El poder en disputa: marchas, criptos y FMI en la calle argentina: ¿cuando lo público se trasforma en agenda política?

Dice el consultor Rubén Zavi: "Argentina necesita transformar los problemas sociales en asuntos públicos gestionables, con información seria, actores responsables y políticas claras. Pero para eso se requiere algo escaso: voluntad política, ética pública y compromiso ciudadano".

Rubén Zavi
Politólogo y especialista en Comunicación Política

En la Argentina actual, los problemas sociales abundan y atraviesan todas las capas de la sociedad: inflación persistente, pobreza en escena, inseguridad, falta de acceso a servicios básicos y una profunda desconfianza hacia las instituciones. Sin embargo, no todos estos problemas llegan a convertirse en asuntos públicos, y muchos menos logran traducirse en políticas públicas efectivas.

Siguiendo el enfoque del especialista Luciano H. Elizalde, lo público no es solo lo estatal, sino todo aquello que, al exhibirse en el escenario social y mediático, se convierte en tema común.

 Los problemas sociales, como las carencias de jubilados, las dificultades de inquilinos o la inseguridad ciudadana, solo se transforman en asuntos públicos cuando algún actor -político, mediático o social- logra instalar el tema en la agenda colectiva.

Criptoeconomía y Milei: entre la libertad y la sospecha

Uno de los casos más controversiales del último tiempo es el rol de las criptomonedas en la economía argentina, y especialmente, el protagonismo que adquirió el presidente Javier Milei en torno a ellas. Durante la campaña, Milei apoyó abiertamente la libertad de uso de criptoactivos y criticó al Banco Central, llegando incluso a elogiar la autonomía de las criptomonedas frente al "modelo estatal".

Sin embargo, tras asumir, se generó polémica cuando trascendieron vínculos entre funcionarios cercanos a Milei y empresas del ecosistema cripto que enfrentan investigaciones por presunta evasión y estafas piramidales. El escándalo puso bajo la lupa la falta de regulación en el sector y abrió el debate: ¿estamos ante una alternativa de libertad financiera o frente a un vacío legal que puede afectar a miles de ahorristas?

El tema se transformó en asunto público al ingresar al escenario mediático, pero el Estado aún no ha tomado medidas claras, dejando a la sociedad en una zona gris. Esto sin dudas es una falla del proceso de lo público: el problema es exhibido, pero sin derivar en políticas que protejan el bien común.

Jubilados y barras: la tensión como exhibición pública

Hoy se espera una nueva marcha de jubilados que reclaman por la pérdida de poder adquisitivo de sus haberes. Lo inusual es que la convocatoria contará con el apoyo -y la seguridad- de sectores vinculados a barras bravas de distintos clubes de fútbol.

Este hecho, ya instalado en los medios, generó una fuerte controversia. Por un lado, pone en evidencia la precariedad de los adultos mayores, uno de los grupos más vulnerables del país. Por otro, plantea un dilema sobre la legitimidad de las protestas cuando están respaldadas por actores no institucionales, algunos con antecedentes delictivos.

Aquí también vemos como problema público con consecuencias indirectas: la manifestación no solo visibiliza un reclamo, sino que pone en tensión al sistema democrático, la seguridad pública y la capacidad del Estado de contener la conflictividad social.

El FMI: política sin consenso

A esto se suma la renegociación de la deuda con el FMI, donde la política pública se impuso sin construcción de un asunto público previo. 

El acuerdo, sus ajustes y consecuencias fueron percibidos como decisiones tomadas "puertas adentro", sin habilitar un debate social real ni generar consenso. La gente es impactada, pero no fue parte del proceso.

Exhibir no alcanza, gestionar es necesario

Los medios, cumplen un rol ambivalente: exhiben problemas, pero muchas veces no facilitan el conocimiento ni la discusión democrática. Las audiencias, saturadas y desconfiadas, no logran incidir realmente sobre las decisiones que las afectan.

Argentina necesita transformar los problemas sociales en asuntos públicos gestionables, con información seria, actores responsables y políticas claras. Pero para eso se requiere algo escaso: voluntad política, ética pública y compromiso ciudadano.

Hoy, más que nunca, gestionar lo público requiere más que visibilizar. Hace falta gobernar.

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