Los hilos invisibles de la violencia simbólica y violencia mediática
Valeria Hasan es investigadora Conicet, docente UNCuyo y deja aqui su punto de vista sobre el #25N.
De todos los ámbitos de desarrollo, tal vez, sea el de la violencia mediática, como exponente de la violencia simbólica, el más resistente al cambio por la enorme capacidad de reproducir el sentido común compartido patriarcal en nuestras sociedades.
Desde 2009, con la sanción de la ley 26485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, popularizada como ley de violencia contra las mujeres o ley de violencia de género, Argentina cuenta con una herramienta específica para la lucha contra todo tipo de violencias. La 26485 amplía las definiciones de violencia, definiendo tipos y ámbitos o modalidades. Entre los tipos de violencia que la ley especifica aparecen la violencia física, la psicológica, la sexual, la económica y patrimonial, la violencia pública-política y la violencia simbólica. Entre los ámbitos de manifestación, identifica la violencia doméstica, la institucional, la laboral, la violencia contra la libertad reproductiva, la violencia obstétrica, la violencia en el espacio público y la violencia mediática. Como vemos, es una ley de protección que apunta a un cambio simbólico y cultural. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de un cambio simbólico y cultural?
Quizás de todos los tipos de violencia sea la violencia simbólica la más difícil de erradicar por su nivel de sutileza, sus hilos invisibles y sus nudos ciegos. De todos los ámbitos de desarrollo, tal vez, sea el de la violencia mediática, como exponente de la violencia simbólica, el más resistente al cambio por la enorme capacidad de reproducir el sentido común compartido patriarcal en nuestras sociedades.
¿En qué consiste la violencia mediática? se trata de las publicaciones, mensajes e imágenes estereotipados, que, directa o indirectamente, promueven la explotación de las mujeres y disidencias sexuales, las injurian, difaman, discriminan, humillan a través de los medios de comunicación o las utilizan en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construyendo patrones socioculturales reproductores de desigualdad o generadores de violencia. ¿Cómo nos violentan los medios cotidianamente? Lo hacen a través de los estereotipos sexistas que nos muestran en roles tradicionales que responden a valores conservadores donde valemos como madre, esposa y ama de casa, pasivas sexualmente, inestables emocionales, emotivas, celosas, histéricas, irracionales, manipuladoras, débiles pero cuidadoras, jóvenes, blancas, delgadas y sumisas. Nos violentan haciendo juicios de valor sobre nuestros modos de vida y elecciones, la ropa que llevamos, el aspecto físico, los horarios en que nos movemos, nuestras relaciones sexo-afectivas. Nos violentan ubicándonos en lugares sociales y políticos subvalorados dentro de la división sexual del trabajo donde las voces autorizadas privilegiadas son las de varones profesionales mientras las mujeres quedamos relegadas en los medios, solamente al papel de víctimas de violencia, revictimizadas por las narrativas de los medios.
Después de 11 años de la sanción de la ley 26485, a 6 años del primer Ni una Menos y a 3 años de la marea verde que modificó sustantivamente los feminismos en Argentina, dándole paso a la voz de las pibas, corriendo el velo de silencio sobre los abusos y las violencias en las instituciones y permitiendo que en los medios se hable por primera vez de aborto, no solo en canales de noticias, sino en programas de la tarde, nos resta un arduo recorrido todavía para conseguir paridad en las redacciones, construcción de representaciones que den cuenta de las transformaciones que se han producido y perspectiva de género en las coberturas noticiosas para erradicar todo tipo de violencias en los medios.
LA AUTORA. Valeria Hasan es investigadora Conicet, docente UNCuyo.