Sobre los permisos inconclusos
Estudiar, trascender, emprender es tierra solo del que lo elige y eso señores, no tiene edad. En algunos, tiene prejuicio y una voz cansada que prejuzga. Se adelanta a decir que no, que ya es muy tarde. Pero el sabio que tenemos adentro y que nos dice que sí, que sí podemos
Un paradigma de cambio generacional que me fascina tiene mucho que ver con los permisos que fueron cambiando de generación en generación. Pienso por ejemplo en nuestros abuelos: ellos no podían preguntarse qué querían hacer el resto de su vida. Algunos pocos adinerados tal vez sí, pero la mayoría cumplía 18 años y tenía que trabajar. Y era eso así, todo así, igual para el resto de su vida.
Nuestros padres, pudieron negociar un poco más, y las universidades se colaron un poco más como plan de vida, pero por supuesto que la carrera era una, y para siempre. Nuestra generación fue un poco más lejos: algunos de los nuestros logró torcer la historia y hacer una segunda carrera. Tal vez, cambiar el rumbo en la mitad, siendo ya grandes.
Las nuevas generaciones hicieron un nuevo planteo: no sabemos lo que queremos y tenemos toda una vida para descubrirlo.Entre unos y otros, estamos llenos de permisos que fuimos ganando de generación en generación en la que logramos de a poco, escucharnos un poco más a nosotros y un poco menos al afuera.
¿Quién no querría ser feliz pudiendo expresar lo que es a través de lo que hace? Algunos pudieron más otros pudieron menos. Cuanto más atrás en el tiempo nos vamos, la economía y el prejuicio dominaban con mayor ajuste las decisiones de vida.
Cuanto más acá nos venimos, la libertad de ser se planta libre entre cada una de las decisiones. Es en este caso, proyecto de los más jóvenes que nos enseñan con soltura y desparpajo que uno cambia y entonces, la cosmovisión de nuestro mundo tiene derecho a cambiar también.
Por qué atarnos una vida entera a un solo tipo de trabajo o capacidad. Si, ya sabemos qué nos sale más o menos bien y qué más o menos mal, pero qué importa si cruzados los 50 y queremos intentar otra cosa...valiente, valiente dice el dicho, es el que se anima.
Estudiar, trascender, emprender es tierra solo del que lo elige y eso señores, no tiene edad. En algunos, tiene prejuicio y una voz cansada que prejuzga. Se adelanta a decir que no, que ya es muy tarde. Pero el sabio que tenemos adentro y que nos dice que sí, que sí podemos, que sí queremos, ese sabio solo sabe de ganas. Y de que vive en un mundo sin más muro que el de nuestra mente y nuestra emocionalidad dominando cada paso.
Si, ya sé: te jubilaste, trabajaste 40 años en lo mismo y ahora no sabés qué hacer. Eso tiene cura, y es lo más parecido a la versión buda: Se cura en silencio, escuchándonos a nosotros mismos.
¿Qué te gusta un poquito más que el resto? Es eso. Es por ahí. Tirate de lleno. Acá a esta edad, en este momento de la vida no existe el error posible. Ni la pérdida. Y en secreto lo digo, aunque los jóvenes piensen que si, la realidad es que error, lo que se dice error, no es a ninguna edad.
Seguir el instinto no tiene precio. Algo aprendes, algo te llevas. Una parte tuya se llena de algo que no vas a conseguir en ninguna otra parte.
Distractores ( y el corrector me dice que en realidad quería decir "detractores" pero dejemoslo en distractores) hay muchos. El día a día, la familia, las otras obligaciones... siempre se corre por algo, nos preocupamos por algo. Y cuando queremos ver, ahí está el anhelo, mirándonos a los ojos, diciéndonos: "ey, vos, dale es ahora, no hay otro tiempo más que este".
A mi me gusta escucharlo. Yo creo que el deseo es el verdadero motor de este plano. Todos los demás son personajes secundarios. Y yo no quiero pasar por mi propia vida siendo un actor de reparto. Estoy seguro que vos tampoco.