Una nota de color, Lila
La escritora Marcela Muñoz Pan elogia a una referente mendocina por excelencia: Lila Levinson.
Con una copa de vino y un buen Cabernet con Lila se puede cantar el tango Los Mareados ("esta noche amiga mía que el alcohol nos ha embriagado") y puedo decir que ella ha bebido de la vida justamente su néctar al embriagarse de sensaciones, aprendizajes y una constante en su vida: trabajar de lo que ama, amando lo que hace, compartiendo con sus personas allegadas y no su pasión por encontrar siempre copas del encuentro. Su amplia y conocida trayectoria desde que fue pionera en Canal 7 TV de Mendoza, continuando en radios, conductora de vendimias nacionales y cientos departamentales, compartiendo festivales con César Mascetti, conduciendo con el maestro Antonio Carrizo y almorzando nada más y nada menos con Mirtha Legrand, y si continuo no me alcanzarían las páginas en este Memo memorable, para que ustedes conozcan aún más a una mujer plena.
Lila Levinson: "Todos los comunicadores somos 'influencers' y eso conlleva una gran responsabilidad"
Con su sonrisa de mujer, esposa, madre, abuela, amiga, vecina, locutora, comunicadora de celebraciones vibrantes, fue conquistando corazones para inmortalizar la idiosincrasia mendocina. Una lectora de verdad, una presentadora exquisita y una amabilidad poco frecuente en estos medios, cuando de realzar y apoyar a miles de artistas no es para cobardes o egoístas, porque me consta que lo hace desde su infinita gratitud. Lila Levinson es gratitud.
Pero el mundo no termina a la vuelta de la esquina, con Lila el mundo sigue circulando y ahora en su historia vívida va caminando por las hileras, pasos que comenzó de la mano del enólogo Raúl de la Mota, descubriendo un mundo vitivinícola desde el periodismo, capacitándose, conociendo más allá de la vuelta de la esquina, "esa joya, según dice ella, que es la uva, un fruto tan pequeño y el más poderoso de todos". Fue catando los placeres de esta industria madre mendocina, descubriendo su suelo bendito de la mano de enólogos, ingenieros agrónomos, sommelier, periodistas especializados, con responsabilidad, curiosidad y sed de conocimiento hasta degustar los vinos que la hacen aún más vital, con sus ojos altos y su elegancia a cuestas propone siempre una pregunta innovadora sintonizando con los oyentes su calidez al contar historias como un nuevo desafío cotidiano. Siendo socia fundadora de AMUVA (asociación Mujeres del Vino de la Argentina) recorre bodegas, por ejemplo, para realizar sus notas, comentando los productos y servicios de las mismas, las labores artesanales y difundiendo las técnicas utilizadas en el mundo vitivinícola, nos devuelve en palabras mansas y tiernas su marcada felicidad al encontrar esas cosas simples que nos brinda la vida y que Lila hace culto dándole tiempo y espacio a todos los colores del vino. Lila Levinson es color, color Lila, esa mezcla de un Violeta con blanquito.
Mendoza en este año ha contado con 4 estrellas Michelín, y otra 5ª que es la estrella con la que iluminamos este año que ya es recuerdo inolvidable: la estrella Lila Levinson. El universo conspira en las lilas copas de Lila, como un designio donde convergen todas las religiones, historias, arte, civilizaciones, literatura, cine, porque es una estrella esencial en la cultura mendocina y como toda estrella tiene su propio vino Cabernet Sauvignon 2017- Perdriel Mendoza, de la mano de la enóloga Cecilia Buj.
Cerrando un año convulsionado por los votos, pasos, políticos, amigos y conocidos líquidos, sin contenido alguno, yo cierro como un año de la mano de una altruista periodista, brindando por el honor de haberla conocido, inspirándome en mi vida personal, literaria y columnista de este diario, llegando con su amor a endulzar las sinfonías celestiales y terrenales, como la luz de esa estrella que es única.