Pero mucho no podrá porque cuando se publiquen los índices de los próximos dos meses se entenderá el motivo del enojo social. Hoy se está calculando que agosto arrojará un 12% y en setiembre puede estar entre 14 y 16%. El problema será que esos índices bajen.

Lo real es que la plata que manda el FMI ya está comprometida para pagar deudas contraídas con la CAF, Qatar y el swap chino. Además, están previstos vencimientos con el FMI hasta fines de octubre, esperando que en noviembre ingresen otros us$2000 millones, que servirá para afrontar pagos hasta fin de año. A su vez, el BCRA siguió comprando dólares, pero con un detalle significativo. Desde que se lanzó el dólar agro hasta la devaluación, la autoridad monetaria compró us$ 1900 millones y después de la devaluación compró US$ 846. O sea que la devaluación no mejoró las liquidaciones.

Respecto de las nuevas demandas del FMI, Massa intentaría no cumplir la devaluación, hasta que se cumpla el plazo establecido. El problema es que en los mercados de futuro ya cotiza el dólar oficial para diciembre en $650, suponiendo que cualquier ganador deberá sincerar el tipo de cambio, y lo colocan en posición similar al dólar MEP. Por otra parte, está analizando un reajuste de tarifas ya que la devaluación impactó sobre los costos de generadoras y distribuidoras y no puede seguir pagando subsidios.

El rubro más complicado viene por el lado de los salarios al sector públicos. Aquí el FMI pidió no aumentar, que debería interpretarse como no seguir ajustando al ritmo de la inflación. Este método Massa lo aplicó con los jubilados y consiguió robarles a los pasivos un 15% anual en 2022 y 2023, más allá de los bonos que recibieron los de la mínima. El otro grupo, son los que reciben prestaciones sociales, para lo que el ministro prepara algunos anuncios, para tranquilizar a los grupos piqueteros.

Otra idea del ministro es otorgar un aumento de una suma fija para los empleados privados, pero esto sería pagado por las empresas y aquí viene la discusión, Los sindicalistas están renegociando con rapidez los acuerdos paritarios, pero quieren que el gobierno obligue a las empresas, además, a pagar una suma fija. Si esto ocurre, el impacto inflacionario sería impresionante. Los empresarios no quieren saber nada, incluso algunos abandonarían los acuerdos de precios. Habría que ver cómo se resuelve esta delicada ecuación.

Se mantiene la incertidumbre

Entre el resultado electoral y la devaluación, que generó un salto inflacionario enorme, la incertidumbre es total, por eso que ningún empresario se anima a invertir. El gobierno pretende juntar a las empresas principales para acordar subas del 5% mensual hasta octubre, pero, con los pronósticos inflacionarios que hay muchos que no se animan, aunque arriesgan perder ventas, complicadas también con la pérdida del poder adquisitivo. Pero tampoco saben qué decisiones tomará el gobierno y prefieren esperar.

Muchos comerciantes, mayoristas y minoristas, revelan problemas con precios que no existen o que han registrado incrementos exorbitantes. Más complejo se da en el rubro de frutas y verduras, donde no hay posibilidades de controles y donde hay aumentos que pueden calificarse como preventivos, especulativos o, simplemente, de desorientación. También los que decidieron quedarse afuera de los acuerdos con el gobierno aprovecharon para recomponer precios, empujados por la incertidumbre.

El INDEC informó que la actividad económica cayó un 1% en junio y que la caída interanual del PBI es del 4%. Este es el reflejo de la recesión por la que atraviesa la Argentina, cuyos datos se verán agravados cuando se conozcan las consecuencias de la devaluación, que fue totalmente neutralizada al haberse hecho en soledad y en ausencia de un plan que pudiera generar confianza.

El acuerdo con los BRICS

El jueves pasado, sorpresivamente, el presidente Alberto Fernández anunciaba que Argentina había sido incorporada a los BRICS, un acuerdo económico compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En el mismo acto habían sido incorporados otros países, como Egipto, Irán, Ghana, Arabia Saudita y Emiratos árabes Unidos. En principio suena complicado porque Argentina ya negociaba con estos países y se había mantenido distante en cuestiones políticas. Además, nuestro país ha objetado el ataque de Rusia a Ucrania y mantiene un viejo pleito con Irán por proteger a los autores de los atentados contra la AMIA.

Mucho no se conoce de los mecanismos que operan dentro de este tratado. Pero con China hoy vemos que se ha producido un peligroso crecimiento de sus inversiones en el país, que abarca desde el Banco Central, por el swap en yuanes, hasta el financiamiento de ferrocarriles, rutas, represas y hasta la con cesión de una zona secreta para desarrollar actividades secretas, en nuestro territorio.

Lo que se ha dicho es que este acuerdo permitiría comerciar dentro del grupo pagando con moneda local. Pero a no engañarse, esto quiere decir que estos negocios se pagan con yuanes, porque China ha colocado moneda en todos estos países, bajo distintas formas de inversión. Este acuerdo es una forma en la China encara su competencia con Estados Unidos. Dentro del acuerdo se fija como objetivo el de "desdolarizar" los negocios. Algo había intentado Rusia con los países europeos cuando se deshizo de sus reservas en dólares y comenzó a pagar sus compras en rublos, pero los chinos los superaron.

Tanto Javier Milei como Patricia Bullrich afirmaron que no incorporarían a la Argentina en ese acuerdo, pero aclararon que una cosa son la decisiones gubernamentales y otra los negocios privados, que van por otra cuerda. Aunque muchas veces los Estados suelen interferir en los negocios privados con diversas excusas. Massa insistió en las bondades del acuerdo y esto pasará a formar parte de los temas de debate de las elecciones.

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